Afirmamos en nuestra entrega anterior que el desabastecimiento de alimentos es un mal endémico de la explotación agrícola venezolana, producto del crecimiento anormal de nuestra economía, de la deformación de su estructura productiva, de la estructura oligopólica del mercado de materias primas, de los insumos agropecuarios, maquinarias, tecnología y sistemas de producción. La precaria producción agropecuaria de los alimentos básicos conque se nutre el pueblo, depende de las importaciones, tanto para la producción de materias primas como para la agroindustria.
El Presidente Chávez, consciente de esa situación desde que asumió responsabilidades, se abocó a afrontar la solución del problema, prueba de ello son los múltiples acuerdos y convenios de cooperación suscritos con países como Argentina, Brasil, Nicaragua, Uruguay y, allende los mares, con China, Irán y Rusia.
Aún cuando durante los 14 años del Proceso Bolivariano Venezuela ha alcanzado máximos históricos de producción en muchos de los rubros agrícolas, entre ellos azúcar, café, arroz y maíz, y el país pasó de 1,5 millones de hectáreas cultivables a 2,5 millones en la actualidad; la demanda y consiguiente consumo se ha incrementado en una proporción tal, que el déficit agroalimentario ha tenido que suplirse con importaciones.
El reto de los años inmediatos es suplir con producción nacional 90 % de las kilocalorías que requieren los venezolanos, tal como lo contempla el Plan de la Patria 2013-2019. El empeño del gobierno, tal como lo manifiesta el Presidente Maduro, es hacer todo lo necesario para elevar la producción y en conocer, de la voz de los mismos productores, los nudos que deben superarse para cumplir con ese objetivo.
Ahora tenemos un Ministro en el ramo que si sabe de agricultura, que si conoce el sector. Él mismo ministro Gil ha destacado que el país cuenta con todas las potencialidades para fomentar esa producción y con un sistema que, catalogado como formidable, fue desarrollado por Chávez. Tal esquema incluye financiamiento, infraestructuras y equipos y un sistema de precios para los campesinos, entre otros aspectos, que en gobiernos anteriores no existían. Los convenios suscritos recientemente por Maduro con los países de Mercosur y China permitirán resolver escollos técnicos, de ingeniería, de gestión y de operación, a través de la tecnología que han desarrollado esos países. Ya iniciados, ahora se requiere intensificarla.
El gobierno nacional, a través del titular de Agricultura y Tierras, acaba de informar que se ha planificado invertir, en el 2013, 540 millones de bolívares en la agroproducción sólo en Barinas, de los cuales ya 236 millones están en manos de 1.261 productores.
En Barinas, por caso, gracias al apoyo financiero del Banco Agrícola de Venezuela (BAV), 150 campesinos conforman una red productiva que cultiva actualmente 3.000 hectáreas de maíz en el municipio Antonio José de Sucre, a las que próximamente sumarán más de 2.000 hectáreas. Entonces es falso que nada se está haciendo. Ésta es información que no trasciende a través de los grandes medios, aunque es una realidad. También es una realidad que, tal tal como lo señala Rafael Godoy en su artículo del 24 de mayo www.aporrea.org/actualidad/a166565.htm: “...El problema del desarrollo del sector agropecuario, ....no es un problema fácil de resolver. Es un problema estructural de la economía nacional dependiente y colonizada,...”. Les invito a leerlo.
Y no es cierto lo que afirma Fuenmayor Toro en - www.aporrea.org/ideologia/a166747.html: “...El fracaso de la agroproducción, exitosa sólo...es hoy para el pueblo venezolano más que evidente. La expropiada Agro Isleña, los gallineros verticales, las estatizadas tierras de los valles...., etc, etc... han sido un fracaso que ya era imposible seguir ocultando...”.
Eso no ha afectado más allá de un 5% la agroproducción. Si ha afectado más del 80% el acaparamiento, el desabastecimiento, la intensa guerra económica adelantada por las mafias integradas por los antipatria y las campañas mediáticas procesadas desde el exterior.
