Colombeia

Los guacales de la memoria

La memoria es selectiva. Como quiera que no podemos recordarlo todo, consciente o inconsciente, escogemos qué recordar. La memoria colectiva es lo que una sociedad recuerda de sí misma y reivindica para las futuras generaciones. De esta “edición histórica” surgen los valores (tangibles o intangibles) que llamamos Patrimonio y se va configurando la Identidad Nacional.

Pero en esta construcción simbólica de recuerdos y de olvidos, durante siglos, algunos decidieron por todos. Esa élite que a lo largo de la historia escribió y publicó libros o bien prohibió, censuró y quemó aquellos que no le convenían. De allí, la conocida expresión: “la historia la escriben los vencedores”.

La Academia Nacional de la Historia habiendo sido creada con propósitos de investigación, resguardo y divulgación, llegó a sentirse autoridad única en la materia, deviniendo en latifundistas del patrimonio histórico escrito. Teniendo en su poder “hectáreas” de documentos originales clase A, le sacaron poquísimo o ningún provecho. De allí la decisión soberana del Gobierno Revolucionario de retirar a la Academia de la Historia, la custodia de los archivos de Simón Bolívar y Francisco de Miranda; declarados Memoria del Mundo por la Unesco, pero desconocidos por la mayoría de los venezolanos.

En medio del predecible pataleo, algunos señores de la Academia, en vano intento por descalificar un trabajo de impecable rigor científico, denunciaron horrorizados que el valioso patrimonio fue trasladado en “guacales”, para sugerir una cosa sucia, fea y rústica, sólo apta para transportar papas. Ciertamente los documentos fueron trasladados, con extremas medidas de protección y cuidado, en modernos guacales plásticos completamente apropiados para tal fin. Lo que pasaron por alto los honorables académicos de la historia es la carga ideológica de clasismo y vergüenza étnica con que mencionan la palabra indígena guacal. Ese “asco” demuestra su desprecio a la cultura, gentes y mundo en que se origina.

En realidad les duele que en plena Era Bicentenaria se abran a la vista de todos (y no solo de unos pocos) las páginas de los dos principales autores de nuestra Independencia Nacional y Continental. Orgullosos deben sentirse Francisco de Miranda y Simón Bolívar de que sus obras hayan sido trasladadas en estos dignos guacales de la memoria.

proleander@gmail.com


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Manuel Bazó


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