La revolución: reformista, capitalista o socialista, ¡va!

Guerra económica, fase final, Parte I

¡Así va!, con tal de que por lo pronto cesen los privilegios mal habidos, y

después veríamos en todo caso.

Uno de los privilegios más modestos, longevos y mal habidos aquí es el de la libertad absoluta de comercio, tan así es que la ha venido usufructuando o beneficiándose con ella hasta el más humilde e iletrado de los buhoneros tercerizados[1] con todos los riesgos que eso supone para su salud y para el bolsillo del consumidor, por parte de quienes, sin saber leer ni escribir bien, venden y compran gato por liebre; por lo menos corren ese riesgo que luego olímpicamente lo trasladan al consumidor.

Otro privilegio no menos apreciado por la derecha proletaria, descendiente directa o indirecta de artesanos y personal doméstico de vieja data, colonial y mantuana venezolana, es el de su arraigado estado de alienación fundada en que tanto sus padres, abuelos y bisabuelos, por ejemplo, mejorados con el tiempo en sus condiciones económicas y con otros oficios y profesiones dignas,  creyeron haber salvado mil y un obstáculos que les impedían o hacían cuesta arriba salir de la pobreza de donde ancestral y clasistamente-hasta sin saberlo o autosilenciarlo-provienen desde hace centurias[2].

Ocurrió que, cuando las necesidades capitalistas así lo determinaron[3], la clase mantuana abrió la educación pública y hasta universitaria al alcance de sus servidores domésticos y para los hijos de artesanos y artesanas, para campesinitos y campesinitas, analfabetos en su mayoría. Una analfabetitud que siguió su curso para el grueso de los venezolanos y atravesó todo el tiempo republicano hasta que llegó el Comandante y mandó a parar[4].

Ocurrió que al salir de la pobreza creyeron, y se han mantenido en sus trece, o convicciones también heredadas, acerca de  que dejaron de ser proletarios, o cuando oyen esta voz no se dan por aludidos, es decir, se aburguesaron y la cogieron por imitar a la burguesía tradicional[5].

La educación pública, pues, tuvo  su origen clasista porque el propio desarrollo del capital ya necesitaba una mano de obra técnicamente mejor preparada, a condición sine qua non, desde luego, de ser, además, una mano de obra tecnoprofesional de probada incondicionalidad servil, repetimos, a los intereses del poder económico del piso que pisaban y les ofrecía esa educación gratuita. Gratuita no debe seguir llamándose-esa educación de corte Guzmancista, sino recibida al alto precio de la servilidad eterna, por parte del favorecido con semejantes títulos académicos. Hemos observado que son muchos los profesionales a quienes su alienación, transmitida de padres a hijos, les impide aún autobiografiarse con estricto respeto a su interesante ascendencia clasista y proletaria, así será el desprecio que hasta hacia ellos mismos están sintiendo.

En esta Guerra económica, en contra de sus ignorados propios intereses, participa en contra de sí mismo todo aquel alienado   del que recordamos la anécdota bélica: Con mi arroz caro, no te metas, chusma, yo no soy proletaria, yo no soy pobre, yo no soy chavista, no desciendo de domesticados de vieja data.

Este setudio sociológico continuará,  como así lo hará la alienación que nos ocupa por otros lustros más, por medida Chiquita, salvo que den comienzo al salto de tanquera en cambote y se autodigan: hasta aquí llegué con mi ignorancia clasista.


[1] Creemos que la mayoría de los actuales buhoneros son tercerizados, que detrás de ellos hay alguien que los explota. Tal sería el caso de los llamados bachacos del contrabando de extracción, contrabando y comercio menor, pero muy numeroso como los insectos aludidos; ¿con moto propia y todo?

[2] Han escapado de semejante alienación mental, los militares actualmente en el poder, por lo menos, aquellos que son honestos con sus juramentos académicos, los profesionales de izquierda verdadera-no actores ni actrices al respecto- y todas aquellas personas descendientes preferentemente de obreros y no de domésticos porque estos son quienes han sido más indeleble y fuertemente alienados.

[3] Mucho antes del Decreto de Guzmán Blanco sobre educación pública, referido abajo, se abrieron centros universitarios desde cuya cuna se selló el pacto de la servilidad a los intereses reales dominantes de entonces. Véase evidencias como esta: Para ser admitido como alumno de la universidad se requería presentar un testimonio de vista et moribus, es decir,  una relación detallada de vida y buenas costumbres, todo un currículo previo que no dejaría lugar a dudas sobre docilidad alguna ni rebelión por parte del estudiante. (http://www.ucv.ve/sobre-la-ucv/resena-historica.html . Además, los estudios de Medicina fueron creados para ser recibidos por la gente proletaria o blancos de orilla porque ejercer como médico era considerado innoble, despreciable aunque necesario, y un oficio sólo para siervos, dado que esta ciencia tenía que ver con tumores, heces fecales, aguas menores, deformaciones, enfermedades indeseables, cosas así, y que las blanquérrimas manitas y aquilinas fositas nasales de los esclavistas mantuanos no podían tocar ni oler, respectivamente.

[4] La educación pública inaugurada por Guzmán Blanco siguió siendo elitista y nació cargada de todos los vicios, discriminaciones y privilegios que todavía se hallan enquistados en todo el aparataje educativo nacional, con raras excepciones e intentos actuales por acabar con las corruptelas pecuniarias y morales que allí se enraízan y anidan, con todo ese abolengo de educadores infatuados hasta delante de sus pupilos.

[5] La variante de alienación y clonaje de los hábitos burgueses por parte de la mal llamada clase media (como si fueran parte proletarios y parte burgueses, o sea, ¡medio ricos y medio pobres!, la manejó excelentemente el escritor ruso Leon Tolstoi. Véase:  http://www.lecturalia.com/libro/7332/la-muerte-de-ivan-ilich. Hoy, León se habría referido a los escuálidos, suerte de clones con defectos de fábrica de los burgueses, sin pasar de vulgares imitaciones de tercera. Por sus orígenes y ancestros se cuidan  muy bien de exhibir las galerías de retratos que sí colecciona la alta burguesía. No lo hacen  porque esos retratos hechos a mano eran de exclusiva adquisición de sus patronos de marras, como hoy sigue siendo exclusivo de estos la tenencia de choferes personales, mientras los escuálidos y escuálidas son vistos y vistas manejando personalmente sus naves y con mucho orgullo. De allí,  el cuántico aquel del negrito que pegó la lotería y lo primero que hizo fue comprarse un carro cero Km y manejarlo él mismo por los alrededores frecuentados por sus amigos pobres. Estos no pudieron menos que decirle: ¡Caramba Julián, buena chamaba conseguiste!, ante lo cual el recién vestido, ex proletario-para sus adentros-se contrató un chofer y se sentó en el asiento trasero izquierdo. Cuando el mismo amigo lo volvió a ver, u otro, tampoco pudo menos que decirle: ¡Caramba, Julián, tronco e cola te dieron!



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Manuel C. Martínez


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