El tema de los apodos

El Presidente y Tribilín

Compay, por favor, aquí……. Cuantas veces hemos escuchado al Comandante Presidente hacer la misma súplica, mientras el encargado de seleccionar las imágenes que se transmiten por la televisión se empeña en mostrar el rostro del Presidente Chávez y no el motivo de su plática de ese momento. Este afán de interés único en la figura presidencial es rayano en la adulancia.

Pero hay otras modalidades adulantes. Una de ellas, a mi parecer, no advertir al Comandante Chávez de ciertas prácticas que inconscientemente son rechazadas por el común, y a mi juicio, pudiera explicar esa animadversión irracional, sobre todo de la llamada clase media.

A lo que me refiero es a la afición del Camarada Presidente a usar motes, apodos, sobrenombres, alias, “nicknames”, o como prefiera usted llamar a la practica de no llamar a la gente por su nombre, éste último “la mejor música para los oídos” según el slogan de una campaña para estimular a que la gente se refiriera a los demás por su verdadero y legal nombre.

El Presidente comienza por sí mismo, y en reiteradas ocasiones se ha referido a su persona con el mote de “Tribilin”. Afortunadamente el pueblo, sabio como Dios manda, no le ha comprado, porque de alguna manera y sin sesudos estudios al respecto, ha comprendido que el Comandante Chávez no tiene nada que ver con ese engendro de la imaginación de Walt Disney, un perro humanoide, de inteligencia limítrofe, que pretende representar al ciudadano promedio, ya que otra cosa no es el tal Tribilin o Goofy en su idioma original. Y más pitiyanqui que un producto Disney, no sé que otra cosa será.

Los apodos o sobrenombres, tienen básicamente dos propósitos: expresarse cariñosamente ó burlarse descarnadamente de alguien. El uso amable casi siempre es en el ámbito familiar, con el riesgo de que el objeto del cariño pierda su identidad legal; es el caso de un padre que tuvo que preguntarle a su esposa el verdadero nombre del último de sus hijos, porque él solo recordaba el apodo.

El uso hiriente de los apodos ha tenido finales desgraciados, aunque lo convirtamos en chiste, como el famoso del hombre que juró matar al próximo que lo llamara “Cacho é Vaca”. Entonces vino un desprevenido inocente y le saludó diciéndole: Hola, amigo. El tipo del cuento, en su obsesión de castigar al que se atreviera a llamarlo “Cacho é Vaca” no podía creer que este señor lo llamara “amigo” simplemente y recurrió al razonamiento: “Amigo?.. el mejor amigo del hombre es el perro… el perro persigue al gato… el gato al ratón… el ratón se come al queso… el queso se saca de la leche… la leche se saca de la vaca… y…. la vaca tiene cachos…. PUM.

Hay familias que han perdido sus apellidos por: “Los Chivos”, “Los Buzos”, “Los Pavos locos”…. Dígame los profesores: “Venenito”, “Frente é chola”, “Pescaíto”. Y el Presidente se los saca sin rubor en una cadena nacional de radio y televisión.

Algunos compatriotas tardaron años en recuperar su nombre, y cuando ya estaban tranquilos con respecto a que su apodo era cosa del pasado, viene Chávez y se los saca en Aló Presidente, y ni modo, si fue el Presidente quien te llamó así, ahora te lo calas, y por qué no te arrechas con él.

No jorungue Comandante, dejemonos de eso, y ustedes aduladores, ayúdenlo a no meter la pata.
 

PATRIA SOCIALISTA Ó MUERTE.

VENCEREMOS

jbalzaiaesp@yahoo.es

 


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