Entrevista a Teun van Dijk

"Estar contra EE.UU. es saludable"



En una entrevista exclusiva, el lingüista holandés Teun van Dijk critica el hegemonismo de Washington y Europa, y desnuda el discurso de quienes se benefician con el sistema de dominación global.

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" No hay masas de víctimas del antinorteamericanismo. Se trata de una crítica contra de la arrogancia militar y política de Estados Unidos. Es una forma de resistencia, y no de dominación, por eso lo veo como muy saludable; porque se trata de una crítica inteligente y no de un prejuicio". Así, contundente, se expresa el lingüista holandés Teun van Dijk a la hora desmenuzar las prácticas y el discurso del sistema de dominación mundial encabezado por Estados Unidos, y en el cual la Unión Europea (UE) juega un papel importante.

En un intercambio de preguntas y respuestas realizado vía correo electrónico, el académico reconocido internacionalmente, en la actualidad profesor en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, recorre el mapa de las principales confrontaciones actuales y aboga por la articulación de un bloque de resistencia contra el militarismo, el racismo y las discriminaciones.

Especialista en análisis de discurso, van Dijk indaga sobre la relación entre poder, discurso y medios de comunicación y observa que, después del 11 de septiembre de 2001, se ha puesto en funcionamiento un sistema que combina propaganda mediática, racismo y fuerza militar, para discriminar y someter a “otras” sociedades y culturas, sobre el supuesto ideológico de la superioridad europeo-estadounidense.

El discurso-poder de Occidente sigue la lógica de la dominación, del abuso de poder, de los prejuicios, de la discriminación y del racismo, prácticas que se imponen a través de la producción y circulación discursiva de representantes políticos y de medios de comunicación de las élites dominantes. Ese es el campo de estudio al que se ha aplicado Teun van Dijk.

La prensa internacional suele registrar crecientes manifestaciones antiislámicas en distintos países de la Unión Europea (UE). ¿Cómo ve usted esa cuestión?

Esas manifestaciones no son nuevas. Hay una tradición muy vieja de antiislamismo en Europa. Hace 15 años hubo manifestaciones de ese tipo después del "fatwah" contra de Salman Rushdie, y no como una reacción popular, sino como un movimiento protagonizado por las elites simbólicas. Después del 11 de setiembre (de Estados Unidos, no de Chile) hubo muchas reacciones en varios países contra la presencia y la inmigración de musulmanes. En Holanda, por ejemplo, creció el racismo antiislámico y antiárabe con el éxito del partido de Pim Fortuyn (un líder populista de ultraderecha) y con el asesinato de éste y del cineasta Theo van Gogh (director del film “Submission”, en el que se refiere al Islam con la sumisiòn de las mujeres). Podemos decir entonces que los derechos de los musulmanes están seriamente comprometidos.

En un artículo publicado el año pasado por la revista argentina Ñ usted asegura que, después de los atentados del 11 de Septiembre de 2001, en Estados Unidos se ha gestado, en el ámbito de los discursos políticos y de los medios de comunicación occidentales, una “estrecha asociación entre terrorismo, árabes e Islam”. ¿Es el racismo una práctica funcional al imperialismo y a sus relaciones de dominación?

El racismo es un sistema de dominación, sustentado por prácticas de discriminación, como la exclusión y la marginalización de gente no europea, sobre bases ideológicas de una supuesta superioridad cultural. Esas prácticas e ideologías se manifiestan en los discursos públicos de los grupos dominantes, por ejemplo en la política, en los medios, en la ciencia, en la educación y en la burocracia. Ese sistema sirve también como legitimación de la dominación social, cultural, militar y económica de los europeos, tanto en Europa, como en América y otros lugares del mundo. A veces, esa dominación es muy sutil e indirecta. Después del 11 de setiembre, la marginalización de los musulmanes y de los árabes y la política de dominación sobre Oriente Medio se disfraza de histeria antiterrorista. Como analista crítico del discurso, me interesa sobre todo el rol de los discursos dominantes y de resistencia a esas formas de dominación. Por ejemplo, cómo los discursos políticos y de los medios de comunicación producen y reproducen las interpretaciones de los eventos en el mundo y cómo se reproducen así las ideologías dominantes. Antes era la ideología anticomunista, después la "guerra`" contra la droga, y ahora la guerra contra el terrorismo. Una estrategia muy eficiente para legitimar intervenciones, control y dominación.

El cientista político estadounidense Samuel Huntington ha señalado que el multiculturalismo “presenta a todo inmigrante como una víctima”. ¿Está de acuerdo con esta apreciación?

Por desgracia tenemos que tomar los discursos de Huntington en serio, porque tienen mucha influencia en algunos círculos conservadores poderosos, sobre todo en Estados Unidos. Al contrario de lo que dice Huntington, el multiculturalismo es una forma de contra-poder de los grupos dominados, grupos que se ven como resistentes y no como víctimas. Por eso precisamente hay tanta oposición de la derecha contra esas formas de oposición y contrapoder.

¿Percibe usted el problema que Samuel Huntington explica como “hispanización” de Estados Unidos y su cultura anglosajona, blanca y protestante?

Me alegra que las culturas anglosajona y europea se latinicen, se africanicen y se arabicen. La diversidad no sólo es estéticamente más atractiva, sino también, como sabemos, combina las mejores aspectos culturales y sociales en una nueva cultura, más dinámica. Las elucubraciones de Huntington son nada más que una forma de resistencia tradicional y retrógrada contra los cambios en el país y en el mundo. Obsérvese la gente en el centro de Londres, París y Ámsterdam, que en gran medida es originaria de muchas partes del mundo. Eso hizo a esas ciudades más atractivas.

A partir de su reciente viaje por América Latina, que a fines de 2004 lo llevó a Chile, Bolivia y otros países, ¿cómo percibe a esas sociedades respecto del antinorteamericanismo que ha reverdecido en ciertas regiones del mundo?

El antinorteamericanismo no es generalizado y además se combina con actitudes positivas hacia los Estados Unidos, por ejemplo en la música, en el cine y las ciencias. No hay masas de víctimas del antinorteamericanismo. Se trata de una crítica contra de la arrogancia militar y política de Estados Unidos. Es una forma de resistencia, y no de dominación, por eso lo veo como muy saludable; porque se trata de una crítica inteligente y no de un prejuicio.

¿Cómo observa a los medios de comunicación latinoamericanos respecto de la creciente asociación entre terrorismo, árabes e Islam, que usted señala entre los medios occidentales?

En los medios latinoamericanos se ven menos informaciones sobre "terrorismo e Islam" que en los de Estados Unidos y Europa, sobre todo porque tanto para los periodistas como para el público latinoamericano esos no son problemas o preocupaciones. Aquello que se escribe es mucho más distante y crítico (por ejemplo sobre Estados Unidos) que en otras partes del mundo. Obviamente aparece la reproducción de las noticias de las agencias internacionales dominantes (estadounidenses y europeas), pero no se registra el mismo nivel de alarma social que en Estados Unidos y Europa. América Latina tiene otros problemas, algunos muy conocidos, como la pobreza, la economía, la dependencia de Estados Unidos y las desigualdades sociales; y otros, menos conocidos y a veces negados, como el racismo contra los indígenas y los afrolatinos. En Argentina, por ejemplo, ese racismo se da contra los inmigrantes de Bolivia y Perú.

El intelectual palestino Edward Said expresó que, en la era de la “manufacturación del consenso" por los medios de comunicación, según el concepto del lingüista estadounidense Noam Chomsky, se crean barreras culturales en Occidente que desde Palestina la gente no puede derribar. ¿Con qué expectativas observa usted la diversidad cultural y el multiculturalismo en Occidente, en este contexto?

Obviamente, las elites dominantes que construyeron el consenso cultural también tienen que cambiarlo, porque son ellos quienes dominan los medios de la producción discursiva pública. Pero eso solamente es posible cuando grupos dominados, mujeres, y otras minorías, resisten y fuerzan a las elites a un cambio. Esto es cierto para la destrucción del medio ambiente por las industrias y el consumismo, y para el machismo y el racismo. Espero que también sea cierto para el militarismo, una forma de primitivismo que comprueba que el mundo no vive en la Modernidad ni en la Postmodernidad, sino todavía en un estado de salvajismo, en el que los conflictos se resuelven por la fuerza, con las armas y con militares.

¿Podría señalar alternativas de lucha contra la marginación y el racismo promovidos desde el poder político y económico occidental?

Las alternativas son conocidas. Las económicas han sido formuladas en el Foro Social Mundial de Porto Alegre. Todos nosotros, los que tenemos acceso al discurso público en medios alternativos, a Internet, a la ciencia y a la educación, podemos contribuir a la construcción de ideologías de resistencia contra la pobreza, el sexismo, el racismo y el militarismo, y de esa manera brindar ayuda simbólica a los grupos que más lo necesitan, para quitar legitimidad a los discursos de las elites dominantes.


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Orlando Gabriel Morales/ Argentina


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