Insensibilidad y estupidez ante la tragedia

Los signos más característicos de la conducta política de la oposición venezolana son la insensibilidad y la estupidez. Por lo menos, eso es lo que salta a los ojos en situaciones de preocupación y angustia como las generadas por las lluvias torrenciales y fuera de estación que azotaron al país en los últimos días. Cuando las circunstancias imponían movilización y acciones concretas para auxiliar a los damnificados y minimizar los daños que inevitablemente provocan precipitaciones records, superando en cantidad el record anterior de 1951, los periódicos y los dirigentes de la oposición se dedicaron a la caza de gazapos y obras truncas que permitan responsabilizar al Gobierno Nacional del desastre. O bien exhiben la más vergonzante indiferencia ante los acontecimientos.

Tal conducta es la revelación de la insensibilidad hacia los que sufren y viven una lamentable desgracia. Luce que el drama humano generado por la expectación de los acontecimientos, de sentirse absolutamente impotente ante las fuerzas descomunales de la naturaleza, la posibilidad real de perder su casa, sus enseres, y sobre todo, de perder la vida de sus seres queridos y la propia, carece de importancia ante el hecho de responsabilizar y atacar al gobierno.

Pero también es una conducta políticamente estúpida; pues, nadie prestaría oídos a las acusaciones en las actuales circunstancias: Ni los afectados preocupados en solventar la situación que confrontan ni quienes están concentrados en ayudarlos. En esta oportunidad la crítica de periódicos (Tal Cual, le ha dedicado tres editoriales consecutivos y abundantes reportajes internos) se concentran en las obras que adelantó Corpovargas, contrariando las que inicialmente había previsto la Autoridad Unica de Vargas con motivo del deslave de 1999. Antes a esta última se le había descalificado llamándola “comisión de académicos diletantes”.

Olvidan que las modificaciones a los proyectos iniciales se hacen precedidas de un estudio de justificación de esas modificaciones. Es verdad que hay una discusión técnica en donde se cuestionan los criterios costo-beneficios que siguió Corpovargas. Pero, habrá que enterarse de esa discusión y compararla con el comportamiento de las obras en relación a las lluvias de febrero, para poder concluir quien tiene la razón. ¿Hubo muertos en Vargas por las lluvias? No. ¿Se cayó alguna de las obras por Corpovargas? No. ¿La canalización de la desembocadura de los ríos fue insuficiente? Hay que evaluarla, así como hacer las correcciones necesarias en todo lo que se ha venido haciendo en Vargas. ¿Los derrumbes sobre la vía son inevitables?

Luego, no entienden porque Chávez tiene un 65% de aceptación en la población venezolana. ¡Nadie puede querer a los zamuros que se precipitan sobre las desgracias de los demás a sacar provecho y usar en beneficio de sus intereses los sufrimientos y penalidades de la gente!

Nadie niega que no deba evaluarse lo ocurrido ni que no existan responsables en relación a desastres específicos en cuanto a obras que debieron hacerse o se hicieron mal. Pero, para eso habrá el tiempo y el momento oportuno. Hoy lo que se impone es salvar a los damnificados, protegerlos, garantizarles una manera digna de rehacer sus hogares y sus vidas. El balance lo haremos después.


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Rafael Hernández Bolívar

Psicología Social (UCV). Bibliotecario y promotor de lectura. Periodista

 rhbolivar@gmail.com

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