Venezuela, ¿Será que nos despertamos una mañana y los EEUU dejaron de existir?

Venezuela no es una isla; aún como tal ni siquiera Cuba existe de manera
aislada. Por lo tanto lo que está sucediendo en otras partes del mundo nos toca pronto o tarde directa o indirectamente. Los acontecimientos internacionales, especialmente lo que pasa en América del Norte, afectan directamente a Venezuela, y podrían tanto vigorizar nuestras esperanzas como causarnos las pesadillas más salvajes.


Los EE.UU. son un país imperialista en la época de la globalización, es un
Estado archi-capitalista. Nuestros problemas relacionados con los EE.UU. y
Canadá tienen muy poco que ver con el "Imperio" de Alejandro el Grande o con la corona imperial de la reina Isabel II. América del Sur se ve amenazada por el imperialismo corporativo global, la fase superior del capitalismo. Por lo tanto, para luchar por el socialismo, Venezuela no puede ser anti-imperialista y pro-capitalista al mismo tiempo. Este sería el dilema clásico de querer comer su pastel y mantenerlo entero al mismo tiempo.


Vamos a comentar brevemente algunos aspectos del actual colapso económico
capitalista del imperialismo en América del Norte y sus consecuencias globales, también para Venezuela.


Como ya sabemos, en este mismo momento, todas las clases dominantes globales y sus aliados correspondientes están tratando desesperadamente de detener el colapso del capitalismo mundial, del flujo cósmico de la historia moderna. Con todos los medios terroristas que justifican sus fines, por las buenas o por las  malas, están truncando el cruce del Rubicón que separa la emancipación proletaria de la barbarie corporativa. Sin duda, frente a este colapso sistémico  total, con todas sus fuerzas militares y económicas, los poderes dominantes  metropolitanos y sus competidores por la hegemonía mundial, actualmente aceleran su diabólica explotación y dominación a escala mundial, como lo son el 'gobierno único mundial’, el control mental, la vigilancia política individual abierta y la vigilancia social encubierta. Por todos lados los EE.UU. están amenazando a Venezuela.


En la incesante lucha de clase global, en las actuales guerras mundiales, esos
ataques del humanismo militar cobran su tributo proletario. Pero también se ve claramente para qué y para quienes realmente tocan las campanas transhistóricas.

Marx dijo una vez que los países bárbaros y semi-bárbaros "podrían ver su futuro reflejado en el desarrollo de los países industrializados”. Hoy en día, en la época de la globalización, la que él mismo predijo en 1848, dialécticamente
debería concluir que la gran potencia mundial, los Estados Unidos de América, debe ver su futuro, su colapso, reflejado en las actuales condiciones miserables de África, Asia y América del Sur.

En la medida en que la quiebra, la corrupción y el incumplimiento económico de los EE.UU. están avanzando, en que la explosión geométrica de la pauperización está sacudiendo los propios cimientos del corporatismo imperialista, y como las corporaciones se hunden en los lodazales sin fondo de la concentración y la monopolización del capital, del mismo modo el mundo entero se convertirá en una pesadilla de la migración; en muchos países irá a estallar el malestar social, como se puede presenciar en las ocurrencias más recientes en África del Norte, en Argelia y Túnez. Ciudades de carpas y pueblos fantasmas brotarán como los hongos de la noche a la mañana en todo el planeta, especialmente en Europa y América del Norte. En este último, ya los militares están en alerta por eventuales disturbios internos.


¿Esto suena demasiado utópico, demasiado irrealista?

Entonces sólo imagínese el siguiente escenario:

Se acabaron los buenos tiempos de los Tres Gigantes, de las mega-ganancias de General Motors, Ford y Chrysler. Después de esa última gran caída lo que
sobrevivió era sólo una industria automóvil fracturada y dispersa. Al igual que
tantos barrios de chabolas y otros guetos en este mundo capitalista, Detroit
puede hundirse en el olvido geográfico.


Por ejemplo, Detroit, o partes de la ciudad, podrían convertirse en la ciudad
fantasma típica del “Oeste Salvaje”. Sin negocio, inversión, infraestructura y
empleo, Detroit perecería. Nadie compraría ningunos inmuebles o tiendas allí.
Las clases altas y medias se huirían, y al igual que en la película “After
People, (Después de la gente)”, luego la madre naturaleza se haría cargo de
nuevo. El monte invadiera los cuatro canales de la autopista, en la que alguna
vez las limusinas de lujo transportaron a los magnates y los directores
ejecutivos hacia Wall Street y Atlantic City. En un escenario como este podría
ocurrir que ni siquiera los más pobres entre los pobres comprarían esos "bienes inmuebles" por 100 dólares por tratarse de pueblos fantasmas abandonados.

Millones preferirían vegetar bajo los puentes y en chozas, y en los inviernos
fríos elegirían a sufrir enfermedades como resultado de las horrendas tormentas  de nieve. Por lo menos, antes de que la ‘reducción de la pobreza’ los alcance, aún tienen el privilegio de vivir cerca de regiones donde se pueden conseguir algunos trabajos de baja categoría para sobrevivir unos días más.


Por supuesto, el escenario anterior es sólo ‘ciencia-ficción’, una especie de
‘realidad virtual’.


Sin embargo, allí surge la gran pregunta: Al igual que los Tres Gigantes y que
el Hermano Mayor, ¿será que la ciudad de Detroit realmente se está muriendo y con ella también el capitalismo norteamericano?

Al igual que en el caso de la Unión Soviética y las Torres Gemelas, ¿será que
nos despertaríamos una mañana y observaríamos que los EE.UU. no existen más?

Mientras tanto, la clase media de Estados Unidos se está desvaneciendo. Pronto los rascacielos de Nueva York podrían ser reemplazados por las ciudades de carpas y en el Oeste Salvaje como en otras regiones millones de "pieles rojas" masacrados dieran la vuelta en sus tumbas, para darles la bienvenida a los últimos ‘Mohicanos Blancos’ y fumar con ellos una pipa de paz eterna.


Las élites del poder de los Estados Unidos y de la Unión Europea, de la OTAN y todos sus aliados, de la Comisión del Sur y de la Africom, del FBI y de la CIA, de la Organización Mundial del Comercio, del Fondo Monetario Internacional y sus respectivas contrapartes, todos ellos no pueden superar la velocidad de las ondas escalares naturales, no pueden detener la llegada de la primavera galáctica.

En otros artículos habíamos advertido hace mucho tiempo que a pesar de los
billones de dólares embuchados en los bolsillos de los banqueros corruptos, los EE.UU., de hecho, todo el sistema capitalista global se derrumbará cuanto antes. Económicamente los EE.UU. ya se encuentran prácticamente en bancarrota. No logran pagar sus deudas internacionales y nacionales. El propio Banco de Reserva Federal está al borde del colapso. Probablemente ni siquiera puede comprar el papel oficial en donde imprime los dólares devaluados. Claro, para Venezuela y América Latina, como patio trasero de los EE.UU., todo esto podría tener consecuencias catastróficas. Nos encontramos en el borde resbaladizo de un sistema capitalista mundial colapsado.

Por último, Venezuela, nuestro problema no es el "Imperio", sino el capitalismo imperialista, la globalización.

franz@franzlee.org.ve 


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Franz J. T. Lee


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