Letra desatada

El tamaño de nuestra alegría

Los duelos son cotidianos en los seres humanos. Los más terribles duelos son los producidos por las muertes de un familiar o un amigo repentinas, sin anuncio. Los duelos más terribles son los de la gente joven. Un joven muerto en un accidente de tránsito por ejemplo. Terrible combinación. Pero hay muchas otros acontecimientos que causan duelos o tristezas. Dependiendo de la fortaleza de cada quien, se superan o no con facilidad.

Hay personas, entre las que me cuento, que lloran hasta con películas, telenovelas o novelas con finales tristes. Mi hija suele voltear a verme cuando estamos viendo juntas alguno de esos “dramas” solo para comprobar que me están chorreando los lagrimones. Causa risa ese rito familiar.

Hay otros duelos. Los que causan las separaciones de parejas. La intensidad de estos duelos varía según el número de años que haya durado la relación. No es el mismo “coñazo” si tienes un año arrejuntado a si tienes 20. Hasta los amores platónicos causan duelos. Duran poco, suelen ser leves y de recuperación rápida. También existe el duelo colectivo causado por grandes tragedias humanas como terremotos, inundaciones o tsunamis.

Y últimamente hemos sido sorprendidos por el duelo que viven los compatriotas de oposición por la derrota por 12 puntos de diferencia propinada por Hugo Chávez Frías a Capriles. Una contienda electoral en la que no hubo violencia, heridos, dedos sin manchar, ni fraude, ni nada. Lo malo fue que le dijeron a los seguidores del candidato que era éste era invencible. ¿Y cómo hacerle creer a alguien que es inmortal y no morir en el intento?

La semana del 8 al 15 de octubre los medios de comunicación privados recomendaron a sus “engañados” terapias de todo tipo, pastillas para no soñar (Sabina dixit), baños de rosas, potaje de sábila, velas aromáticas, masajes, hipnosis… “manejo del estrés post electoral”, le decían a todo eso. Lloraban abrazados la noche del 7 de octubre cuál fanáticos del fútbol español a los pies de la Cibelle.

Fueron cientos de recomendaciones para los derrotados, ignorando insólita y descaradamente a la mayoría que ganó. Extrañamos un trabajito que explicara el “manejo inofensivo de la alegría por el triunfo”, o “celebre pero cuídese, póngase su sombrero”. O tal vez alguna recomendación para la resaca del 8. Nada. Siguen ignorando al chavismo. No son ciudadanos son “habitantes” como dijo un locutor de radio a quien le parece que al chavismo no le importa si se resuelve el problema de la inseguridad. Eso es cosa de “ciudadanos”. La arrogancia descabellada del perdedor. El compatriota Tulio Hernández escribió “El tamaño del duelo”, yo le dedico “El tamaño de nuestra alegría”. No la ven, pero se siente en más de ocho millones corazones. Sigamos.


mechacin@gmail.com

@mercedeschacin


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Mercedes Chacín


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