La destrucción de derechos y la represión a la clase trabajadora nos debilitan frente al imperialismo

¡Alerta obrera! El fascismo disfrazado nos está esclavizando

Nos lo advirtió León Trotsky en "La lucha contra el fascismo en Alemania" (1932). La historia nos está gritando. ¡Es hora de escuchar y organizarnos!

Se piensa que el fascismo es solo represión, violencia y terror militar. Pero es mucho más. Es el sistema de Estado del capital financiero, que busca normalizar a la fuerza su miseria. Al venezolano lo han cansado de tanta mentira. Señalan con un dedo, pero con los otros cuatro se señalan a sí mismos. Basta con mirar la realidad: salarios por el suelo, en complicidad con los empresarios; bonificaciones miserables a cambio de eliminar prestaciones sociales, vacaciones y utilidades. ¿Cuántos años aguantando esto?

Todo se basa en extirpar cualquier rastro de democracia obrera. La tarea del neo-fascismo o de su equivalente, el burocratismo-estalinista, no es solo destruir a la vanguardia sindical revolucionaria, sus delegados y comités de seguridad. Es mantener a todo el proletariado roto, atomizado y forzado a pedazos. Las instituciones le dan la espalda al trabajador porque saben que está indefenso. El patrón, público y privado, presiona para que sea así. No les basta con acorralar, encarcelar o exterminar a los más luchadores, aislarlos, despedirlos o ignorar sus denuncias. Su estrategia es el desgaste y el cansancio: Inspectorías, Ministerio Público, INPSASEL, Tribunales Laborales... todos juegan el mismo juego. Y si aún resistes, te criminalizan.

Ahora pretenden convocar una "constituyente sindical" para "superar la burocracia tradicional". ¿Ellos? ¿Los que llevan años creando la burocracia más opresiva bajo el mando del Gobierno/PSUV? Esa misma burocracia es cómplice de la explotación del que sobrevive hora tras hora cambiando su mano de obra. En Venezuela se trabaja en condiciones de semi-esclavitud por un plato de lentejas. A veces, llegando a fin de mes, el plato llega sin lentejas. Somos los peor pagados del mundo.

¿Es culpa de los sindicatos tradicionales? En parte es obra de la vieja burocracia, pero quien remató la tarea fue la injerencia oficialista. Es la práctica corporativización de los sindicatos (a través de la CBST) la que los acabó como estructuras reales. Convertir el movimiento obrero en una correa de transmisión del partido fue un error (¿O una operación?) desde el principio. Los líderes de la CBST nunca movilizaron para defender el salario, pero sí para llenar marchas políticas. Se convirtieron en cajas de resonancia del patrón público, dándole la espalda a las bases. Toda esta estructura nos oprime con sus reformas: el memorándum 2792, el instructivo ONAPRE. Hace 7 años hablaban de "medidas correctivas" para una "prosperidad económica". ¿Prosperidad para quién? No para el pueblo trabajador.

Buscan aplastar cualquier sindicato solidario, libre, autónomo e independiente de su partido. Aplican el paralelismo sindical con la venia del Ministerio del Trabajo o crean mezclas absurdas como los CPTTT usurpando funciones. Hacer elecciones con el CNE es un "vía crucis" de 32 pasos, y al final, te niegan la certificación o la patronal (pública o privada) arruga el papelito.

Quieren destruir casi un siglo de luchas obreras que surgieron con el petróleo y contra la dictadura de Gómez. Quieren aniquilar los cimientos de la democracia sindical, nuestra Constitución (CRBV), la Ley del Trabajo y las convenciones colectivas. Esta curiosa "Izquierda de Derecha" prepara todas las condiciones para la victoria del fascismo. La llamada a la "constituyente sindical" no es muestra de fuerza, sino de debilidad y de la necesidad de asfixiar al sindicalismo con un mayor control burocrático-estatal.

No pretendemos equiparar de manera simplista el régimen que tenemos con el fascismo; pero ellos simplemente lo dejan todo servido en bandeja de plata para la ultraderecha, instrumento de la potencia extranjera que hoy nos amenaza en nuestras costas, y a la cual elevan su clamor intervencionista. Representan el panorama de un retraso civilizatorio de un siglo, en términos socio-políticos.

El fascismo avanza porque los métodos "normales" de la "democracia" burguesa ya no bastan para mantener el "equilibrio". El gran capital moviliza a sus agentes: mueve el frasco de las hormigas rojas y negras, a los mal llamados "colectivos" (grupos parapoliciales) y a los proletarios descompuestos, compañeros atrasados, desclasados y desmoralizados, engañados con una falsificación del socialismo. Los empujan con rabia y desesperación a atacar a la disidencia.

La burguesía exige un trabajo completo: quiere legalizar la eterna guerra económica y la esclavitud moderna. ¿Quiénes se movilizan tras el 28J? Activistas, Líderes sindicales y defensores de DDHH. ¿Y la respuesta? Represión, como la ejercida con la compañera Martha Lía. Los agentes del fascismo necesitan legalizar el desmontaje de la Ley del Trabajo, usando a sus "movimientos obreros oficialistas" como ariete. Para eso necesitan "asambleas constituyentes" para hacer leyes regresivas solo recordemos: la Ley Antibloqueo (para favorecer el secretismo y la corrupción), la Ley de las ZEE (para la maquila y mano de obra barata), la Ley Contra el Odio (para atemorizar y acallar las protestas obreras). Su trabajo es garantizar la máxima ganancia para los patronos a costa de nuestro sometimiento, nuestro silencio, o incluso nuestra sangre.

La victoria del neo-fascismo (cualquiera de los dos: el de la burocracia "estalinoide" o el de los seguidores de Trump) significa que el capital financiero tomará con tenazas de acero todos los órganos del Estado: el ejército, municipios, universidades, escuelas, medios y, por supuesto, los sindicatos; como ya viene sucediendo. La fascistización del Estado implica, ante todo, aplastar las organizaciones obreras. Reducir al proletariado a la apatía con violencia en todos los niveles. Con una red de instituciones que niegan respuestas oportunas, permiten violaciones de derechos humanos y laborales, y dejan los Artículos 2, 26 y 51 de la CRBV en letra muerta.

Las instituciones, con sus dilaciones indebidas, se convierten en herramientas para obstaculizar toda organización independiente y solidaria del proletariado. Ahí reside la esencia del régimen fascista, o facho-estalinista; le pongan el apellido que le pongan.

¡Trabajadoras y Trabajadores de Venezuela!

Frente a este ataque multidimensional que busca nuestra rendición final, la respuesta no puede ser la dispersión ni el desaliento. El poder de los opresores reside en nuestra división y en nuestra desesperanza. La historia de nuestras luchas nos enseña que la única fuerza capaz de torcer el brazo de la explotación es la unidad inquebrantable de la clase trabajadora.

Ya está claro: no esperemos salvación de ninguna institución cómplice, de ningún partido que haya traicionado su origen, ni de ningún patrón que ve en nuestra miseria su ganancia. Nuestra fuerza nace de nosotros mismos, de nuestra capacidad para organizarnos con independencia de cualquier poder que no sea el mandato de nuestras bases, con autonomía frente a los intereses del Estado y el capital, y con solidaridad férrea, reconociéndonos como hermanos y hermanas en la misma lucha por la dignidad.

El llamado es a recomponer el tejido sindical desde abajo, en cada fábrica, en cada oficina, en cada campo. A defender a nuestros delegados de prevención y comités de seguridad. A proteger nuestras convenciones colectivas y a exigir con una sola voz el respeto a la Constitución y a la Ley Orgánica del Trabajo. A rechazar con firmeza cualquier intento de imponernos una "constituyente sindical" espuria que no sea fruto de nuestra voluntad soberana y autónoma.

No nos dejemos engañar, ni dividir, ni criminalizar. La unidad en la acción directa, la organización horizontal y la solidaridad de clase son nuestras herramientas más poderosas. Es hora de dejar de ser hormigas en un frasco movido por otros y convertirnos en una marea imparable que exige, construye y defiende su libertad.

¡Por un movimiento obrero unido, con independencia de clase, autónomo, democrático y combativo!

¡La liberación de la clase trabajadora será obra de la clase trabajadora misma, o no será!

¡No es posible defenderse del imperialismo sin restituir los derechos de la clase obrera y del pueblo!



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Jean Mendoza

Trabajador maderero de la transnacional MASISA, dirigente del sindicato SITRAEMAS. Militante solidario de las luchas de los trabajadores de Guayana y de Venezuela. Militante de Marea Socialista y la Liga Internacional Socialista (LIS).

 jeanmendoza158@gmail.com      @j_mendoza77

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