Jesús Romero Anselmi, un hombre bueno

Conocí a Romero Anselmi pocos meses después de iniciada La Hojilla. Paseaba solitario en VTV, cigarrillo en mano, pausado, quizás esperando no ser alcanzado por su notoria presencia.

No le gustaban las alabanzas y hasta el rubor las evadía, muy a pesar del aura inquebrantable que le arropó desde aquel glorioso 13 de abril cuando escoltado por Danilo ingresó en el canal de la Patria golpeada. Su voz ronca, profunda, iluminaría de esperanza a todo el pueblo venezolano. Luego se apartaría voluntariamente para que en tropel, líderes, funcionarios y algún que otro oportunista, tomara la pantalla mancillada por el fascismo y se extendiera la información hecha realidad en las calles de Venezuela: ¡Chávez regresaba!

Jesús Romero Anselmi era así, el anónimo detrás del escenario, el hombre que prefería más una conversación con los obreros del canal que utilizar las cámaras para brillar como los insulsos. Romero Anselmi era el héroe de nosotros los enanitos, el héroe de los que sabíamos de su inalcanzable honestidad. Romero Anselmi era en esencia un hombre bueno, título que muy pocos ostentan y que, en honor a la verdad, estamos en el deber de envidiar.

Soportó como pocos la arremetida del fascismo. Su compañera en el lecho de muerte y la jauría afuera ladraba improperios. Su compañera fallecía y afuera la rabia celebraba su tristeza. Romero Anselmi era un hombre bueno, creo eso no lo podía entender la turba disociada.

No recuerdo un día de nuestros encuentros en el que no mostrara una sonrisa o una palabra de aliento. El viejo Romero Anselmi era cátedra del periodismo y sencilla cotidianidad, pertinaz crítico de aquellos que creían utilizarlo y paciente hasta el suicidio cuando lo herían por gusto.

Antes de conocerlo sabía del ostracismo a que lo habían condenado. Sin embargo, tuve el honor de sentarme con él por primera vez en los maceteros de VTV y no dijo una palabra sobre el asunto. Solo habló de revolución, de compromiso, de la comunicación necesaria y de su amigo el Comandante Chávez. Luego, reivindicado, seguiría sonriendo sin decir nada de nadie, acaso entendiendo que las cosas en este mundo, por ley natural, regresan al sitio donde deben estar.

Cuando falleció prematuramente Lesbia Luna, su asistente, nos sentamos con un café y un cigarrillo a preguntarle a la vida por qué se mueren los que no deben morir. Pero, Romero Anselmi no dejó de sonreír, acaso entendiendo que también por ley natural a nosotros nos tiene que llegar… y le llegó y me vendrá.

Honor y gloria a Jesús Romero Anselmi, honor y gloria viejo camarada.     

 mariosilva59@yahoo.com


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Mario Silva García

Comunicador social. Ex-miembro y caricaturista de Aporrea.org. Revolucionó el periodismo de opinión y denuncia contra la derecha con la publicación de su columna "La Hojilla" en Aporrea a partir de 2004, para luego llevarla a mayores audiencias y con nuevo empuje, a través de VTV con "La Hojilla en TV".

 mariosilvagarcia1959@gmail.com      @LaHojillaenTV

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