La jauría contra el Fiscal

La andanada de ataques e insultos contra el Fiscal General de la República indica que el titular del Ministerio Público va por el camino correcto. En el terreno jurídico, ese tsunami de improperios contra su persona es lo más parecido a una confesión de parte. Resulta revelador que en pleno proceso electoral, el CNE y su presidente, Jorge Rodríguez, no sean por ahora el blanco predilecto de las viudas del 11-A y su artillería mediática. Algún callo criminal debe haber pisado Isaías Rodríguez par provocar semejante reacción.

Desde los días previos al golpe de 2002 y al sabotaje petrolero no se había desatado una campaña de tal intensidad. Como disparado por un resorte, el poder mediático saltó para atacar, demoler, aplastar y descalificar al Fiscal General. Al mismo tiempo, se arremete contra el juez de la causa, los fiscales y testigos. Nada de esto, por supuesto, sirve para demostrar la inocencia de los imputados. Todo lo contrario.

A Isaías Rodríguez se le intenta estigmatizar como mentiroso, demente, fabulador, novelero, mitómano, en ataques ad hominem que parecen eximir de presentar pruebas y argumentos en defensa de los señalados por la Fiscalía. De uno de los testigos se dice que no es médico siquiatra y que tiene antecedentes en su país. Ninguna de los dos señalamientos lo inhabilita como testigo. Para serlo, que se sepa, no es requisito tener título universitario ni post grado en nada.

En cuanto a que tenga antecedentes, los testigos en casos de crímenes, asesinatos y actos de terrorismo no son precisamente émulos de San Francisco de Asís o Teresa de Calcuta. Por lo general, son personas que provienen de ese submundo del crímen y el terror: delincuentes, ex policías, paramilitares, narcos, cuerdas flojas y delatores. Eventualmente, por alguna circunstancia, puede aparecer alguien de bien.

La furiosa e histérica reacción mediática contra Isaías Rodríguez se debe a la estrecha relación entre el asesinato de Danilo Anderson y la conspiración del 11 de abril de 2002, con francotiradores y muertos incluidos. Aquella vez no hubo culpables como no lo hubo por el sabotaje petrolero, la guarimba y la infiltración de paramilitares en una finca cercana a Caracas. Los autores de aquellos hechos pretenden seguir disfrutando de impunidad y saben que ésta se empezará a perder si se llega y castiga a los terroristas que planearon y ejecutaron el asesinato de Anderson.

Los imputados son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Hacer esto, toca a la Fiscalía. A sus abogados, demostrar su inocencia y tumbar las pruebas que presente el Ministerio Público. Los oportunistas que quieran sacar provecho electoral al caso, los cadáveres insepultos que aprovechan para resucitar, los autores de inéditos libros repentinos, los fetichistas sin guáramo del 350 y otros especímenes son inevitables pero no cuentan.

“Abril comienza en octubre” es el título del más reciente libro de Isaías Rodríguez. Podríamos decir que comienza en octubre y se prolonga en noviembre y así continuará hasta que se ponga coto a la impunidad. Mientras tanto, si la jauría oligárquica y mediática ladra es porque la Fiscalía avanza en la dirección correcta. La frase “el terrorismo no pasará” debe dejar de ser una consigna para convertirse en una ejemplarizante realidad por el bien de toda Venezuela. Así ha de ser y así será.


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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