Corruptos útiles

Hace algunos años, un reportero gringo de sucesos se dio cuenta de que tenía todo un bagaje de conocimientos sobre el robo y hurto de vehículos, área periodística en la que se había especializado. Tal vez cansado de la rutina reporteril, decidió probar suerte en el campo acerca del que tanto había escrito. Como ladrón de carros se convirtió en un dolor de cabeza para la policía. Se las sabía todas. Un día, así pasa siempre, cometió un error tonto y la justicia le echó mano. El otrora reportero estrella apareció estrellado en la última página. Allí pudo leer una crónica de sucesos que si no la escribió él, la dictó totalmente con sus actos y protagonizó.

Aquí en Venezuela, dos jóvenes actores de telenovela decidieron llevar a la realidad el papel de choros que hacían en un culebrón estelar. Al poco tiempo la policía los atrapó. Lo que en la comedia resultaba fácil, en la vida real tenía un guión demasiado complejo y frustrante. Para ellos, más allá de las cámaras de televisión, existía un exagerado realismo. Tarde comprendieron que la vida no tiene el color de las novelas rosa.

Allá en la lejana Rusia, el tránsito fue al revés, del bajo mundo a la televisión, de la delincuencia al estrellato. “Dos ex ladrones, ahora ciudadanos respetados y prósperos, se encargarán del espacio ¡Agarren al ladrón!”, en la cadena de televisión rusa NTV. Allí explicarán las tácticas y malas mañas de los pillos, cómo contrarrestarlas y las medidas de seguridad para prevenirlas. Ya los sujetos son famosos y los patrocinantes sobran.

Esta noticia nos indica un camino eficaz para combatir la corrupción. Basta con ponerle un poco de eso que en la Asamblea Nacional llaman “voluntad política”. La idea es crear un programa televisivo, conducido por ex corruptos (¿puede un corrupto llegar a ser “ex”?) que permita atrapar a sus colegas activos y combatir lo que adecos y copeyanos denominan, como si nunca lo hubieran visto, “el terrible flagelo”.

Del casting para buscar conductores del programa serán excluidos los corruptos en ciernes o ya consumados de la V República. Todavía no tienen la experiencia docente suficiente y el dominio de la materia que exige la moderna pedagogía criminal. Se necesitan corruptos duchos en la disciplina, con experticia comprobada, de amplio prontuario y larga trayectoria. Sólo en la Cuarta República se hallan estos buenos profesionales. No queda otra opción que recurrir a las canteras cum laude de AD, COPEI y otros partidos menores de los buenos tiempos. Allí existe un recurso humano invalorable.

En cumplimiento de la ley Resorte, se le dará a la audiencia un vocabulario mínimo que le permita orientarse y entender de qué se habla. Los usuarios de los medios deben dominar expresiones como: “cuánto hay pa’eso”, “a mí que me pongan donde haiga”, “quihubo, palo de hombre”, “a mí que registren”, “dale un toquecito”, “¿cómo quedo yo ahí?”, “¿de cuánto es la comisión?”, “lo tuyo va andando”, “quiero que me investiguen”, “llegaremos hasta las últimas consecuencias”, “¿cómo va lo mío?”, “no tengo cuentas mancomunadas”, “las vacas paren”, “eso es una falacia”, “mis gastos los he cubrido con mi sueldo”, “a mí tú no me jodes”.

El abrumado usuario ha de contextualizar algunas frases conceptuales importantes como cuando el doctor Uslar Pietri dijo en televisión: “En Venezuela a los honestos se les llama pendejos”. También debe analizar el axioma tributario del inefable Jaime Lusinchi: “aquí sólo pagan impuestos los gafos”. Y nunca, nunca ha de olvidar el aserto sociopolítico del inolvidable Gonzalo Barrios: “En Venezuela se roba porque no existen razones para no hacerlo”.

Esta última frase, la de Barrios, por su carácter polisémico y totalizador, puede ser el lema del programa. Será un talk show con técnica homeopática, pues se utilizará la vasta experiencia y cinismo de los corruptos para combatir la corrupción. AD y COPEI, con sus veteranos recursos humanos en la materia, antes de desaparecer de la escena política, tienen la oportunidad única de prestarle un inapreciable y póstumo servicio a la patria. En el más allá, a la hora de asignar pailas, esto les servirá como atenuante.

earlejh@hotmail.com




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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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