La Otra historia

Crónica de una farsa I parte

En la IV república se erigieron una gran cantidad de ídolos de barro, grandes luchadores de la democracia, pero una de las farsas más grandes fue Rómulo Betancourt. Hasta hace poco se bautizaban instituciones con el nombre del “prócer adeco” que nunca echó ni un tiro, menos fue un luchador contra Pérez Jiménez; ya que llegó al día siguiente de caer la dictadura; y sin lugar a dudas jamás “padre de la democracia”, así fuera la representativa.

Los que seguimos a esa duendecita inquieta llamado historia, no conseguimos a Betancourt sino exilado y menos preparando invasiones para enfrentarse a feroces dictaduras en nuestra historia.

Lo que si notamos es la postura cómoda de llegar corriendo a exilarse en una embajada cada vez que se oía la palabra alzamiento o represión. Su lucha política solamente se encuentra en aquel panfleto que escribió en donde manifestaba que había sido preso de la dictadura gomecista solamente por dos meses, quedando mal parado después que muchos de sus compañeros participaron en la toma de cuartel San Carlos en 1928, en la toma de Curazao, en la expedición del “Falke”, siempre con una excusa como aquella de que un ciclón no lo dejó participar en una de las mencionadas invasiones.

A diferencias de muchos de sus paisanos que participaron en las múltiples invasiones de Arévalo Cedeño, en el alzamiento de Gabaldón o en el intento de asalto contra la Rotunda su postura fue de lo más cómoda, siempre a la espera de que otros hicieran lo que él no sería capaz de hacer, pero eso si para después llegar tratando de apoderarse del momento de triunfo creado por otro. En Cuba fue incapaz de unirse a los revolucionarios que se enfrentaban a Machado, siempre huyendo al olor a pólvora con presta rapidez.

Reaparece en Costa Rica, nombrándose fundador del Partido Comunista de ese país para luego desertar y convertirse en un claro representante de la lucha anticomunista pro yanqui y uno de los antecesores del Plan Condor, que tuvo como etapa experimental, Venezuela, demostrando con ardor aquel dicho: “que no hay peor cuña que la del mismo palo”. Bueno era de imaginarse que los peligros de la insurrección comunista no iban con el pequeño bachiller adeco.

En 1936; Rómulo Betancourt; regresa y tres años después se encuentra escondido hasta que se autoexila con los mil dólares que López Contreras dona a los exilados dirigiéndose a Chile, donde se encuentra hasta el año 41 en donde regresa al país en donde tranquilamente vive en el gobierno del Gral. Medina Angarita, en donde se dedica a conspirar junto a militares, escondiéndose en una casa de San Agustín hasta que termina el alzamiento contra Medina, pero por si acaso fallaba ya tenía preparado un manifiesto en contra del golpe militar.

En 1948 en pleno golpe contra Gallegos Betancourt se exila en la embajada de Colombia no regresando al país por la alocución que tumba a los adecos de Pérez Jiménez, sin disparar un tiro pasando los diez años restantes creando una leyenda de luchador contra la dictadura.

Se exila en Cuba mientras muchos hombres de su partido como Luis Augusto Dubuc, Domingo Alberto Rangel, Jorge Dager, Paz Galarraga, José Vicente Rangel, Leonardo Ruiz Pineda, Antonio Pinto, Alberto Carnevalli, entre otros.

Caerían varios de sus compañeros ante la Seguridad Nacional y sin ningún tipo de vergüenza el bachiller adeco que no había colaborado en nada en la lucha perejimenista llegaría de último para seguir demostrando “su valor” al huir, meses después; con el alzamiento y posterior toma del Cuartel de Miraflores por el comandante Mendoza.

Valiéndose de su habilidad para escalar llegaría a ser presidente de este país, que como dijo Rufino Blanco Fombona pare grandes hombres; como Bolívar; asesinos como Gómez y grandes sinvergüenzas como los que ya la historia nos retrata.


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José Rosario Araujo


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