Caminar por Caracas

Caminar por la aceras, por los bulevares, con la seguridad de que son áreas para peatones es una obviedad que ha ido desapareciendo en Caracas, gracias a que los motorizados intentan, unilateralmente, cambiar las convenciones que tienen que ver con el tránsito. Poco a poco empezaron a trasgredir las normas. Luces de semáforos en rojo, verde o amarillo convierten a los motorizados en “daltónicos urbanos”. No las reconocen. La manía de pretender llegar a cualquier parte sin que la moto frene los ha convertido en unos seres desaforados, incontinentes e impenitentes. Cambiarse de canal en las vías convierte al conductor en un trasgresor en cuatro ruedas, pues los que andan en dos decidieron que la raya blanca es su canal, y cambiarse puede costar una mentada de madre, una patada en la carrocería, una señal de costumbre, un “vieja apártate”, un motorizado en el piso con alguna costilla rota, y, encima, la solidaridad insólitamente automática de sus “congéneres”.

“Caracas se mueve en dos ruedas” es algo más que una frase. Cuando el apuro le gana a la eficiencia el mensajero con moto propia se hace indispensable. Cuando el tráfico pasa a ser una excusa de por vida para justificar la impuntualidad, cuando siempre se está viviendo al filo de los segundos como si el trabajo planificado fuera una quimera, los motorizados se convierten en una necesidad. “Llama a un motorizado para que lleve el sobre” o “llama a un motorizado para que me lleve a la reunión que ya es muy tarde” son frases repetidas cientos de veces en Caracas, la que se mueve en dos ruedas.

Ministros, gerentes, estudiantes, familias enteras, secretarias y presidentas de empresas recurren a la moto taxi, y cuando se enhorquetan en las dos ruedas sufren una transformación con la que atropellan majaderamente al resto de los ciudadanos. El que ya no respeten el sentido de la vía es síntoma inequívoco de que están fuera de control. Ya no es la raya blanca, la acera violentada, el bulevar convertido en pista… Ahora cruzar la calle viendo el sentido de la vía es inútil. De cualquier lado puede salir el motorizado y frenarte en las “patas” con el insulto incluido.

Sí, es verdad, no son todos. Pero son burda los que creen que las normas están hechas para todos menos para ellos. O que simplemente las desconocen. El esfuerzo desplegado por la Policía Nacional Bolivariana para poner orden con los motorizados, al lado del caos que ya es el tránsito caraqueño, no es suficiente. Este esfuerzo debe estar acompañado de una campaña de información, de concientización y de colaboración de todas y todos. Caracas puede y tiene ser una ciudad caminable. No podemos dejarlo para después.


mechacin@gmail.com
@mercedeschacin


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Mercedes Chacín


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