Alarma cómo la historia se repite

Sorprende cómo la historia se repite, constante. Parece esas músicas modernas que sólo tienen un estribillo que adorna las contorsiones de hermosas bailarinas. Los mismos actores, similares ideas, idénticas acusaciones, iguales resultados: el hombre no consigue liberarse de la guerra de todos contra todos, sólo la versiona. Y, en esa contradicción, camina hacia la extinción. Veamos.

La ignorancia siempre ha sido arma de los poderosos para esclavizar a las mayorías. En la colonia, los libros eran regulados, perseguidos como delincuentes, el conocimiento era considerado virtud de los oligarcas, el resto de la sociedad se debía conformar con lo que el clero monárquico permitiera, hasta hace poco no podía publicarse un libro sin anuencia del obispo.

Bolívar, Rodríguez, Miranda, irrumpieron contra la colonia desde el conocimiento, desde el estudio. Comprendieron que fracturar la ignorancia es requisito para romper las cadenas, dieron al estudio importancia vital, es legendario su amor por los libros.

Pero, ¿cuál conocimiento? El conocimiento no es inocuo, inocente, tiene una profunda raíz en la hegemonía social. Recordemos que la clase hegemónica económicamente también lo será en lo cultural, en la ideología. Así, habrá un conocimiento, una cultura, al servicio de esa dominación, y un conocimiento, una cultura, opuesta a la dominación.

En época de la colonia perseguían a los intelectuales disidentes del sistema y al conocimiento de la liberación, esta historia se repite. Los dominantes tienen muchos mecanismos explícitos para esa persecución, uno de los más importante, que le funciona muy bien, es el de excluir, desacreditar, satanizar, burlarse del pensamiento emancipador. A Bolívar, a Miranda, a Rodríguez, les dijeron de todo, desde masones, que en aquella época equivalía a anticristo, hasta locos, monstruos…

La iglesia al servicio de la dominación quemó libros y persiguió pensadores, es ilustrativa la cacería de Galileo. Lo condenaron, no por un pensamiento político, sino por algo para ellos peor: pulverizó la idea de que la tierra era el centro del universo, abriendo las mentes hacia nuevos mundos, leyes, dioses. Además, escribió sus libros, no en latín reservado a la oligarquía sino en lengua vulgar, accesible a una masa más amplia.

A Darwin lo satanizaron, de él se burlaron hasta la sangre, porque trajo el conocimiento de que el hombre era producto de la evolución natural, y si el hombre evoluciona, todo evoluciona, desde el universo, el planeta, hasta los gobiernos, las clases dominantes. Hasta hoy persiguen su Teoría de la Evolución en los grandes centros “educativos” capitalistas.

Es así, no se persigue a todo el conocimiento, sólo se persigue al conocimiento que desde cualquier campo cuestione a la dominación, que la ponga en peligro. El que apoye la dominación, la deformación de la idea revolucionaria, es premiado, prestigiado.

A Rosa Luxemburgo, la asesinaron los reformistas, los socialdemócratas. Extraemos esta breve reseña de su asesinato de la página web del PSUV:

“El 15 de enero de 1919, con sólo 48 años, el gobierno contrarrevolucionario de la socialdemocracia alemana decidió que aquel cerebro teórico del marxismo tenía que dejar de pensar. Rosa Luxemburgo fue apresada durante de la frustrada revolución de 1919, en Berlín, junto a otros compañeros, entres ellos Karl Liebknett.

Unos sicarios, oficiales del ejército, le hundieron el cráneo a golpes, que remataron con un tiro en la cabeza. Su cadáver mutilado fue tirado a un canal del que no sería rescatado hasta meses después.

Un compañero de lucha, Leo Jogiches, asimismo asesinado en las jornadas de marzo, comunicó a Lenin, el máximo dirigente del partido bolchevique y de la Gran Revolución Rusa de Octubre (1917), la muerte de Rosa Luxemburgo y de Karl Liebknett, en términos lapidarios: “Rosa y Karl han llevado a su extremo el deber revolucionario”.

Y es que, tanto Rosa como Karl pudieron haber huido, cuando la socialdemocracia gubernamental decidió ser “el perro sangrador” de la revolución alemana, incitando a matar a los dirigentes espartaquistas y recientes fundadores del Partido Comunista Alemán (KPD).

Las paredes de las calles de Berlín aparecieron con carteles que decían: “Si quieres tener pan, trabajo y paz, mata a Liebknett y Rosa Luxemburgo”. El mismo diario socialdemócrata Vorwärts, en el que antaño escribiera Rosa incitaba a que la asesinaran impunemente.”

La persecución de los intelectuales marxistas auténticos hecha por stalin es conocida por todos.

Aquí en Venezuela, la socialdemocracia, desde hace casi un siglo, instauró una modalidad de lucha contra el conocimiento que le ha sido muy útil a los oligarcas: “El culto a la ignorancia y la satanización del conocimiento”. Se ha convertido a la ignorancia en virtud. “Yo que no se nada”, “humildemente en mi ignorancia, digo”, son frases que valorizan un discurso vacío. Por otro lado, "sabiondo", "superculto", "intelectual", son epítetos insultantes, conocer es sinónimo de pedantería. "Nadie sabe nada", "nadie tiene la verdad", son frases que sostienen la ignorancia y la improvisación.

De esta manera, se desarmó a la masa, se la sumió en la ignorancia, se le privó del conocimiento necesario para su liberación. Instalar en la mente colectiva que no es necesario el conocimiento es una forma de sacarlo de raíz. Con la idea de que conocer el entorno es suficiente, volvemos a lo que Martí decía: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea”. Y en la aldea mental no hay peligro para el sistema capitalista


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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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