Primavera árabe en el Guaire

La derecha sueña con una primavera árabe que no se quede en los médanos de Coro, por pura nostalgia del desierto, sino que abarque a toda Venezuela. Por eso ya no pide reconteo de papelitos, revisión de cuadernos, ni auditoría de las mesas restantes. Ahora exige la impugnación de todo el proceso electoral, desde el registro hasta la tinta indeleble y el papel que te dan para que te limpies el meñique. Por cierto, la tinta la fabrica la UCV desde los tiempos inmemoriales de la Cuarta República y nunca fue objetada. Hoy la cuestionan a pesar de que la rectora de esa casa de estudios ejerce más su activismo antichavista que la rectoría universitaria. ¿Quién los entiende?

Los opositores ganados por la tesis arábigo-primaveral confían en que las bombas inteligentes lanzadas por las “fuerzas aliadas” saben distinguir entre un chavista, sea light o duro, y un afecto de la “disidencia democrática”. Ni remotamente se pasean por lo que los gringos llaman “fuego amigo” y “daños colaterales”. Para ellos no cabe la menor posibilidad de que la bomba lanzada contra Iris Varela caiga sobre el carro o la casa de una escuálida que no voy a nombrar porque yo no le deseo mal a nadie. La confianza en la puntería yanqui es absoluta y, mucho más, en la inteligencia de las bombas.

Los pasos que ha venido dando la oposición desde su derrota electoral del 14-A, es la crónica de una intervención anunciada. El CNE fue complaciéndoles todos sus caprichos hasta llegar a la impugnación total. Luego, como anunció Capriles, se van a las instancias internacionales que, en este caso, es una sola: Estados Unidos. Los pronunciamientos en tira y encoge del canciller español y los aun más ambiguos del secretario general de la OEA, Insulza, apuntan en la dirección que Washington quiere.

Pero los gringos son ingratos con quienes bien les sirven. Su bombardeo contra el Irak de Saddan Hussein devolvió a ese país a la edad de piedra, presa de un sangriento anarquismo que no cesa. La misma ruta sigue Libia y hacia ese destino trágico quieren empujar a Siria. Hay un grupo recalcitrante en la oposición que busca y desea esto para Venezuela. Lo invoca con un pie en la escalerilla del avión.

Líderes opositores no están convenciendo a sus seguidores de las “bondades” de una primavera árabe que arrase con el país. Andan por el exterior, buscando apoyo de la derecha internacional. Poco les importa lo que piensen sus electores. Este periplo ya lo conocemos. Lo realizaron los meses previos al golpe de Estado y el sabotaje petrolero de 2002. Entonces aparecieron unos cuantos “mediadores” espontáneos que intentaron montar en la olla al comandante Chávez. Se equivocaron de plano con el líder de la revolución bolivariana. Hoy aparecen de nuevo los que se ofrecen como mediadores, desde el canciller español hasta la Conferencia Episcopal Venezolana, de tan protagónica actuación en aquellos días ignominiosos de 2002.

Las lluvias han llegado a Venezuela. No hay lugar para ninguna primavera, mucho menos una árabe, made in USA. Por ahora, toda impugnación es un paraguas roto.

earlejh@hotmail.com



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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

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