(El Cuento Chino del bolívar barato para Beneficio de Exportación)

Ta barato, llévese 2

Desde hace años, en grupo y personalmente hemos hecho algunos aportes y diligencias para evitar el manifiesto desbalance del poder de compra del bolívar respecto del potencial económico que posee como moneda venezolana. Lo hicimos infructuosamente una vez ante la Asamblea Nacional.

De partida, pensamos que la seguidilla de devaluaciones de la moneda corriente son una expedita manera para doblegar lo poco que haya alcanzado el proletariado, la clase más afectada a final de cuentas, en beneficio de unos “cuatro” pseudoempresarios de cuestionable nacionalidad criolla, ávidos de riqueza egoísta, extranjerizante y aburguesada, y hasta de un solo burgués con alto poder económico internacional en materia de moneda de reserva o de dólares, en nuestro caso.

El recordado [’ta barato, déme 2 ”] que practicó el venezolano cuando el bolívar tenía un merecido alto poder frente a la divisa norteamericana produjo una reacción favorable en los países exportadores, y hoy parece tener su contrapartida con un bolívar con tan bajo poder de compra que desgraciada e ilusamente nos llevaría al `’ta, barato, llévese 2”. Eso ocurriría cuando empecemos a producir más para la exportación que para la satisfacción de nuestras necesidades domésticas.

Desde hace más de 60 años la Economía nacional y sus diferentes gobernantes han estado vendiéndole al pueblo unos programas económicos harto contradictorios. Unos suelen despilfarrar y dilapidar mucho del Presupuesto Nacional para favorecer y estimular fallidamente a productores nacionales con miras al reemplazo de importaciones. Otros o los mismos gobernantes se dedican a estimular a esos mismos productores o a otros para que se dedican a producir para exportar.

Son dos estrategias que merecen detalles particulares: La destinada a sustituir importaciones tiene en su contra un comerciante y un financista ya acostumbrados al dinero fácil que implica el mercadeo de mercancías, sin los inconvenientes de la contrata fabril o asalariada, puesto que es menos riesgosa y les reporta la misma tasa media de ganancia. Entre quienes se han arriesgado aparecen los quebrados e insolventes que todas maneras han ganado con las condonaciones recibidas del mismo Estado que les prestó el capital.

En cuanto a la política para la diversificación de las exportaciones, a todo gobierno irresponsable le ha resultado cómodo devaluar la moneda y desentenderse de todo lo demás. Por lo general, como ha ocurrido, los beneficiarios de esta política devaluacionista son quienes se han limitado, o parcialmente se han dedicado, a comerciar con el dólar comprado a bajo precio en Cadivi, lo han hecho en operaciones bursátiles de compra venta, lo que recientemente obligó al gobierno a rectificar su errónea y mal implementada política de exportaciones, y a liquidar a la mayoría de los bolsistas.

Obviamente, mientras los exportadores claman por un bolívar baratico, los satisfactores de la demanda doméstica desean todo lo contrario. Pero es esa segunda medida la que explica por qué tanta complacencia en el con el abaratamiento de nuestra moneda.

Lo que el gobernante criollo sigue ignorando, ex profeso o no, es que las economías ya industrializadas son inmunes de competencia y jamás serán desplazadas de sus mercados naturales. Lo que estaría en juego sería que esos países necesiten reubicar geográficamente sus empresas locales, ubicarlas en nuestro país, contar con petróleo y afines “del budare a la boca”, y desde aquí lanzarlas al mundo. Para ello lógicamente necesitan el mismo abaratamiento del bolívar que tiene el dólar frente a otras monedas de alto poder adquisitivo de mercancías “MADE in USA”.

Si a ver vamos, la principal, más estable y segura fuente de dólares nacional es la empresa petrolera. Bien, sólo si se obedece a intereses transnacionales largoplacistas, se podría seguir explicando este irracional y antipatriótico empobrecimiento monetario y daño sobre la Economía Nacional, sólo así, decimos, se podría entender la perseverancia gubernamental en desatender otras opiniones diferentes a las que recibe de los filodevaluacionistas.

Tal vez el plan a largo plazo que gerencia el Presidente, llamado “Socialismo del Siglo XXI, sirva para explicar tanta incoherencia, pero no como desarrollo socialista sino para satisfacer las exportaciones burguesas de varias mercancías vitales para las economías extranjeras: productos agrícolas y agroindustriales, terrestres, fluviales y marinos, entre otros.

Para eso se adelanta el plan ferroviario por encima de los intereses burgueses que tiempo atrás lo relegaron para complacer al industrial Ford y a otros del mismo ramo. Los puentes sobre el Orinoco complementan ese plan. A semejante Plan Burgués e imperialista se le da el epíteto de “socialista” como eufemismo de burguesismo mejorado, más acorde con las exigencias de una izquierda popular y populachera que no ha dejado de ser molesta para la paz burguesa, y que ahora cierra su boca en favor de un plan entreguista que le garantiza holgura económica personal y otras satisfacciones extensivas a los arribistas de esa izquierda cabrona y puntofijista que siempre hemos tenido, salvedad hecha de los muertos y pocos revolucionarios oscuros que andan por allí rezagados y silenciados.

Dejemos claro que para vender mercancías provenientes del campo y agrocampo no se necesita un bolívar hecho estiércol puesto que los productos alimenticios no tienen más competencia que su propia perecibilidad y erraticidad en sus ciclos naturales de producción. Mucho menos lo necesita la comida nunca que ha sobrado ni mucho menos en las condiciones actuales de tanta hambruna generalizada.

Es un cuento chino la perversa idea de que para colocar esas exportaciones se necesite un bolívar barato, un cuento que sólo busca abaratarles la vida a los consumidores extranjeros, suavizarles su miserable y asalariada vida, y bajar la presión social de esas economías que desde hace décadas también confrontan dificultades por culpa del mismo capitalismo que quiere alargar su vida antes de entrar en coma.


marmac@cantv.net



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Manuel C. Martínez M.


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