Los Santos no hacen milagros, aunque tengan Tiempo

Existe un limbo bogotano adonde moran almas en angustia política. Para conjurar padecimiento los penitentes deciden apelar a los Santos cachacos. El vulgo imagina en estos mandantes, poderosas fortalezas para hacer milagros. No olvidar en esta iglesia santafereña los milagros son materia compuesta de moléculas fiduciarias. No solo cuestión del Tiempo. Imagino a Uribe en sus padecimientos inauditos, desvelos desgarrantes, a causa de un demoníaco juez que la cogió con el. Como decían aquí, le vio “la oreja blanca”. A quien, él propuso para este cargo. Paradoja. Criar jueces para que te saquen las antiparras y las lagañas.

El colmo sorprende, el Magistrado, defenestra, de un solo sambenito los sueños reeleccionistas de Uribe. Con un pesado agravante. Su decisión, además, incrimina a los promotores del referendo. Quienes en su furor uribísta cometieron toda clase de chapucerías. Mas execrable aún, redactaron mal la pregunta e interpretaron peor su sentido. Maniobra objeto de castigos judicial, pues indujeron a engaño a quienes firmaron el documento, de “buena fe”, para modificar la constitución. Transgresión tan notable que ni los Santos pudieron ocultar. Herética de El Tiempo y su catecismo político. Ahora apuntalado por sus socios españoles de ese fantasma editorial llamado Prisa.

El muerto al hoyo y el vivo al bollo. Terrible adagio. Profundo colofón a la inconclusa uribada. La crueldad y saña contra el postrado Álvaro es dramática. Nadie pregunta por él, sino: ¿Quién se va a coger su 48% de sufragios. ¿Los Santos, que no pudieron hacer el milagro del ocultamiento¿ o la fashion Noemí, que solo mira los toros desde el palco. La cumbia estalla. El vallenato canta: ¡¡ No hay Uribismo sin Uribe ¡¡.

Fin de la historia de Uribito empobrecida por el rigor judicial. De tan oscura se descubre: No tiene moraleja, sino futuro incierto. Existe clara posibilidad de un eminente juicio a Alvarito. Lo vimos de bravo paraco, de gritón empedernido a desmontado segundón. Causas, sobran: “falsos positivos”; ”masacres de los paramilitares” ; “Subsidios no reembolsables para grandes empresarios” ; “Proceso por vínculos con alias 'Don Mario'”; “Irregularidades en Etesa”; “Bombardeo a Territorio Ecuatoriano”; según dicen, podría repetir la historia de Ledezma, a quien bastaba tirar el Código Penal al aire y esperar se abriera en cualquier página para enjuiciarlo.

Los optimistas suponen “fácilmente” modificable las preferencias políticas de los colombianos. En su delirio imaginan la endeble teoría de los votos endosables. Campaña poco admirable, adonde destacan los uriberos de este lado de la frontera. Estos son sencillamente viudas de franquicias fracasadas para importar baraterías desde Colombia. Son materia para los magnates de la buhonería caraqueña. En este momento nadie puede contar con los votos de Álvaro por una única y sencilla razón: el Uribismo es Uribe, punto.

Resulta improbable tesis otorgarle al desfalleciente dedo de Uribe en su ya normal rigidez cataléptica poderes de ultratumba para dirigir en algún sentido los votos de quienes lo favorecían. Sus dedos hábiles para la motosierra y otras practicas electoreras hoy son mero señuelo para engañar bobos. En la política todo es dinámico y eficiente para torcer votos y la histórica sentencia es una realidad demasiado notable.

Voto no se hereda. La mala entraña, según los genetistas, si. Cuidado según la Universidad de Princeton, los clones no siempre seguros reproductores, de Uribe menos probable.

La iglesia del voto en Colombia no acepta el limbo, menos para aquellos, descalificados como buenos creyentes. El Juez lo dijo en su fallo, las firmas recogidas en apoyo a Uribe son hijas de la corrupción y compradas con recurso de la violencia. A Uribe, al contrario, le puede salir Purgatorio. Con boleto de ida marcado por magistrado sustanciador Humberto Sierra Porto.

No lo salvó ni Palanquero.


tuliomon@gmail.com


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Tulio Monsalve


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