Cuando veas las barbas de tu vecino arder pon las tuyas en remojo

Este viejo proverbio de origen castellano, encierra toda una filosofía de vida aplicable en primer lugar a las Naciones, y sin lugar a dudas en estos momentos a nuestro muy querido y codiciado País. Al respecto y ante las bravuconadas del gobierno Guyanés y la precaria convivencia con nuestro país hermano Neo Granadino, proclamarnos como país de paz no está demás y sin lugar a dudas en estos tiempos es de nuestra conveniencia, aunque el pasarnos de “pendejos” tampoco es una solución a los ingentes problemas con nuestros vecinos. Así y con respecto a Colombia por ejemplo, por ser país de paz perdimos la Guajira, el Arauca, y nuestro rio Orinoco pasa por un buen trecho a ser frontera compartida, estas pérdidas territoriales fueron justificadas por López Contreras quien adujo que para esa época nos encontrábamos en una inferioridad militar marcada con respecto a nuestro vecino fronterizo del oeste.

Independiente de su signo político y de sus actuaciones durante el periodo en que ejercieron la presidencia de la republica, solo tres de nuestros mandatarios en el pasado siglo XX se abocaron de frente a contener la voracidad de él molesto vecino occidental, aprovechando momentos en los cuales nuestro país superaba o se encontraba en paridad bélica con los antedichos vecinos. Cipriano Castro que a principios del siglo XX derrotó a una invasión dirigida por el gobierno conservador del vecino país al Estado Táchira, invasión ésta motivada por la ayuda prestada por nuestro gobierno a los liberales de ese país. Marcos Pérez Jiménez que paró en seco al gobierno colombiano cuando querían apoderarse del los islotes de los Monjes, y Jaime Luscinchi cuando durante la presencia de la corbeta Caldas en nuestras aguas territoriales del golfo de Venezuela, movilizó a nuestras fuerzas navales terrestres y aéreas para defender la integridad nacional, obligando al gobierno colombiano ante la inminencia de un conflicto, a retirar del Golfo de Venezuela a la corbeta en cuestión.

El problema actual con nuestros vecinos es de otra y más grave magnitud, ya que detrás de este se encuentra la mano armada del coloso imperial norteamericano.

Sin pretender en lo absoluto descalificar la política externa venezolana en estos últimos 16 años, política certera esta, la cual ha sido la gema de más alto valor en nuestra historia diplomática, al propiciar hasta su logro la unidad latinoamericana y caribeña, triunfo este fundamental para salir de la órbita política del gobierno norteamericano; lo cual no es óbice para expresar mis diferencias puntuales con el hecho de que a sabiendas del doble discurso hacia nuestro país sostenido por los gobiernos oligárquicos colombianos, nuestro gobierno no mantuvo como mínimo una posición neutral en cuanto a la guerra interna colombiana, que de uno u otro modo nos era favorable dada la distracción interna que mantenía ocupadas a las Fuerzas Armadas de dicho país, este posicionamiento de nuestro gobierno propiciando hasta la exageración la paz interna en el país vecino, presiento no nos va a ser muy beneficioso en un futuro cercano. Es más ya este error lo hemos comenzado a pagar en grado superlativo con la invasión solapada de los paramilitares colombianos, desmovilizados en Colombia e impulsados a franquear nuestras fronteras con la labor especifica de desestabilizar a nuestro país, ya estos asesinos al servicio de la clase dominante del país vecino han contaminado a nuestra delincuencia común entrenándola en la formación de verdaderos cuerpos militares hamponiles, que no solo actúan en contra de la ciudadanía en general, sino que se atreven a enfrentar al mismo Estado Venezolano. Tardíamente después de muchos años de impunidad por confundir pobreza con delincuencia, nuestro Ejecutivo ha reaccionado con las incursiones de las famosas OLP a las barriadas populares, medida está tan criticada por un sector de la izquierda venezolana.

Pero aunque las acciones delictuales del hampa organizada representan un serio peligro para la estabilidad interna de nuestro país, infiero que lo peor vendrá al finalizar la lucha armada dentro del país vecino, no se necesitan muchas luces para imaginar hacia quien será volcada la fuerza que representa ese inmenso contingente de hombres entrenados en vivo en la guerra interna colombiana, más aún contando la oligarquía colombiana en el poder, con el respaldo ilimitado de los sectores más reaccionarios del gobierno norteamericano.

Por otra parte y de manera descarada los desplantes guerreristas del presidente de Guyana no son otra cosa que el trapo rojo detrás de donde se esconde una intervención directa del Comando Sur de los Estados Unidos.

Ahora bien, una vez presentado este peligroso panorama mi pregunta es, ¿está Venezuela realmente preparada para defender su territorio?

Desde el punto de vista diplomático creo es correcta la posición pacifista del gobierno venezolano, la cual puede contener por un tiempo la intervención directa o por interpuestos del imperio norteamericano, a lo cual debe sumarse la capacidad del Estado para no dejar llegar a los extremos las posibles manifestaciones opositoras violentas post electorales, lo sucedido en Ucrania debe ser el ejemplo a evitar.

Sin embargo quiero remarcar que estas medidas solo retardarán por un tiempo la intervención imperial gringa. Espacio de tiempo este que si no se aprovecha para preparar adecuadamente a nuestro componente armado, tanto a los efectivos que hacen el servicio militar como a las milicias, cualquier eventualidad nos va a sorprender “con los pantalones abajo”.

Lo anterior me impulsa (sin ser especialista en la materia), a plantear según mi criterio, las tres medidas generales que debería tomar un país tercermundista como el nuestro, enfrentado a una potencia mundial de alto desarrollo científico tecnológico y de recursos bélicos cuasi ilimitados.

La primera medida debe ir dirigida a las alianzas militares, las cuales deben ser amplia y explícitamente publicitadas. Alianzas estas que deben incluir las alianzas militares regionales en primer lugar, y las alianzas militares a nivel mundial en segundo lugar, el ejemplo del gobierno Sirio actual con respecto al gobierno de la Federación Rusa es paradigmático de lo que debería hacerse

El segundo aspecto es el de la preparación a nivel de la guerra convencional como factor inicial de choque, lo cual implica el conocimiento previo de que se trata de una guerra de contención limitada en el tiempo, dado el desgaste del material bélico de alta tecnología con pocas o limitadas posibilidades de reabastecimiento, al contrario de lo que sucedería con el correspondiente material en uso por él enemigo.

En el caso de nuestro país hay que agregar que si dese el punto de vista tanto aéreo como terrestre se han hecho avances indiscutibles en cuanto a la obtención de armamentos de última generación, aptos teóricamente para la contención inicial de un enemigo con ingentes recursos bélicos también de última generación, no sucede lo mismo en el aspecto naval, ya que es hasta risible la adquisición de material naval tales como las patrulleras oceánicas, cuya máxima velocidad no supera a la de los mismos componentes navales de este tipo que se emplearon en la primera guerra mundial hace 100 años, en cambio a lo cual la posibilidad mucho más disuasiva de obtener submarinos convencionales con capacidad coheteril, hasta el momento no ha sido llevada a cabo.

El tercer aspecto que quiero enfocar es el considerado por todos los entendidos como el de mayor importancia, y se trata de lo concerniente a la guerra irregular, única posibilidad de un país subdesarrollado como el nuestro de ganar una contienda a un país altamente desarrollado. Guerra irregular esta cuya característica primordial es la de ser una guerra de desgaste para el enemigo por un lapso de tiempo prolongado.

Las dificultades que en primer lugar este tipo de confrontación presenta es la del entrenamiento de nuestros combatientes, el cual debe superar al entrenamiento y experiencia en combate de nuestros potenciales enemigos. Creo que no podemos esperar el éxito, si pretendemos enfrentar reclutas y milicias mal entrenadas a ejércitos profesionales, el caso de la lucha en tierra durante la guerra de las Malvinas es un ejemplo palpable de esa errónea concepción estratégica. Al respecto y a mi humilde opinión, nuestra Fuerza Armada se enriquecería táctica y estratégicamente, profesionalizando al elemento militar de base, es decir a la tropa, lo cual implicaría dos condiciones a saber, la escogencia selectiva del personal en cuanto a sus habilidades y resistencia física individual, con un periodo de prueba inicial que sirva para seleccionar a los más aptos para las arduas tareas que les esperan, y en segundo lugar su contratación por un periodo no menor de tres años (renovable), lo cual implicaría para el enrolado, beneficios y paga atractiva al igual que en cualquier empelo civil, excluyendo por supuesto las limitaciones laborales horarias no cónsonas con las necesidades de servicio, las cuales deberían ser contractualmente compensadas.

Este componente militar que dado lo que se les exige pudiera hacer mermar en número a la totalidad actual de nuestro componente militar, ganaría en calidad combativa lo cual es lo que nos interesa. Por otra parte hay que estudiar en vivo, el tipo de entrenamiento que se le exige a los cuerpos especiales de las Fuerzas Armadas de nuestros aliados tales como China, Vietnam, Bielorrusia, la Federación Rusa y otros países amigos, a fin de trasladarlo a nuestro componente armado de nuevo signo, como aquí propongo.

Por otra parte está el amplio espectro del componente Miliciano, es decir la representación del pueblo en armas. Este componente que no tiene limite etario en su escogencia, debe adaptar sus necesidades a la capacidad física e intelectual individual de cada uno de sus componentes, aplicándose así un entrenamiento general en el uso de armamento, lectura de planos, lectura de GPS o por lo menos del uso de la Brújula o Compas, y otras habilidades de uso común a la totalidad del componente militar miliciano, debiéndose complementar lo anterior con la escogencia de los más aptos, para un entrenamiento exhaustivo en la lucha irregular en espacios tanto urbanos como rurales y selváticos.

Además y más importante que todo lo anterior sería la formación patria de todos estos contingentes armados, lo cual solo se lograría exponiendo crudamente todo lo que ha sido la evolución histórica de nuestro país con sus errores y aciertos, incluyendo las de este ya prolongado gobierno bolivariano. Exigir lealtad y obediencia absoluta sin discusión ideológica, solo tiene validez jerárquica durante las actividades puntuales propias del servicio militar, y por supuesto y de manera superlativa en el campo de batalla.

Como colofón quiero añadir el hecho de que diferir de la conducción política de esta llamada revolución como es el caso que me atañe, no colide con las necesidades y problemas que por encima del signo o conducción de su gobierno me obligan a cuadrarme con la patria.

 



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Arnaldo Cogorno


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