Reactivación del Capitalismo latinoamericano

Ejército de reservas castrenses y Ejercito de reserva industrial

Sadelas
Sociedad Amigos de la Salud

Proletarios, unos menos pobres que otros; marginados, unos más que otros; gobernantes, unos más entreguistas, otros más nacionalistas; y burgueses, unos más débiles y otros más poderosos, todos ellos conforman el horrendo cuadro económico de asalariados, subasalariados e industriales que caracteriza al ya tricentenario régimen capitalista mundial e internacional.

Los estudiosos de la literatura económica marxista y marxiana, o radicales, saben perfectamente que el inevitable excedente poblacional de las sociedades industrializadas juega el papel de relevista laboral ocasional o de corto plazo, y de amortiguador potencial de las posibles alzas de los salarios cuando la acumulación o concentración del capital así lo vaya imponiendo. Es decir: el llamado Ejército Industrial de Reserva sirve de mano de obra permanente para una economía creciente, y mano de obra deslealmente competitiva dentro del seno de la clase proletaria para mantener la misma sobrepoblación relativa o el constante desempleo inherente al industrialismo burgués. Esto, obviamente no amerita discusión alguna entre dichos estudiosos.

Ahora, cuando la globalización económica galopante y las trasnacionalistas están dando cuenta de un proletariado mundial y económicamente *unido*, aunque dentro del procusto de los galpones industriales de centralizada propiedad privada ; ahora, cuando las ingentes y lumpemiosas masas de marginados, analfabetos, enfermos y hambrientos están desbordando los limites numéricos de ese Ejército Industrial de Reserva; ahora, cuando el fascismo de cariz europeo ya es conocido por su ineptitud revolucionaria; ahora, cuando el descrédito político de la socialdemocracia es un fenómeno irreversible, vemos con preocupación que detrás de la benévola y pacifista democratización de la gestión pública en países como Venezuela pudiera esconderse una novísima aplicación de dicho ejército industrial de retaguardia.

Estas inferencias nos llegan cuando le hacemos seguimiento al sostenido proceso de la inoportuna y técnicamente injustificada devaluación del bolívar, cuya secuela más desastrosa es una inflación que terminará ora empobreciendo a los trabajadores que habían alcanzado cierto status social de dignidad humana, ora agotando los ahorros muebles e inmuebles que las mejoras salariales y sindicales habían permitido sobre la base de cierta estabilidad laboral por un aparente equilibrio obrero-patronal.
Los desacuerdos y protestas populares de peso sólo buscaron en nuestro país durante las cuatro últimas décadas, mediante luchas políticas extraeconómicas, una elevación del nivel de empleos, más oportunidades y un mejor reparto de la torta petrolera, sin tocar para nada la cuestión de la estructura capitalista y explotadora de esa clase media que hoy ve amenazada su existencia económica con dicha inflación.

De resultas, cuando el gobierno nacional dedica ingentes sumas presupuestarias y hasta se sobregira con más Deuda Pública para financiar los polivalentes programas sociales del venezolano más improductivo y de menor productividad económica, perfectamente se podría estar en presencia de un relevo de clases dentro del proletariado mismo. Así, con el empobrecimiento y apatía de la clase media tradicional , con la quiebra e impopularidad de sus principales patronos, y con la formación de nuevos trabajadores y nuevos empresarios no menos burgueses, entonces el Ejército Industrial de Reserva que estaba allí para auxiliar temporalmente a los patronos de las exigencias salariales de cara a conservarles sus beneficios, ahora ese ejército no castrense, y castrense al mismo tiempo, decididamente emergería como la ilusa nueva clase media, como una sustitución y relevo de clases que supondría la reactivación de la relación capitalista, así como el Ejército de Reservistas Castrenses está montado para reforzar y relevar al ejército activo cuando este se torne numéricamente insuficiente o abandonare moralmente sus obligaciones constitucionales.



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Manuel C. Martínez C.


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