La oligarquía nunca quiso inmigrantes libaneses, chinos, negros y otros indeseables

La lista es más larga, pero no cabe en el título del artículo. No cabe porque el desprecio de la oligarquía criolla es muy grande, tan grande como el mismo poder que acumularon. Después de la Independencia siempre intentaron «blanquear» a Venezuela. Habíamos heredado del régimen colonial una población descendiente de esclavizados Negros, y por consiguiente, la oligarquía tenía que «inyectar al país una formidable cantidad de sangre nueva», como decía Arturo Uslar Pietri en su ensayo «Venezuela necesita inmigración».

Pero  esta sangre nueva no era cualquier sangre. No amigos lectores. Se trataba más bien de una sangre azul, algo así como la sangre de los europeos, una sangre que fuera capaz de limpiar la sangre de nuestra población. Es por ello que la República Oligárquica siempre fomentó la inmigración de personas de origen europeo, y llegaron incluso a promulgar leyes de inmigración donde se permitía ingresar al país únicamente a inmigrantes de raza blanca europea. También se redactaron criterios, normas e instructivos para la selección. En las normas internas del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización creado en 1938, y en el cual Uslar Pietri fue director, se llegó a hablar taxativamente de seleccionar a personas de «raza aria», y no semita, en la cual se excluían, entre otros, a los libaneses, sirios, palestinos e israelitas. De modo que las populosas colonias europeas en nuestro territorio no son casualidad. Eso tiene su historia desgraciada, que aquí les relato con algunas perlitas, cuyos contenidos les advierto que son muy fuertes, no aptos para opositores pela bolas que sienten una admiración y respeto especial por la oligarquía:

La Ley de Inmigración del 26 de agosto de 1894 prohibía la entrada al país de personas de las Antillas. Así lo especifica en su artículo 3: «No se contratarán ni aceptarán como inmigrados los individuos de las Antillas». Con esta ley se prohibía la entrada de inmigrantes de países con una población grande de Negros y sus descendientes.

La Ley de Inmigración y Colonización del 8 de julio de 1912 prohibía la entrada al país de personas que no fueran de raza europea. Así lo especifica en su artículo 9, numeral 1: «No serán aceptados como inmigrantes ni tendrán derecho a los beneficios concedidos por la presente Ley, los individuos que no sean de raza europea».

La Ley de Inmigración y Colonización del 22 de julio de 1936 prohibía la entrada al país de personas que no fuesen de raza blanca. Continúa la discriminación. En su artículo 5, numeral 1, lo  especifica: «No serán aceptados como inmigrantes las personas que no sean de raza blanca». Para ese entonces ya Hitler hablaba de la supremacía de una raza sobre las demás, y no cabe duda que esta ideología nazi reforzó el racismo colonial de la oligarquía criolla que lo aprendió de sus antecesores españoles.

El Reglamento del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización, Decreto de 30 de septiembre de 1938, habla del mejoramiento étnico de la población del país. En su artículo 1, aparte (a), señala que incumbirá principalmente al Instituto, entre otras cosas, «prestar su cooperación al Ejecutivo Federal en cuanto a propender al mejoramiento étnico de la población del país, por medio de la inmigración seleccionada». Arturo Uslar Pietri, el intelectual favorito de los opositores, estuvo a cargo de este instituto por un tiempo, y conocía muy bien cuáles nacionalidades eran bienvenidas y cuáles indeseables, porque él junto con Alberto Adriani fueron unos de los intelectuales de la derecha encargados de difundir el racismo de la oligarquía criolla.

La Memoria del año 1941 del Instituto Técnico de Inmigración y Colonización, cuando su director era Roberto Picón Lares, explica que el Instituto realizó un laborioso trabajo de discriminación y que «cuando partió para Europa el nuevo Comisionado de Inmigración, le fueron dadas instrucciones muy terminantes y categóricas en cuanto a la selección de los aspirantes a inmigrar. Estas instrucciones enumeran taxativamente las condiciones que deben de llenar los aspirantes», y la principal de estas condiciones es que los aspirantes «sean de raza blanca, aria o caucásica, es decir, no semitas». (págs. 56 y 57)

Muy pocas personas en Venezuela saben esto. De hecho, muchos de los indeseables todavía defienden a la oligarquía y están en contra de la Revolución.

A pesar de que esta Ley racista violaba tratados internacionales, siempre se instruía a los funcionarios diplomáticos y consulares a que las observaran, y si había algún reclamo, bueno, ya veremos.

Había funcionarios que no tenían muy claro cuan rigurosos debían ser en la observancia de la Ley. Tal es el caso del vicecónsul de Venezuela en Curazao, Nerio A. Valerino, quien el 25 de abril de 1939 envía una carta a Esteban Gil Borges, Ministro de Relaciones Exteriores, y le comunica que «frecuentemente se presentan algunas dificultades de apreciación cuando llegan individuos que, no teniendo las características sobresalientes de la raza negra, por ejemplo, o sea pelo, labios, forma del cráneo, etc., sino el color de la piel, es cuestión básica en aquellos casos en que esta no sea negra ni muy oscura, sino simplemente el color llamado comúnmente trigueño».[1]

Por otra parte, en la Circular 3056 del Ministerio de Relaciones Exteriores se informó a los funcionarios diplomáticos y a los consulares nacionales la conveniencia que, según el criterio del Departamento de Relaciones Interiores, existe de «no otorgar despacho para viajar a Venezuela sin previa autorización de dicho Departamento, a los extranjeros cuyo origen sea de las siguientes nacionalidades: rumana, polaca, siria, libanesa, checoeslovaca, palestina, húngara, armenia, persa, letona, rusa, búlgara, griega, egipcia, estonia, turca, marroquí y, en general, a africanos y asiáticos».[2]

El caso de los israelitas expulsados por razones políticas, aunque son personas de raza no aria, se consideraba desde otros puntos de vista. Arturo Uslar Pietri lo explica en una carta enviada al Ministro de Relaciones Interiores cuando se refiere al «problema de la admisión de judíos en Venezuela». Entre otras cosas dice que las «personas de raza judía o no arias» son los que se designan como «refugiados» y, «la admisión de estos extranjeros, pura y simplemente o como inmigrantes, debe considerarse desde el punto de vista de los sentimientos humanitarios y del interés económico de Venezuela». Y () «parece justo razonable por ello, adoptar una política justa, que en ningún caso podría ser ni la admisión ilimitada, ni la total exclusión», exceptuando de dicha limitación principalmente a «aquellos que vengan con capitales propios para invertirlos en agricultura o industria». [3] En la carta se anexa la lista de las nacionalidades bienvenidas y la lista de las indeseables.

Y para cerrar esta breve historia de los intereses de la oligarquía venezolana, les copio parte de una carta fechada el 23 de diciembre de 1938, y firmada por J. A. Gonzalo Patrizi. Aquí se es más explícito. Se habla del «deber de velar por el perfeccionamiento étnico de la población, finalidad de indiscutible necesidad en países que, como el nuestro, tiene urgencia de renovación biológica y espiritual, para lo cual necesitan inyectar a su contingente humano sangre nueva y rica en cualidades».[4] Qué desgracia.

Y con todo esto, la oligarquía tiene casi la mitad de la población que la defiende. Insólito.

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[1] Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores. Dirección Política Internacional. Expediente Nº 0523: Consultas sobre admisión de Extranjeros de raza de color: Países Bajos. Asunto de la Carta: Sobre definición de razas.

[2] Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores. Dirección Política Internacional. Expediente Nº 648: Sobre admisión de extranjeros: País: Interior. Asunto de la Carta: Opinión de la Consultoría de Política Internacional.

[3] Ibídem. Asunto de la carta según el texto: Problema de la admisión de judíos en Venezuela y otros puntos.

[4] Ibídem. Asunto de la carta según el texto: Problema de la admisión de ciudadanos franceses de raza de color y a la no admisión de personas extranjeras pertenecientes a ciertas nacionalidades.

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Fernando Saldivia Najul

Lector de la realidad social y defensor de la sociedad sin clases y sin fronteras.

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