La base teórica
del capitalismo, es indudablemente el capital, su retribución y acumulación,
mediante la teoría del valor, la ganancia y la ley de la oferta y la
demanda, que en muchas ocasiones define los mecanismos especulativos;
pero todo esto, tiene un sustento que muy poco se discute, precisamente
por la tendencia reiterada de los capitalistas, de negar lo que son
y, en muchas ocasiones, esconder lo que hacen.
Es el caso del
recurso; que para el capitalista, es todo aquello que escasea o, que
se encuentra de forma limitada en la naturaleza y de allí, surge o
se establece su valor, lo que abunda, tiene poco valor y si ello, está
a la disposición de todos, menos valor tendrá. Por ejemplo, qué valor
tiene el agua del mar o qué valor tiene la arena ordinaria de las playas.
En términos absolutos
y para un posible mercado, la respuesta sería ninguno, ahora bien,
para un país que no tiene costas y que además, está alejado del mar,
podría tener un valor significativo, que surge de la escasez particular
de estos aspectos dentro de sus fronteras.
El agua del mar
o de los océanos, tiene tan poco valor en general, que sirve como un
inmenso vertedero planetario, receptor de todo tipo de desechos, sobre
todo peligrosos y de naturaleza radiactiva, es más, los océanos –
en especial el Pacífico sur – fueron escenarios de ensayos nucleares
de algunos países como Francia; igual trato, recibe la arena y las
áreas donde se encuentran – playas – que en reiteradas ocasiones,
son tapiadas con escombros y otros materiales, lo que representa en
la realidad, el poco valor económico de estos dos aspectos, en términos
de las reglas del capitalismo.
Otra cosa sería,
el valor geopolítico y estratégico, que no es tema del presente análisis,
debido a que, requeriría ahondar en el tema del imperialismo y los
mecanismos en general de sustentación de los sistemas de explotación
humana.
En resumen, la
tesis radica en mostrar que, para el capitalismo, el recurso es todo
aquello que escasea y por lo tanto, adquiere un apreciable valor de
cambio, en cuanto se le determina una necesidad que maneja o controla
el mercado capitalista – los teóricos del capitalismo, es decir los
economistas, lo politólogos y otros, niegan de forma absoluta esta
tesis y hasta la atacan con calificativos poco creativos contra quienes
la sostienen, pero de todo análisis, dicha tesis surge como conclusión
-.
Si la tesis la
aplicamos al tema de agua, veamos como en general presentan la existencia
o la cantidad de agua en el planeta.
En ese sentido,
se nos ha “enseñado”, que las tres cuartas partes o, las dos terceras
partes del planeta Tierra, es de agua; una sutil forma de escribir una
mentira o, verdad a medias, que a la postre, es una gran falsedad, por
cuanto, nuestra planeta, TIERRA, obedece su nombre porque está formado
de tierra y no de agua.
El agua – combinación
de dos átomos de hidrógeno con uno de oxigeno – es una sustancia
que escasea en el planeta, el oxido de sílice, es más abundante; el
nitrógeno mismo, como elemento o en combinación con otros, es más
abundante que el agua, en cualquiera de sus tres estados – gaseoso,
líquido y sólido -.
Tratemos de ver
ahora, la dependencia que tenemos hacia este líquido, tomando como
ejemplo, un escrito de un autor español José Menéndez Carreño:
“ Suena el despertador a las seis y veinte,
como cada mañana, y José se dispone a iniciar un nuevo día. Se dirige
al lavabo abriendo el grifo de agua fría para refrescarse y enjuagar
sus ojos aún semicerrados. Cuando lo consigue, toma su cepillo de dientes,
mientras litros y litros de agua se van por el desagüe. Con calma y
tranquilidad, que por algo le gusta levantarse con tiempo, se va por
su maquinilla de afeitar y rasura su barba aclarando la cuchilla con
ese enorme e infinito caudal de agua que sale por ese milagroso grifo.
Ya es la hora de la ducha, y no hay nada como la sensación de sentir
litros y litros de agua deslizarse por su piel durante al menos quince
minutos.
No cabe duda, que nuestro José, buena
persona al fin y al cabo, desconoce la disponibilidad de agua potable
para la población mundial y como mucha gente, se piensa que el agua
es un recurso inagotable, barato y que por tanto podemos disponer de
él todo lo que nos plazca.
¿ Es
realmente así? - Detengámonos a analizar cuánta agua tenemos.
En primer lugar conviene saber qué
el agua es un compuesto cuya molécula está formada por dos átomos
de hidrogeno y uno de oxígeno. ¿Son estos elementos difíciles de
encontrar en el universo? La respuesta es no, de hecho los elementos
más abundantes en el universo son, por orden, el hidrógeno, helio,
oxígeno y neón pero como el helio y el neón son gases nobles y no
pueden formar compuestos, únicamente nos queda el hidrógeno y el oxígeno,
que como habíamos visto, juntos forman la famosa molécula de agua,
por lo que podemos predecir, y sin duda es así, que el agua es el compuesto
más abundante en el universo (vamos bien).
Y ahora que sabemos que existe agua en
gran cantidad, cabe preguntarse dónde se encuentra concentrada esta
agua. Si miramos al cielo en una noche despejada escudriñando el universo
vemos una miríada de estrellas y con un poco de fortuna uno de los
ramales de la vía láctea, la galaxia en la que vivimos. ¿Hay agua
en las estrellas? Es evidente que la respuesta es rotundamente no, ya
que el calor que generan disocia la molécula en hidrógeno y oxígeno
haciendo inviable que contengan cualquier forma de agua.
¿ Y
que hay de los cuerpos pequeños como asteroides, ciertos satélites,
pequeños planetas? En estos casos la fuerza gravitatoria de estos cuerpos
no es lo suficientemente fuerte para sujetar la ligera molécula de
agua, y únicamente permanecería una pequeña cantidad ligada por fuerzas
químicas a la corteza rocosa.
¿ Dónde
tenemos toda esa cantidad de agua entonces? La respuesta es fácil,
fundamentalmente dispersa por el universo formando nubes y concentraciones
de agua, también contenida en cometas cuando están a una distancia
tan lejana de las estrellas, que el poco calor que reciben impide que
el agua en forma de hielo se evapore escapando al espacio exterior,
y finalmente, en cuerpos de mediano o gran tamaño cuya gravedad permite
retenerla como son planetas de un tamaño ya considerable como la Tierra.
Además de esto, nuestro planeta posee
la temperatura ideal para que coexista el agua en sus tres fases sin
que haya cambios muy bruscos de temperatura, gracias a todo esto tenemos
agua disponible.
Y vaya que si tenemos agua, la superficie
de la Tierra está cubierta de unos 205 millones de kilómetros
cuadrados de agua englobados en un gran océano que representa más
del 71% de la superficie total del planeta, únicamente el 29% restante
es la tierra por la que caminamos. Pero no sólo la superficie cubierta
de agua representa unos datos escalofriantes, si tenemos en cuenta el
volumen de esta agua considerando una profundidad media de 3.750 metros
(casi nada) estamos hablando de un volumen de agua de 524 millones de
kilómetros cúbicos, que expresados en litros serían 524•1018,
o lo que es lo mismo: ¡524 seguido de 18 ceros!.
Representa por tanto el agua de los océanos
un 97,2% del agua total del planeta y cada año se evaporan del
mar unos 128.000 Km3 de agua que posteriormente se precipitan
de nuevo en forma de lluvia o nieve. Gracias a eso podemos tener unos
320.000 Km3 de agua bajo la superficie de los continentes
y unos 48.000 Km3 sobre la misma, en forma de ríos y lagos.
Como vemos, hay mucha agua en la Tierra, y podríamos decir que en su
superficie es realmente el único líquido que existe en cierta cantidad.
Desgraciadamente, no toda esta agua de
la que disponemos es apta para el consumo humano, ya que la que se encuentra
en los mares tiene un contenido de sales demasiado elevado, esto es
debido a que durante todo el desarrollo de la historia de nuestro planeta,
mientras el ciclo del agua se repetía una y otra vez evaporándose
fundamentalmente del mar y precipitándose de nuevo formando ríos en
tierra firme, al paso por su cauce fueron erosionando la roca y disolviendo
todo tipo de sustancias arrastrándolas al mar y aumentando poco a poco
a lo largo de los millones de años su concentración salina.
¿ Qué
nos deja esto? Pues un simple 2,5% de agua dulce respecto a la cantidad
total que teníamos en la Tierra. Sin embargo, no toda cantidad de agua
se encuentra accesible ya que el 70% de la misma está congelada y concentrada
en los casquetes polares por lo que nos queda un 0,75% de agua dulce
en estado líquido. Desgraciadamente tampoco esta cantidad se encuentra
disponible ya que la mayor parte de ella se encuentra formando parte
de la humedad de la tierra y otra parte se encuentra en lugares a gran
profundidad o totalmente inaccesibles dando lugar únicamente a un 0,0025%
de agua potable accesible y de la que podría disponer para uso humano.
Por tanto podemos estar contentos de que
la naturaleza nos haya otorgado la suerte de disponer en cantidad suficiente
de un compuesto indispensable para la vida y con unas propiedades milagrosas,
de un planeta que reúne de una forma exacta y milimétrica las condiciones
exactas para poder, no sólo disponer de esta maravilla llamada agua,
sino de además poseerla en su estado más preciado, el estado líquido.
Sin embargo, como vemos, sólo el 0.0025% de esta agua cubre nuestras
necesidades.
El aumento demográfico y la contaminación
progresiva de nuestros recursos, así como su sobre utilización,
están provocando que esta cifra, ya de por sí mínima, descienda cada
año más y más hasta el punto de que en ciertas áreas de nuestro
planeta, el agua potable comienza a ser un bien escaso y muy preciado.
Si seguimos este camino, para el año
2025 dos de cada tres personas en el mundo vivirán en un estado de
déficit hídrico no disponiendo de la cantidad suficiente de agua para
consumo. Depende de todos nosotros mantener estos recursos mediante
una adecuada utilización y gestión de los mismos.”
El relato de Menéndez
Carreño, no deja de ser estremecedor, nos ubica donde casi todos los
autores nos ubica; una relación de la cantidad de agua susceptible
de ser aprovechable, en función de la cantidad de agua total que existe
en el planeta; pero no nos aclara, la cantidad de agua en el planeta,
en función de él mismo; si nos aclara, que el porcentaje que se menciona
sobre el agua, es la que cubre al planeta, arrojando interesantes cifras,
sobre esa superficie emergida y sumergida.
También nos expone
Menéndez, las conductas humanas sobre el agua y cómo – generalmente
– la dejamos perder, al bañarnos, cepillarnos los dientes, afeitarnos
y entre otros, faltaría señalar, al cocinar, cuando lavamos la ropa,
fregamos los platos y otros utensilios de cocina, etcétera.
En este particular,
hay que señalar lo siguiente <<Sabían ustedes – amigos lectores
– que en algunas comunidades africanas y australianas, no conocen
el concepto hervir; es decir, que los seres humanos de estas comunidades,
no conciben la idea de evaporar agua o, “gastar” para cocinar un
determinado alimento; esto sucede, porque es tan poca la cantidad de
agua disponible al año, que no pueden darse el lujo, de perder una
sola gota de agua, los alimentos se cuecen directamente al fuego.
Por ello, la cifra
sobre la cantidad de agua dulce, susceptible de ser potabilidad y utilizada
para el consumo humano, ciertamente alcanza apenas un 0,0025% del total
de agua existente; pero si comparamos estas cifras con el tamaño de
la Tierra como planeta, las cifras son más alarmantes y, nos coloca
sobre el tema central que se quiere analizar.
El planeta Tierra,
es una esfera semisólida, cuya masa es de aproximadamente unos 5,98
x 1024 Kgs, su radio medio es de 6.371 Km.; esto significa
que, es semisólida, por cuanto existen en nuestro planeta, partes líquidas
como los océanos y los cuerpos de agua subterráneos y, algunas formaciones
hacia el núcleo del planeta, que por las elevadas temperaturas, se
encuentran en líquida o semilíquidas; y el radio medio se establece,
en función de las variaciones que la misma superficie contiene, un
poco abultada en el ecuador y, achatada en los polos, además, que la
Tierra, no es completamente esférica, se parece más a una “pera”
que gira sobre un eje ligeramente inclinado.
Sin embargo, considerar
al planeta como una esfera incluso de forma sólida, no interfiera en
las estimaciones que seguidamente se realizaran, porque las magnitudes
son tan grandes, que esas pequeñas variaciones no representan gran
incidencia.
Por otra parte
tenemos, que el volumen de una esfera, se obtiene mediante la ecuación
V = (4/3) x ∏ x Rt3 o:
| V = | 4 | ∏ x Rt3 |
| 3 |
En este caso, V es el volumen que se pretende calcular, Rt es el radio medio de la Tierra y ∏, es una constante universal que surge de dividir el arco entre el diámetro; aporte hecho por aquel famoso filósofo griego de la expresión “eureka” – Arquímedes - , que entre otros aportes, elaboró un método para calcular una aproximación del valor de pi (∏), determinando que es, la proporción entre el diámetro y la circunferencia de un círculo, calculándolo en aproximadamente en 3,1416.
Si en la ecuación,
sustituimos los valores, tendremos lo siguiente:
| V = | 4 | 3,1416 x (6.371)3 Km.3 |
| 3 |
| V = | 1.083.209.449.855 Km.3 |
En palabras sería
algo así como: un billón ochenta y tres mil millones cuatrocientos
cuarenta y nueve mil ochocientos cincuenta y cinco, en cifras significativas
o más manejables tendríamos: 1,08 x 1012
Km3:
| V = | 1,083 x 1012 Km.3 |
En este volumen,
se incluye el volumen de agua presente en el planeta, por lo que, para
calcular ese volumen de agua, debemos hacer los mismos cálculos, pero
con un radio menor, equivalente a 6.371 Km., menos 3,73 Km., que denotaremos
como Rt-a, que se lee “Radio medio de la Tierra sin agua”;
expresándose en fórmulas de la siguiente manera:
| Rt-a = | Rt - Pmo |
Siendo Pmo,
es la profundidad promedio de los océanos, medida en kilómetros.
| Rt-a = | 6.371 Km. – 3,73 Km. |
| Rt-a = | 6.367,27 Km. |
Nótese, que la
diferencia de un valor (Rt-a) al otro valor (Rt),
es prácticamente insignificante o, poco representativo, sin embargo,
debemos continuar con los cálculos, para lo que, debemos utilizar otra
vez, la ecuación del volumen de la esfera, con el nuevo radio obtenido,
hacer la diferencia de un volumen con otro, para luego, obtener las
proporciones.
En este caso,
estaríamos calculando el volumen de la Tierra, sin agua, suponiendo
que toda la superficie del planeta, está cubierto de agua, cuestión
que no es así, por lo que, luego debemos hacer las respectivas correcciones.
En consecuencia
tenemos que el volumen del planeta sin agua (Vt-a), será
el volumen inicialmente calculado, menos el volumen calculado con el
nuevo radio obtenido, es decir:
| Vt-a = | 4 | ∏ x Rt3 | - | 4 | ∏ x Rt-a |
| 3 | 3 |
Desarrollando
los cálculos tendríamos que:
| Vt-a = | 4 | 1.081.308.018.582,36 Km.3 |
| 3 |
| Vt-a = | 1,081 x 1012 Km.3 |
Esto significa,
por diferencia, que el volumen del agua en la Tierra, está por
el orden de:
| Vt-a = | 1.921.981.417,64 Km.3 |
De esta cantidad,
hay que recordar, que el valor se estimó, considerando como que todo
el planeta estuviese cubierto de agua, cuando en realidad, lo que se
cubre es, el 71% de su superficie, por lo que, una cifra más cercana
a la cantidad de agua en el planeta sería de:
| Vt-a = | 1.383.826.620,70 Km.3 |
Las cifras presentadas, han sido calculadas, utilizando las fórmulas correspondientes a cada ecuación y necesidad de cálculo, y vale decir, que se aproximan a las suministradas por estudiosos como Francisco Tapiador y Miguel Ángel Gutiérrez F., y las que aparecen en algunas páginas Web, no así, con las que expone José Menéndez Carreño
Para corroborar
la información, veamos lo que exponen los otros dos autores citados:
<< El agua del planeta:
El contenido de agua del planeta se estima
en 1.300 trillones de litros. La mayor parte, un 97,23 %, la almacenan
los océanos y los casquetes polares un 2,15 %; los acuíferos, la verdadera
reserva para el hombre, un 0,61 %. Los lagos encierran el 0,009 %, mientras
que la cifra desciende en los mares interiores a un 0,008 %. La humedad
del suelo acumula el 0,005 % la atmósfera el 0,001 % y los ríos tan
sólo 0,0001 % del total. Esta cantidad ha estado circulando siempre
por la Tierra, originando y conservando la vida en ella. Disponemos
actualmente de la misma cantidad de la que disfrutaban los dinosaurios
hace 65 millones de años.
“ El
agua potable es un bien escaso por la cantidad de energía que hay que
invertir en su formación. El agua de los polos no es directamente utilizable
a gran escala, y es necesario recurrir a los acuíferos, algunos de
los cuales son fósiles, es decir, no renovables, y a los ríos. (Francisco
J. Tapiador)”
“ El agua en la tierra. Por Miguel Ángel Gutiérrez Fernández:
El agua es elemento fundamental, prácticamente
fuente de toda vida, constituyendo parte integrante de todos los tejidos
animales y vegetales, siendo necesaria como vehículo fundamental para
el proceso de las funciones orgánicas, pero, además, es indispensable
para toda una serie de usos humanos que comportan un mayor bienestar,
desde la salud y la alimentación, a la industria y al esparcimiento.
La que nos interesa, principalmente, para los usos humanos en el tema que tratamos, es en forma líquida y la conocida como agua dulce, en la cual existe una gama de componentes en disolución en pequeñas proporción, . . .
Esta agua dulce es solo una pequeña parte
del conjunto de agua que existe en la tierra y, a su vez, de ella solo
es aprovechable otra pequeña parte. Para hacernos una idea de la escala
del agua en la tierra y su influencia en los procesos vitales, vamos
a dar unos datos generales a título orientativo.
El agua se encuentra en la tierra, fundamentalmente,
en los mares y océanos cubriendo el 72% de la superficie del globo.
Su volumen se cifra en algo más de 1.300 millones de Km3, lo que representa
solo 1/4.500 de la masa de la tierra, siendo la profundidad media de
los océanos de 3.800 metros, que es, aproximadamente, 1/1.600 del radio
de la esfera terrestre, lo cual da idea de la pequeñez respecto del
conjunto y de la importancia para la formación de la vida en la superficie
terrestre, empezando por la de los océanos.
Esta agua es salada y su contenido es, aproximadamente, de
35 gramos de sales por m3., representando el 97,2% de la totalidad de
las aguas y el 2,8% restante lo forman las aguas no saladas que se cifran
en unos 38 millones de Km3. Este resto de agua se reparte, a su vez,
fundamentalmente, en los casquetes polares en forma de hielo, con un
volumen estimado en unos 30 millones de Km3. lo que representa el 2,2%
del total y el 78% de las dulces. Las aguas subterráneas algo más
de 8 millones de Km3 el 0,60% del total y 20% de las dulces, lagos,
ríos y arroyos 120.000 Km3. el 0,009% y 0,3%, respectivamente, y la
de atmósfera 13.000 Km3 el 0,001% y el 0.03, respectivamente. . . .
. . . El volumen anual de las evaporaciones
es de unos 480.000 Km3, los cuales provienen casi el 85% de los océanos,
unos 410.000 Km3. de los continentes, el 15%, unos 70.000 Km3. La cifra
de precipitaciones es la misma que la de evaporaciones lo que representa
una media de 940 mm. anuales, pero su reparto difiere ligeramente, cerca
de 370.000 Km3, el 77%, caen en los mares y océanos y unos 110.000
Km3, el 23%, lo hacen sobre continentes. De estos 110.000 Km3 que caen
sobre los continentes, parte se evapora y parte discurre por tierra,
siendo unos 70.000 Km3. los que se vuelven a evaporar y 40.000 Km3.
los que discurren por cursos de agua y a través del terreno hacia los
mares.
De este agua que cae sobre el terreno,
parte queda retenida en charcas o pequeños surcos (almacenamiento superficial)
y en su mayoría vuelve pronto a la atmósfera en forma de vapor, otra
parte se va concentrando en regatas, arroyos y ríos (escorrentía superficial),
de la que parte se infiltra y otra gran parte desemboca en lagos, mares
u océanos, donde se repetirá el ciclo. Por último, una tercera parte
penetra bajo la superficie del terreno (infiltración), rellenando los
poros o fisuras del mismo. De ella, una parte queda en zona no saturada
o de humedad del suelo, volviendo desde ahí a la atmósfera por evaporación
y, fundamentalmente, por transpiración de las plantas, descendiendo
otra parte hasta la zonas saturadas o de aguas subterráneas y discurriendo
a través de los terrenos, formando zonas de acumulación y flujos con
salidas a cursos superficiales desde donde se puede volver a infiltrar,
llegando hasta los lagos y mares.
El agua evaporada supone los 70.000 Km3.
antes citados y la que circula por cauces superficiales y a través
del terreno hasta los mares y océanos unos 40.000 Km3., de los cuales
unos 30.000 Km3. corresponden a superficiales y 10.000 Km3 a subterráneas.
De este agua circulante, se estima como teóricamente utilizables por
distintas circunstancias, unos 19.000 Km3. de los que en la actualidad
sólo se llega a unos 5.000 Km3., esperando llegarse con el avance de
las técnicas a unos 7.000 Km3 y a los 9.000 Km3.
Según vemos en estas cifras, el volumen
de agua utilizable, actualmente es del orden de la cienmilésima parte
del total de las aguas existentes, la milésima de las aguas dulces
no heladas y la vigésima parte de las que forman el ciclo hidrológico,
sin contar con las aguas subterráneas no renovables (existen otras
aguas profundas y que según los científicos se cifran en 50 millones
de Km3. con un periodo de almacenamiento de decenas de miles de años,
por lo que no se consideran directamente ligadas al ciclo hidrológico
y mucho menos utilizables). Lo cual da idea de la importancia de cuidar
este patrimonio común, si no se quiere alterar, irreversiblemente,
el equilibrio ecológico.
Además de la limitación de las disponibilidades
de agua dulce de manera global, se produce un reparto desigual en las
distintas superficies continentales, dando lugar a zonas de abundancia
y zonas de escasez. Todo ello como consecuencia de las circulaciones
de las zonas más calidad (en El Ecuador) hacia las más frías en los
polos, así como por la desigual distribución de las tierras y los
mares y la orografía entre otras.
. . .>>
Indistintamente
de la proximidad de las cifras, a los valores reales, presentado por
los autores y, de quién tuvo la responsabilidad de realizar los cálculos,
son datos estremecedores, que tienen que llamarnos definitivamente la
atención y, no hacernos reflexionar, hacernos actuar, para alejar en
el tiempo, los grandes males que nos esperan, entre los que están indudablemente,
la guerra por el agua, que en cierta manera, ya ha comenzado de forma
abierta en algunas regiones como al norte de África, y de forma solapada
como en nuestro país.
En la tabla siguiente,
veremos un resumen de los datos suministrados y otros obtenidos de diferentes
fuentes; veamos:
Los datos de la tabla, contienen valores ya calculados a lo largo del
artículo y otros, que surgen de profundizar los cálculos, ecuaciones
que no presentamos, tanto por su simplicidad y otro tanto, para no cansar
al lector, sobre todo, a aquellos que le huyen a las matemáticas.
Se reafirma, que
las cifras o los datos, son estremecedores, como los últimos contenidos
en la parte de porcentajes o relaciones. Por ejemplo, vemos que la profundidad
promedio los océanos en función del radio del planeta, apenas es del
0,0585 por ciento, es como comparar un metro con cinco centímetros.
Asimismo, tenemos la relación entre el volumen de agua en el planeta
con el volumen total de la Tierra, que apenas alcanza el 0,1278 por
ciento, es como tener, mil gramos de arena, frente a ciento veinte gramos,
pero, es una cifra que requiere una serie de consideraciones, por cuanto,
el volumen calculado, no considera las formas de las costas, del fondo
oceánico ni, la masa viviente dentro de los océanos, que no son parte
del volumen de agua, por lo que, ese porcentaje disminuiría drásticamente,
acercándonos al porcentaje real, que el último dado que se suministra,
que relaciona a la masa de la Tierra con la masa de los océanos, equivalente
al 0,0226%.
Esta relación,
es muy poco conocida, de hecho, prácticamente en ningún libro aparece,
por el contrario, hay libros que contienen información tan errada,
que preocupa el papel de los gobiernos, al permitir que se publiquen
tales obras.
En más de un
libro – sobre todo de educación básica – donde se lee “el planeta
está formado por tres cuartas partes de agua y una de tierra”; y
así, muchos de nuestros compatriotas se han formados.
Si piensa que
esto no es cierto, busque a cualquier persona que no haya leído este
trabajo y pregúntele ¿qué hay más en el planeta agua o tierra?,
y comience a hacer una pequeña encuesta entre sus amigos y – por
favor - remítame los resultados al correo rodolfosigloxxi@hotmail.com.
La respuesta correcta
a esa pregunta, es que el 99,9774% del planeta, es de tierra y, escasamente
el 0,0226% es de agua y de ese minúsculo porcentaje, el 97,2% es agua
salada o, esta en los océanos y, sólo disponemos de un ínfimo porcentaje,
de unos 0,1% para consumo humano, sin estimar y descontar aquellas masas
de agua, que estando a disposición del consumo humano, se encuentra
completamente contaminadas de forma negativa.
La verdad del
agua en el planeta, es realmente alarmante, y parece que pocos la conocen
objetivamente, realidad que ha sido inducida por el modelo explotador
humano imperante, que nos hizo creer, que el agua es una sustancia abundante
(más de las dos terceras partes del planeta), para que no la conserváramos
y malgastáramos.
El problema del agua, en la mayor parte del planeta, es de escasez, y en países como el nuestra, donde el agua abunda, el problema es, de redes de distribución y de sistemas de almacenamiento; que cuando las grandes potencias terminen de dominar al mundo, vendrá a buscarla, para fortalecer su dominio y, tener la más valiosa de todas la mercancías para vender; por ello, es necesario tener presente que “aguas que no has de beber, guárdala para cuando tengas sed”.