El Presidente y los dos candidatos

El gobierno de calle dejó en el medio de la calle –y hablando solo- al candidato perdedor. La psiquiatría no es mi fuerte, prefiero la astrología, disciplina milenaria que me permite saber cuándo un pase de luna le está afectando la torre a un cristiano atrapado en su extravío. El 14 de abril la mayoría del pueblo venezolano eligió Presidente a Nicolás Maduro. Este hecho histórico debió determinar el regreso de Capriles Radonski a la gobernación de Miranda. Pero no hay manera. El político amarillo se quedó enganchado a la campaña electoral.

Esta situación anómala, aunque políticamente injustificable, es humanamente comprensible. Perder dos elecciones presidenciales en menos de seis meses le mueve el piso a cualquiera. Y las tejas también. Quedarse enganchado a la condición de candidato es un mecanismo de defensa de la psiqui. ¿Cuánto dura eso? Los científicos no se ponen de acuerdo. Mientras se crea que se sigue en la contienda electoral, la desagradable realidad de la derrota no te afecta. Hay momentos incluso en que te sientes hasta feliz. Ratos de euforia y paroxismo. Y lo mejor, lo que da más nota, es que el sueño de la victoria sigue intacto.

¿Es este fenómeno psico-político positivo para la república? En verdad, no es bueno para nadie. A algunos dirigentes les da eso porque no pueden entrar al gobierno. A otros porque no quieren salir. Este último fue el caso del ex presidente Luis Herrera, quien una vez que salió de Miraflores, estructuró un gabinete de sombra, cuyo tren ejecutivo se reunía semanalmente y él despachaba como si siguiera al mando de la nación. Así estuvo, fingiendo de Presidente en ejercicio sin serlo, hasta que se aburrió o se dio cuenta de la vaina, es decir, de que ya no era lo que fingía que era. ¿Me explico?

Desde que asumió la Presidencia, hace casi mes y medio, Nicolás Maduro inició su dinámico gobierno de calle. El tren de trabajo que ha desarrollado tiene sorprendidos a propios y extraños. Estados de occidente, los llanos y oriente han sentido la acción efectiva de su equipo. Esta semana fue recibido por Anzoátegui y Bolívar. La entrante toca el turno a Carabobo, Aragua y Vargas. Este trabajo arrollador no le ha impedido cumplir con sus compromisos internacionales, ya viajando a los países hermanos, ora recibiendo a los altos dignatarios de naciones amigas, desde la milenaria China hasta la legendaria Rusia.

Por su parte, Capriles unas veces actúa como el candidato que perdió con el presidente Hugo Chávez el 7-O y otras como el aspirante derrotado por Maduro el 16-A. Son dos candidatos en una misma persona, en un raro caso de bipolaridad psico-electoral. Al principio el presidente Nicolás respondió los ataques del candidato doble, hasta que dio cuenta de que, en muchos casos, la cosa no era con él. Decidió ocuparse de lo suyo, el gobierno de calle que anda desplegado por todos los estados del país.

En cuanto a Capriles, la solución de su caso es increíblemente simple: asumir la gobernación de su olvidado estado Miranda. Si pone algo de su parte, su patología es reversible, afortunadamente para todos.


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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