El oso y el Chiguire

En estos días me ronda por la cabeza –debe ser que el tirro de la amnesia no está bien pegado- una conocidísima frase de Martí:

“He vivido en el monstruo y le conozco las entrañas, es el Norte revuelto y brutal que nos desprecia”.

Parece bien desagradable eso de que lo estén despreciando a uno, pero a veces resulta una bendición, porque el que nos desprecia se está poniendo una venda en los ojos. Es un sujeto al que le causamos tanta repugnancia, que prefiere ir por el mundo dando con la cabeza contra las paredes, o pegando las narices contra puertas cerradas como aquel Bush que en Mar del Plata huyó despavorido imitando a los niños pequeños que se meten los deditos en los oídos mientras nos gritan “¡No oigo, no oigo… soy de burro!” en un intento onírico por exorcizar la realidad.

Es la misma actitud de Condoleza en Panamá, la de los hijitos de mami en la Asamblea Nacional, etc.

Y es en fin, una bendición que bien comprendida puede salvar al mundo, porque cuando se renuncia a conocer al otro, nuestra relación con el, así sea para agredirlo, se convierte en una interminable cadena de torpezas y de calamidades. En esas circunstancias “el otro” se percibe como un todo indiferenciado, sin matices. Así, los genios de nuestra oligarquía –a los que no se les ocurre que las “cachitas” piensan-, repiten una y otra vez sus propias torpezas y sus tutores, los genios del imperio nos vienen a aplicar las mismas recetas que funcionaron en Yugoslavia o Ucrania.

Solo que confundir a Chávez con Milosevic, es tan bizarro como confundir un oso polar con un chigüire.

El procedimiento no es nuevo ni se refiere solo a los eventos que estamos viviendo hoy en Venezuela. Si miramos un poco hacia atrás, es evidente que si bien el actual estado de calamidad en que han caído el FMI y el Banco Mundial se adscribe a causas estructurales del sistema financiero global, quiza esta crisis terminal hubiera podido diferirse unos años si los burócratas de Washington no se hubieran empeñado en la arrogancia de aplicar unas recetas económicas uniformes a todo el mundo, haciendo caso omiso de matices y particularidades… Después de todo, nosotros somos “la barbarie” y ellos “la civilización” y es una bendición del cielo que lo sigan creyendo.

Por ahora lo mas inteligente que podemos hacer es apartarnos de su camino porque si bien son un gigante ciego, siguen siendo un gigante tanto mas rabioso cuanto mas impotente que puede destruir al mundo con su furia –los hermanos irakíes saben mucho de eso-

Cajp391130@yahoo.es


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Pedro Calzada


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