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Articulos El Four Seasons agonía cinco estrellas
Un conflicto con ramificaciones internacionales extiende su sombra sobre el obelisco de la Plaza Altamira —reducido el pobre, qué duda cabe, por las inmensas dimensiones del edificio en el que se libra la batalla. El Hotel Four Seasons, ese blanco artefacto que muchos consideran una verdadera agresión urbanística a la ya de suyo golpeada ciudad, está en terapia intensiva. Al tiempo que tribunales, abogados y oficiales de Ingeniería Municipal discuten sobre su destino final, el albergue no recibe más huéspedes o comensales que los empleados y propietarios, que encaran, día a día, el terrible rostro del fantasma de la crisis
Eurídice Ledezma
Sale casi de la nada. Menudo y casi frágil, su físico contrasta con ese halo de poder y misterio que se respira en su presencia. Educadísimo, amable, con un traje azul perfectamente cortado y unos ademanes sosegados y hasta tímidos, da al traste casi de inmediato con la leyenda que le precede. Pero no es una persona fácil de descifrar. Es evidente que sabe administrar su charm adecuada y oportunamente y que está acostumbrado a ganar, así sea a cuenta de inescrutables caras de poker. Es Carlos Barrera Bermejo, presidente del Consorcio Barr, dueño del edificio que actualmente ocupa el Hotel Four Seasons, quien contra todo pronóstico ha tenido la enorme deferencia de aparecer en una entrevista largamente esquivada y que solo la acepta, según dice, para mostrar la elegancia y lujo “sin estridencia ni ostentación” de una de las suites del edificio. Afable anfitrión, abre el elegante mueble de madera donde se encuentra el televisor y el DVD, habla del cook top y del microondas, ofrece pastelitos y jugo... pero no se quedará, no hablará. “Implicaciones legales” se lo impiden. Minutos después llega su hermano, Lautaro Barrera Bermejo, vicepresidente del Consorcio y quien fuera ingeniero encargado de la obra. Tienen, sin duda, aire de familia: las mismas manos y el mismo aire tímido pero imponente. Más transparente, eso sí. Pero tampoco hablará. Viene flanqueado por Alvaro Badell, abogado del bufete Badell, Grau y de Grazia, quien tendrá a bien responder todas las interrogantes. Es un hombre alto, corpulento, de poderosa presencia física, que contrasta con la aparente fragilidad de los hermanos Barrera. Se requiere de su presencia para enfrentar la incómoda tarea de contestar, por ejemplo, por qué Four Seasons, una de las más reconocidas cadenas hoteleras a nivel mundial, ha demandado al Consorcio por incumplimiento de contrato, por qué los restaurantes de lujo que han atendido a Luis Miquilena y Margarita Zingg, entre otros, son ahora espacios en los cuales almuerzan los empleados del hotel y, sobre todo, si es cierta la extrema situación financiera que se cierne amenazadora sobre los dueños del inmueble y que, pareciera, es el nudo gordiano en este conflicto legal. Badell Madrid puntualiza que todos los incumplimientos de contrato son imputables a la Operadora Four Seasons Caracas, que habría incurrido en malos manejos de los stocks, no habría presentado el plan anual que da los lineamientos y regulaciones para la operación del hotel y que tampoco habría abierto una carta de crédito de seis millones de dólares que garantizase al propietario el flujo de caja. “Cuando se inician las operaciones el propietario detecta, a través de sus auditorías en diferentes áreas, que hay problemas graves en cuanto al manejo del stock.

La operación de este hotel es realmente sui generis en Venezuela, porque el Consorcio Barr es dueño de todo lo que el operador maneja, de la copa y del vino; ellos lo que dan es el servicio. Se les entrega un hotel llave en mano... Tampoco se presentan cuentas de los fondos que ingresan en efectivo. Son varios millones de dólares”. El contrato entre Consorcio Barr y Four Seasons, que fuera firmado en Toronto en 1997, establece, de acuerdo a la información suministrada por Badell, que los fondos se manejarían desde las cuentas del propietario o, en caso de excepción, en las cuentas del hotel a nombre también del Consorcio Barr, pero nunca podrían ser desviados a cuentas del operador.
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Cartas delatoras
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Esto fue lo que sucedió cuando en diciembre de 2001 Four Seasons comenzó a manejar esos dineros, razón por la cual el propietario del inmueble solicitó un amparo constitucional ante el Tribunal Décimo de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil del Area Metropolitana de Caracas y cuyo fallo del pasado 20 de febrero establece que “los fondos deben ser depositados en cuentas autorizadas por el propietario y en los bancos elegidos por Consorcio Barr”. También solicitó un amparo ante el Tribunal Superior Noveno cuya sentencia garantiza a Barrera su derecho a la información y se le permite tener un auditor que certifique la actuación del operador. Esperan también el fallo de otro amparo interpuesto ante el Tribunal Duodécimo de Primera Instancia Civil y Mercantil. Todo ello en el contexto de una actuación legal sumamente amplia. La versión del grupo de abogados que asiste a Four Seasons Caracas es totalmente opuesta: Juan Rodríguez, del despacho Rodríguez y Machado, ubicado en Miami, y Robert Amsterdam, del bufete Amsterdam Peroff, aseguran que las violaciones del contrato son todas imputables al propietario y que son ellos los que han incumplido la apertura de una línea de crédito de dos millones de dólares —lo que está establecido en la Sección 8.05 del contrato de gerencia— y que el plan anual sí se presentó en su momento. Aseguran que los problemas financieros de Barrera son los que han llevado la disputa hasta este punto. Amsterdam va incluso más allá y afirma: “Nosotros hemos ofrecido reunirnos, mediar, arbitrar, litigar, incluso hemos ofrecido cinco millones de dólares adicionales como préstamo para que el señor Barrera termine el hotel y él ha rechazado esta oferta, negándose a hacer cambios menores en el contrato que permitirían a Four Seasons operar el hotel sin interferencias”. Amsterdam incluso apunta: “El señor Barrera cree que él tiene impunidad ante las cortes de Venezuela y por eso no se somete a arbitraje internacional, donde si hay transparencia judicial”. Rodríguez, por su parte, contesta a los argumentos expuestos por Consorcio Barr, según los cuales Four Seasons habría tomado acciones de hecho y habría desdeñado la cláusula arbitral: “Eso es palpablemente falso. Introdujimos el mes de noviembre una demanda ante la American Arbitration Association. Además, por supuesto, de las acciones seguidas por la Corte Federal de Estados Unidos”. Cabe señalar, además, que el Tribunal Supremo de Justicia, en su sentencia número 1529, concedió a Four Seasons la posibilidad de continuar distintas apelaciones y revisiones. Badell argumenta: “Lo que sentenció el TSJ el pasado 4 de julio en su Sala Constitucional fue que no era de su competencia dictaminar sobre el fondo del contrato y su interpretación, que esto ya lo había hecho el Tribunal que conoce de la causa y que tocar la materia implicaría una duplicación”. Argumentos legales van y vienen. Mientras tanto, en el medio de esa guerra en la cual resulta sumamente difícil comprender a quién asiste la razón, se encuentran los empleados del hotel, que ya han tomado acciones legales ante la Inspectoría del Ministerio del Trabajo denunciando despido masivo, tras no habérseles cancelado el sueldo del mes de julio. Sus representantes legales son los abogados Víctor Lucena, José Manuel Pacheco y Alejandro Loria. Vale señalar que, tras el cierre de operaciones decidido por Four Seasons bajo el argumento de no poder garantizar los standards de calidad a sus huéspedes, fue Consorcio Barr el que honró el compromiso de pagar durante todo el mes de junio una nómina de trescientos empleados que asciende a mil 300 millones de bolívares por quincena. Una fuente muy cercana al Consorcio Barr relata un incidente que compromete la transparencia de la gestión financiera de Four Seasons Caracas. En enero de 2001, BellSouth se acerca al hotel y dice que planea traer un importante número de personas al país y que le gustaría alojarlas en el Four Seasons.

Hasta ahí, todo bien. El problema comienza cuando este cliente señala que todo será cancelado con tarjetas corporativas de American Express. Four Seasons, de acuerdo a esta versión, habría estado negociando con American Express la apertura de un punto de venta, a lo que esta se negó, argumentando que la operadora no estaba autorizada, e incluso rechazó pagarle una serie de vouchers en los cuales no figuraba el nombre del comercio. No obstante, en aras de no perder la venta, la operadora acepta que vengan estos clientes y les cobra con vouchers abiertos. “La solución apareció el 9 de abril cuando le mandan una carta a cada una de las personas que estuvieron alojadas en el hotel y les dicen que sus cuentas de este hotel se las enviaron al Hotel Pierre de New York —que también opera Four Seasons—; que este hotel les va a cobrar y que en su estado de cuenta va a aparecer como si hubieran estado en el Hotel Pierre de New York, pero estuvieron fue aquí en Caracas. Allí hay varios delitos: el más obvio es que esas facturas tienen un 14 por ciento que no es del operador ni del propietario, sino del Estado y el 1 por ciento del fondo de turismo. Se apropian indebidamente de los fondos y le crean un problema contable al Hotel Pierre, que está registrando una venta que no hizo, y al hotel acá, que tampoco está registrando una venta que sí hizo”. A través de esta fuente obtuvo Exceso copia de una de las cartas aludidas. La estudiada pero sobria elegancia en la conducta de los hermanos Barrera no permite siquiera sospechar que importantes deudas los agobian y que una jauría de acreedores amenazan el edificio, incluida la posibilidad del ejecútese de una hipoteca de segundo grado por cinco millones de dólares que el Four Seasons tiene en su contra y que pende sobre ellos como una espada de Dámocles.
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El abogado dando la cara
| Nadie creería que hay, además, un crédito privilegiado con Banco Caracas de 13 millones de dólares cuya garantía es el condominio, una hipoteca de primer grado sobre el hotel a favor de los tenedores de 25 millones de dólares en bonos, dos préstamos quirografarios con el Banco Provincial que ascienden a 2 mil 500 millones de bolívares y otro préstamo de dos millones de dólares de Bancaracas que se está ejecutando. Sin duda, más de uno está interesado en averiguar qué pirueta financiera realizarán los Barrera para salvar el inmueble y su propiedad: ¿venta de deuda, una nueva hipoteca, quiebra? Razones de más tiene Carlos Barrera para desaparecer de la suite casi tan prodigiosamente como apareció. Por si todo ello fuera poco existe además una demanda en su contra por una serie de operaciones de descuento que se realizaron entre el 21 de junio y el 6 de julio de 2001 con una serie de cheques en dólares girados a su cuenta en New York y cuyo riesgo asumió el Banco Provincial. Cuando esos cheques fueron emitidos para ser abonados a la cuenta Número 10800200100060328 del Consorcio en Banco Provincial no había recursos para su pago. El procedimiento regular en estas operaciones de descuento es que el dinero sea abonado en bolívares a la espera del cobro del cheque emitido en dólares, que suele retornar en 21 días. Fueron emitidos 37 cheques por un monto total de 2 mil 808 millones de bolívares, pero el Banco Provincial no pudo cobrarlos. ¿Sería, acaso, una acción suicida para salvar lo que ahora parece insalvable? Cuando el 17 de diciembre de 1990 José Manuel Montes Hernández, de cédula de identidad número 996.004, constituye la Sociedad Mercantil Consorcio Barr S. A. al fusionar a Inversiones Ban Pro C. A. y Valores Inmobiliarios BP C. A., esta última representada por Alberto Rodríguez Villalba con un capital de 400 millones de bolívares, mal podían sospechar lo que vendría, ya que ninguno de ellos figuraba en la junta directiva de la empresa, donde sí estaba, en cambio, como director principal, José María Nogueroles, ex presidente del Banco Provincial y del Banco Caracas, quien ha tenido un rol casi omnipresente en esta historia, pues, además de ser amigo íntimo de los Barrera, en muchas ocasiones los ha salvado del desastre.

Lo acompañaban en aquella primera y efímera Junta Pedro Oscar Langaín, quien sería designado presidente, y Montes Hernández, que fungiría de vicepresidente. Directores suplentes serían Rodríguez Villalba, Miguel Angel Reyes y Samy Muhammad Tineo. Apenas dos meses después desaparece Langaín y Carlos Barrera comienza a figurar legalmente como presidente del Consorcio Barr, cuando en la primera asamblea extraordinaria celebrada, por cierto, en el piso 6 del Centro Financiero Provincial, se trata como único punto la designación de una nueva plana mayor, tras la renuncia de Nogueroles y Montes. Quedarían como directores principales los hermanos Barrera y como suplentes Carlos Julio González Auvert, Roger Pelayo y Amílcar Durán. Es en esa fecha cuando comienzan las preocupaciones, los sueños, la lucha... Por aquellas fechas todavía el Circo de los Hermanos Gazka ocupaba el terreno frente a la Plaza Altamira. Toda suerte de personajes y animales atormentaban a los vecinos por las noches. Era el menor de los males, porque ya para entonces el terreno había dejado de ser escenario de mítines adecos.
| Para Ingeniería Municipal y de acuerdo a las ordenanzas vigentes, la estructura se excedió en 31, 27 por ciento en el área de ubicación... unos 10 pisos de más |
Lejos quedaba también aquella fuente de soda drive in que la juventud local transitaba en los sesenta... Todo ello quedaría en el recuerdo cuando, el 15 de marzo de 1993, Lautaro Barrera introduce en Ingeniería Municipal de la Alcaldía de Chacao la planilla de solicitud de obra nueva. Juan Vicente Manzano era el ingeniero municipal entonces. De acuerdo a los informes que constan en la alcaldía, los recaudos no estaban completos y se contaba con 15 días para notificar y 15 más para actuar. Omisión intencional o negligencia, lo cierto es que ese requisito legal no se cumplió. Comenzaría entonces una intensa correspondencia entre ambos. El 5 de abril se entrega la primera citación y una orden de paralización de la obra por no atender a lo establecido en el Oficio 0065, donde se especificaban una serie de observaciones referentes al irrespeto de variables urbanas contenidas en las Ordenanzas de Zonificación y Desarrollo Hotelero, en concordancia con el artículo 87 de la Ley Orgánica de Ordenamiento Urbano. Barrera intentaría reintroducir el proyecto con algunas variaciones, pero el 9 de mayo se entrega la segunda orden de paralización de la construcción. Barrera no se amilana y reintroduce el proyecto al día siguiente y, mientras recibe oficio tras oficio, escribe una comunicación de número 0608 en la cual expone los criterios aplicados a la obra. De nada le valdrá, pues el 4 de julio Ingeniería Municipal emitirá el oficio 002402 donde se reitera que el proyecto no se ajusta a las variables urbanas. Hay que pararlo. Consorcio Barr resiste y entonces, 23 días después, las autoridades municipales solicitan el apoyo de la Policía de Chacao para hacer efectiva la orden de paralización y la entrega de la citación. Esa sería la tónica a lo largo de todo el proceso de construcción. Finalmente, los hermanos Barrera lograrían un amparo constitucional en la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo y con ello logran que se les otorgue el permiso de habitabilidad en 1998. Será Jesús Eduardo Mendoza quien finalmente firmaría como alcalde encargado, mientras Irene Sáez coqueteaba con la Presidencia de la República. La sentencia número 981653, con ponencia de la Magistrado María Elena Toro Dupoy, dirimiría aquel conflicto de años. La Patente de Industria y Comercio la otorgó después Leopoldo López. Para Ingeniería Municipal y de acuerdo a las ordenanzas vigentes, la estructura se excedió en 31, 27 por ciento en el área de ubicación. Esto implica cerca de 1 mil 878 metros cuadrados por encima de lo permitido. Hay que sumar a ello los 10 mil 190 metros cuadrados de exceso en el porcentaje de construcción… unos 10 pisos de más. Y estas son apenas dos de las variables urbanas cuestionadas. Actualmente las autoridades municipales están revisando el expediente de esta obra. Y, de ajustarse a derecho sus reclamos, las expectativas de vida del edificio no son muy alentadoras. La Ley Orgánica de Ordenación Urbanística establece, en su Artículo 109 numeral 2, el pago de una multa que duplicaría el valor de la obra —de aproximadamente 120 millones de dólares— o la demolición.

Paralelamente a la construcción del inmueble, Consorcio Barr seguía creciendo: El 26 de mayo de 1994 se produce el primer incremento del capital social para elevarlo hasta 454 millones 454 mil. Apenas cuatro días después, la asamblea de accionistas autoriza a Barrera a “constituir a favor del Banco Provincial de Venezuela SACA hipoteca convencional sobre los inmuebles propiedad de Consorcio Barr ubicados en la intersección de las avenidas Luis Roche y Francisco de Miranda, Urb.
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El otro conflicto de la Plaza Altamira
| Altamira, Municipio Chacao, para respaldar una línea de crédito que este banco ha ofrecido abrir a favor del Consorcio Barr”. Dicha línea de crédito fue otorgada a favor de la empresa Gerencia y Control de Ingeniería GYCSA S. A., una de las empresas del conglomerado, como Prodeinca. El acta número nueve vendrá con buenas noticias. Se produce un segundo incremento del capital social, que se ubica en mil seiscientos millones de bolívares. Entre 1993 y 1994 apenas estaba naciendo el Municipio de Chacao y tanto la alcaldía como Ingeniería Municipal eran apenas un esbozo. Se organizaron una serie de reuniones con participación de los vecinos para colaborar en los lineamientos de un plan local urbano que nunca fue aprobado. Sorprendentemente, uno de los asesores de la oficina local de Planeamiento Urbano, durante la gestión de Mariela Stohl y Luisa Mudarra, fue Lautaro Barrera, quien representaba a la Arpan, asociación de vecinos de la Plaza Altamira. Por este mismo año, 1994, el Provincial aprueba otorgarle un crédito adicional de 17 mil millones de bolívares a través de un Fideocomiso y con lo cual se supone que podría concluirse la obra. Sin embargo, pasarían tres años y el dinero del fondo se acabaría sin que la obra estuviese culminada. Consorcio Barr comienza a financiarse con operaciones de cambio.

Entretanto, el Banco Provincial se asocia con el Banco Bilbao Vizcaya y cambian los términos de la relación. Los gerentes españoles presionan a tal punto que obligan a Barrera a realizar una emisión de bonos, 25 millones de dólares que se ofrecen vía Islas Vírgenes y que permiten cancelar los 13 mil millones de bolívares que aún se adeudan. Esta operación eleva el capital social a 4 mil 350 millones de bolívares el 26 de abril de 1999, gracias a la emisión de 2 millones 750 mil nuevas acciones que fueron pagadas en 27,27 por ciento. Sin embargo, también da lugar a un impasse importante. La imagen que de Barrera tenía la nueva alta gerencia del banco era tan pobre que, incluso, llegaron a dudar en recibir el cheque de 13 mil millones de bolívares emitido por Banco Caracas. Se comenta que José María Nogueroles, que presidía aquella entidad entonces, llegó, incluso, en un acceso de furia, a intentar enviarles el dinero en efectivo en cuantos camiones panamericanos hiciesen falta. La sangre no llegó al río: los gerentes españoles finalmente aceptarían el cheque. Pero Barrera saldría tan molesto que no volvió a mover esa cuenta hasta diciembre de 2000, cuando José María Apoita lo recupera como cliente y le hace dos préstamos prácticamente sin exigirle mayores garantías, entre diciembre y enero de 2001. Después de todo, este hombre había pagado cuando representaba el máximo riesgo, riesgo de construcción; ahora que estaba respaldado por Four Seasons y que había terminado la obra, era negocio redondo. Se le prestaron 2 mil 500 millones de bolívares. El contrato entre Four Seasons y Consorcio Barr se había firmado en 1997. El 7 de abril de 1997 se abre el expediente 8544 en el Registro Mercantil V, donde Four Seasons Caracas declara un capital social de 250 mil bolívares, que se mantiene en sus balances generales de 1997, 1998, 1999 y 2000. Se nombra como presidente y accionista mayoritario a Guillermo de La Rosa Stolk. La primera asamblea extraordinaria de accionistas tendría lugar el 3 de agosto de 1999, con el único y exclusivo punto en agenda de designar una nueva junta directiva. De La Rosa es ratificado como director y presidente, en tanto que Yves Giacometti, con pasaporte candiense Número PC168703, es designado director y vicepresidente. Hasta hoy, Giacometti es representante legal de la transnacional hotelera ante el Seniat. De 1997 a hoy son muchos los eventos que han tenido lugar y, luego de intensos forcejeos legales que amenazan con prolongarse en el tiempo, la casa matriz de Four Seasons ha decidido fijar una posición oficial. La comunicación dice, textualmente: “Normalmente, Four Seasons no haría comentarios sobre tales asuntos, sin embargo, en estas circunstancias, creemos importante transmitir los hechos de esta situación. Four Seasons Hotels and Resorts entró en un contrado de gerencia con Consorcio Barr en 1997. En ese momento, creímos que el dueño tenía los medios financieros requeridos para inaugurar y mantener completamente un nuevo hotel de lujo en Caracas. Desde el principio, Four Seasons ha estado comprometida en hacer del hotel un éxito y en tener presencia en Caracas por largo tiempo. Creemos que el hotel satisface una importante necesidad para huéspedes locales, regionales e internacionales. Inaugurado en enero de 2001, el Four Seasons Hotel Caracas ha sido muy bien recibido, convirtiéndose rápidamente en el hotel favorito de huéspedes tanto locales como internacionales. Sin embargo, desde la inauguración, también se ha hecho cada vez más evidente que el propietario no posee los recursos necesarios para completar y operar el hotel con el alto nivel de calidad y los standards de servicio que los huéspedes de Four Seasons esperan. Hasta la fecha, partes del hotel permanecen inconclusas y el propietario no ha sido capaz de proporcionar un capital operativo adecuado para cubrir las necesidades del día a día. Esto ha dado como resultado una continua controversia entre Four Seasons y el propietario.
En estas circunstancias, ha sido necesario reducir temporalmente los servicios en el hotel. Esto no fue hecho a la ligera. Antes de tomar la decisión, Four Seasons tomó medidas extraordinarias durante un período de más de un año para ayudar a remediar la situación. Para asistir en la conclusión de las obras del hotel, Four Seasons hizo un préstamo de cinco millones de dólares, garantizados por una hipoteca sobre el inmueble. Dado el fracaso del propietario en proveer el capital operativo para cubrir las necesidades cotidianas del hotel, Four Seasons se hizo cargo del flujo de efectivo del hotel para pagar a los empleados y a los proveedores. Esto fue llevado a cabo dentro de los límites de nuestra autoridad como gerentes bajo los términos expresos del contrato de administración, y fue monitoreado por una firma contable independiente de reconocimiento internacional.

Entre diciembre de 2001 y mediados de abril de 2002, mientras Four Seasons administraba el flujo de efectivo, también adelantó capital operativo de emergencia como un préstamo prioritario para cubrir los gastos del día a día del hotel, incluyendo los salarios de los empleados.
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Azur tiene un cartel en la puerta: si no es empleado no pase
| En este y en otros asuntos, Four Seasons ha sido respetuosa de la buena práctica comercial y de las leyes que rigen nuestras actividades en Venezuela. En lo que se refiere a la disputa contractual, Four Seasons primero intentó comprometer al propietario en un proceso de negociación, seguido de arbitraje, tal y como nos obliga mutuamente el contrato de gerencia. Consorcio Barr se ha negado continuamente a involucrarse en este proceso, contractualmente obligatorio, y ha recurrido a las cortes venezolanas para obtener un amparo, que creemos fue obtenido violentando los términos del contrato. Este amparo le dio al propietario control sobre el flujo de efectivo. Como resultado, Four Seasons conservó a sus asesores legales en Venezuela y fue forzada a apelar el amparo ante el Tribunal Supremo de Justicia. En una reciente decisión, publicada el 4 de julio de 2002, el Tribunal Supremo de Justicia ha afirmado el derecho de Four Seasons, como operador, a administrar el flujo de efectivo del hotel. Hoy, muchos asuntos quedan por resolver, incluyendo el pago de significativas obligaciones y la cancelación de facturas vencidas a proveedores locales y otros. Durante el período que el Consorcio Barr controló el flujo de efectivo del hotel, entre enero y diciembre de 2001, y más recientemente hasta mediados de abril de 2002, muchos proveedores no recibieron sus pagos, incluyendo los servicios públicos y otras agencias del gobierno, y una suma crítica de estos gastos sigue siendo notoria. Es un asunto públicamente registrado. Tenemos la esperanza de que estos asuntos puedan resolverse y esperamos poder reasumir la completa operación del hotel en el menor tiempo posible. El futuro del hotel, sus huéspedes y empleados es nuestra mayor preocupación. Four Seasons no tiene ningún deseo de abandonar Caracas y de hecho ha gastado millones de dólares para asegurar el éxito a largo plazo del hotel, al igual que los medios de vida de sus cerca de 300 empleados locales. En todos los lugares en los que Four Seasons hace negocios, nuestros hoteles contribuyen de manera clave con sus comunidades, y ayudan a crear empleos e ingresos turísticos.
Esta fue una razón primordial para establecernos en Venezuela y una razón importante de por qué queremos quedarnos”.
Pareciera, eso si, que la estrategia de Four Seasons apunta a una suerte de Fuenteovejuna legal.
| Hay quien asegura que los hermanos Barrera han escuchado ofertas informales de otras cadenas hoteleras. Se menciona incluso al Hilton, que estaría ansioso por mudarse de una zona que se ha vuelto bastante insegura. “Y ¿cómo no? Es un inmueble privilegiado” |
Hay quien asegura que los hermanos Barrera han escuchado ofertas informales de otras cadenas hoteleras. Se menciona incluso al Hilton, que estaría ansioso por mudarse de una zona que se ha vuelto bastante insegura. Esta fuente de alto nivel cercana al consorcio lo ratifica: “Se ha acercado mucha gente y ¿cómo no? Este es un inmueble privilegiado, por ubicación, por construcción, por acabados”. Mientras todo parece caerse a pedazos, Lautaro Barrera muestra el flamante edificio. Habla de las lámparas Faustig, alemanas, de cristal de Swarovsky; del mármol del lobby, cubano e italiano, aunque en volumen predomine el mármol español. La decoración interior corresponde a la diseñadora Mara Colmani y los muebles fueron inspirados en diseños europeos. Contrario a los que podría esperarse, no se le nota orgulloso. De hecho, se le nota incómodo. ¿La razón? No puede transitar libremente por su edificio. Es imposible acceder al comedor de empleados. El Azur está cerrado y el Seasons Bar hay que verlo de lejos... Queda la piscina. No hay nadie, salvo una empleada en un pequeño cubículo que intercepta a la pequeña comitiva con un muy corporativo “buenos días”. La tensión se siente en el ambiente, es casi tangible, y la repulsión experimentada es semejante a la que evidenciaba el dueño del inmueble que Michael Keaton destrozaba en El inquilino. No, definitivamente, la atmósfera no es cálida en este enorme edificio. Casi se puede escuchar un suspiro de alivio al traspasar el umbral que lleva a la piscina. Allí, se sonríe muy levemente para agradecer el cambio de temperatura. Y es que de verdad hace frío adentro. |