Religiones sin alcance de pensamiento

Todas las religiones vigentes parten de vista humanos como base, de ahí se ha derivado hasta hoy, todo lo falso, todo error de concepto. Se puede decir con mucha certeza que Dios y las palabras de Jesús, son de naturaleza completamente extrañas para las religiones, así, todo pensamiento sobre la verdadera religión no puede menos que parir errores por las practicas hipócritas alejadas del conocimiento y la realidad.

La actividad de las religiones que no pueden abandonar el carácter humano saca conclusiones pensando únicamente en encubrirse y tratar de perfeccionar la Providencia, lo más que se pueda dentro de las limitaciones humanas, y partiendo del ideal de una misma especie, llevando las esperanzas hasta lo inconcebible, todo continua en la misma línea del pensamiento humano y, por eso no podrán descubrir ni la sombra del concepto de la grandeza de Dios.

Punto de vista terrenal con errores y virtudes, necesidades e intereses políticos-económicos, alcanzan su punto de ebullición con la creación, tesis que nunca pudo ser depurada, solo se babea a la humanidad con ofrecimientos que, con alegría y gratitud esta presta a las nuevas revelaciones de Dios, manipuladas por hombres y mujeres que lideran esta o esa religión, secta o grupo, en perpetua maduración hasta este instante.

Todas las religiones conforme creen crecer hablan de un cambio universal y tienen razón, lo que no quieren darse cuenta que ese cambio ya está aquí, la humanidad se encuentra en medio de ese cambio, pero, no se percata de él porque no quieren o por la influencia que ejercen  las religiones en grandes masas de gente domesticadas.

Desde que aparecieron los profetas como seres privilegiados, la cantidad de religiones, sectas o grupos que manipulan la Biblia aumento con el fin de “ayudar” a los débiles mortales que ignorantes acuden a las nuevas revelaciones hechas en distintas épocas, hasta que, finalmente, se aburren por la repetida revelación concerniente a sostener sutilmente los males que agobian a la gente partiendo de la pobreza mental.

Y, aun cuando estos seres humanos líderes de esta o aquella religión se esfuerzan por mantener o elevar su comportamiento, se presenta la absoluta necesidad de la ampliación del conocimiento para evitar que la gente se  quede detenida y desvirtuando que, para tener fe es necesario el conocimiento.

Acercarse a las religiones sin conocimiento es el principio de la descomposición ya que por su inactiva sobre maduración confunde más al espíritu humano que no sabe emplear lo superficialmente aprendido en las religiones. Así, sin práctica todo es inservible, será su perdición por una energía mal empleada.

Es lamentable ver con que diligencia las religiones van labrándose su decadencia, con ello su hundimiento por sostener la caridad, el sectarismo y la falsa creencia que caminan hacia arriba. Las personas que lideran estas sectas tienen un amargo sabor porque, con su manipulación sostienen la pobreza mental y les importa un bledo la pobreza material de la mayoría.

Cosa muy diferente es creer en Dios, otra en los hombres y mujeres de tal o cual secta con su estreches de pensamiento repetido de idéntica manera en cada comportamiento obstinado, terco y tan ridículamente presuntuoso que da lugar a que no queden esperanzas de alguna posible salvación.

Todos los líderes religiosos creen tener sabiduría, la sabiduría es mucho más grande que manejar la Biblia, predicar y no practicar tus debilidades y fortalezas cotidianamente, viviendo para aparentar porque ocultas tus debilidades, enmascarándolas, ocultando las costumbres y cada domingo manifestar tener errores porque somos humanos, lo repiten una y mil veces cada vez que cometen errores sin cambios profundos por su humana manera de pensar.

Así, por culpa propia y a causa de esa ridícula pretensión de saberlo todo de la que hacen gala los religiosos o por actuar mejor o por una mejor actitud, es su falsa manera de obrar, recorren toda la creación con sus efectos perturbadores y perniciosos, de tal suerte que el resto de nosotros somos casi proscritos.

Muy pocas palabras pueden expresar exactamente la estupidez religiosa con ese altivo engreimiento. Un hombre y una mujer comunes y corrientes dándose importancia por ser delegados de Dios, acaparan los diezmos como maravillosos farsantes de la creación.

Resulta ridículo como las personas en su locura de hacerse los grandes ante su creador no les importa el teatro que proyectan, causa repugnancia y un escalofrió recorre el cuerpo cuando se reconoce a estos impostores prometiendo el cielo y el infierno. 

rcpuma061@yahoo.com



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Raúl Crespo


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