¿Quién ganó?

Ciento veinte minutos y cinco penaltis y un fallo, bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el futbol.

No se si Dios existe en esto del futbol, pero se que su magnanimidad es tan grande que mi molestia por el resultado de anoche a él le debe preocupar muy poco, por que eso de clasificar sin ganar un juego es pecado que solo en el confesionario de los jerarcas de la Conmebol se podrá absolver. En el juego limpio como en muchos otros espacios de nuestro vida eso de creer en lo justo cuando lo que está en juego no es el deporte sino el negoció, para quienes creemos en la honorabilidad y el juego honesto, siempre vamos a aparecer como ingenuos y por añadidura pendejos. No gana el futbol o el amor que pongan en sus jugadas los jóvenes de la vinotínto, lo que manda es el valor del negocio, un estadio lleno, los contratos de la transmisión, la publicidad y las franquicias de las grandes marcas, que nos machacan hasta la médula con sus logotipos.

Solo la gente simple que grita en una plaza y que sueña con un gol va a quedar, por que total esta perdida tiene una dignidad que la victoria de la cuñas o de sus conmeboles que huelen a mafia, no conoce y esto es lo que cuenta. Esa euforia y alegría intense y pura y animosa de un país es algo que difícilmente se puede soslayar, secuestrar en cada persona, que anoche vibró durante ciento veinte minutos, mirando como entraban goles y doliéndose por los que nos anularon, mas los gritos por las pelotas que chocaban contra los esquivos travesaños son marcas que ya son parte de nuestra historia y allí han de permanecer.

Asombrémonos, entre quienes invertimos en la paciencia, por exiliados y vistos como menesterosos de los cenáculos de esta Federación preñadóta de negocios, y nos sobra la inocencia y nos asiste la fuerza que, sin duda va a terminar por vencer las armas y trampas de los airados, soberbios y sus arteras medidas propias de la camorra. Este ha de ser el verdadero pitazo final para esa cáfila de apadrinados, que todo lo controlan en nombre las ganancias.

tuliomon@gmail.com


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Tulio Monsalve


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