Cumbre de las Américas para hablar sobre la vida en Marte

A ver..., ¿cómo se entiende?  Si existe una organización nacional o multinacional, sea un gremio de Consejos Comunales, pongamos por caso, o una UNASUR o Cumbre de las Américas, se supone será para tratar logros o problemáticas propios.  ¿Es de lógica, no?

Así, hablando en más pequeño, hay clubes o grupos que canalizan las pasiones y los intereses particulares de sus miembros, de la gente común que gusta del ajedrez, por ejemplo, o coleccionar insectos.  Se tratará siempre de un espacio para sumar experiencias, discutirlas, sumar unidades y crecer en un alma común para hacer avanzar el mundo en el aspecto específico de la organización que agremia.

Es posible que está últimas palabras sean una definición rasera para cualquier organización positivista, aunque pueda aplicarse también para efectos contrarios, retrógrados, como una organización nazista o cualquier otra bellaca que se ofrezca a la imaginación.

El asunto es que, en cualquier caso, en las organizaciones se habla de ellas, de lo que es de interés para sí, de problemas, placeres o preocupaciones de sus miembros; no de otra cosa, por más frívola o cínica que pueda resultar una agrupación cualquiera.  Es difícil encontrar una que no hable de su propia humanidad, capacidades o espacios conocidos, de sus miembros; de su propia materia, para reabundar.  ¿Imposible?   Y nunca será razonable fundar una organización para hablar de lo que no importa, que no sea del dominio, interés o dolencia de sus miembros.  ¿Caramba, se entiende?  ¿Un grupo de maquilladores hablando de coleópteros sería una ilustración adecuada?

Pasa que un grupo de ratones se agremie para hablar de los gatos, algo que en apariencia puede parecer un tema alienado, fuera del conocimiento y manejo de su especie, pero que interesa tratar desde el mismo momento en que a la genética felina le da por almorzar roedores, amenazando su existencia.  O pasa ejemplificar también con el famoso Club de Bilderberg, habitáculo de millonarios, donde se puede calcular cómo exterminar humanidades para aumentar ganancias; o con el FMI, donde últimamente se reflexiona sobré cómo la alta esperanza de vida humana es una carga tanto para los Estados capitalistas como amos del mundo, obligados a tolerar a una pila de viejos con pensiones y otros beneficios sociales.

Valen estos últimos ejemplos para clarificar que la ausencia de ética y la presencia de cinismo no son condicionantes para que se pierda la perspectiva de hablar de lo que es común en los integrantes de un gremio.

Pero este sentido común no alcanza con su baño a la inminente VI Cumbre de las Américas que se celebrará el 14 y 15 de abril del año en curso en Cartagena de Indias, Colombia.  Allí no se hablará, según declaraciones, ni de la soberanía de las Islas Malvinas ─tema político lacerante hoy, con recuerdos de guerra─ ni de Cuba, país bloqueado por uno de los miembros de la cumbre y excluido de la cita loca ─la locura sería el único condicionante para no hablar de lo que atañe hablar.  O si se habla, para ser más consonos con las expresiones oficiales, hay el ánimo pregonado  de no referir la conversación en la declaración final de la reunión.

En el sitio WEB Cumbre de las Américas se lee como declaración: 

“Las Cumbres de las Américas reúnen a los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados Miembros del Hemisferio para debatir sobre aspectos políticos compartidos, afirmar valores comunes y comprometerse a acciones concertadas a nivel nacional y regional con el fin de hacer frente a desafíos presentes y futuros que enfrentan los países de las Américas”

O, también, en la enciclopedia Wikipedia se lee, más tajantemente:

“La Cumbre de las Américas es una reunión de jefes de estado y de gobiernos de América, auspiciada por la Organización de los Estados Americanos (OEA) y celebrada en alguna ciudad del continente con el objetivo de formar una estrategia común para resolver los problemas de la zona.² (la cursiva es de quien escribe).”

Luego de lo cual, es decir, después de la lectura, aflora en los labios del lector una conmiserable sonrisa.  ¿Cumbre de las Américas para hablar de qué?  ”Qué alguien me diga”, reza la canción del salsero Gilberto Santa Rosa; o, también, “Esta risa no es de locos”, de otro salsero, Héctor Lavoe.

Para hablar sandeces ─tienta responder─, paja castellana, aunque intervengan humores ingleses, franceses o angloparlantes; pero universal es conocido que la paja es un sentimiento de vacio inteplanetario.

¿No se enmarca la soberanía de las Islas Malvinas o el problema del bloqueo político y exclusión de Cuba dentro del compás de los intereses de los países participantes?  ¿O es que se trata de un cónclave para hablar de lo que no es, es decir, de la nave de los locos de la América del siglo XXI, o para escenificar de una manera inédita aún una de las versiones del mundo al revés medieval, donde el vacío y la locura son los protagonistas?  Al parecer...

La Cumbre de las Américas, por lo dicho, por su vacío o llenura de paja, es espuria.  Concita el encuentro de dos bloques geopolíticos (Norteamérica y Suramérica) para tratar aspectos de interés sólo de uno de ellos.  Véase claro:  con la exclusión de México, el lado norteamericano utiliza la formalidad de la reunión para exponerle al otro una propuesta de colonización y explotación.  Si usted se da un paseíto rápido por los antecedentes fundacionales de la cumbre, descubrirá que nació como propulsora del Área de Libre Comercio de Américas (ALCA), conocido y pérfido mecanismo de imposición de prácticas comerciales por parte de los más poderosos hacia los más débiles.   Mecanismo que ha probado hidalguía y efectividad devastadoras sobre países de Centroamérica y México, siempre en favor de la conveniencia de un miembro que huelga nombrar.  Por cierto, hay que acotar que Colombia, la sede este año, parece ser el último país que se muere por firmar uno de esos llamados tratados de libre comercio con los depredadores.

De manera que el evento tiene sentido sólo para una de las partes, en este caso para el depredador que maquina con espejitos cómo encantar y someter a su contraparte, la presa.  Esa parte sí que viene a discutir asuntos de su interés, y para ella el evento sí posee cuotas racionales de sentido común, en nada alusivas a ninguna nave de locos o mundos al revés mencionados anteriormente.  Y no es raro ya que a este nivel del discurso no se hable de miembros para aludir a algunos integrantes del grupo, como debe corresponder a un concilio, sino de partes, víctimas o depredados.

La otra parte, por su parte, no se sabe para qué concurre.  ¿Lo sabe usted?  ¿Dirá que para acercar sendos bloques geopolíticos y fomentar las buenas relaciones, además de otras pajas de la jerga diplomática?  ¡Pssssi!  Digámoslo de una mala vez:  concurre para virtualizar una reunión loca donde sus expectativas no se cubren y en la que sus temas de interés no se tratan, y para hablar, ¡esto sí con seguridad!, de coleópteros o sobre manchas solares.  Tal es el sinsentido de la Cumbre de las Américas para Suramérica...; a menos que el interés se justifique como en el caso de los ratones respecto del gato, comentado arriba...

Pero hasta eso sería revolucionario y elevado para los países suramericanos, actitudes dignas que no se han concretado en el seno de las reuniones que han sido.  Suramérica, Latinoamérica, para no dejar a nadie por fuera, concurre a la cita para dar fe de su avanzada locura y triste actitud de colonia:  para discutir lo que denunciamos, el tema y posición del otro, o de cómo el gato puede más eficientemente engullirla en forma de ratones.  ¡Esto sí que es un mundo al revés de la época contemporánea!

Si los gobiernos suramericanos quisiesen ser dignos y cónsonos con la responsabilidad de velar por el interés de sus pueblos, esta reunión de hoy de las Américas debiera ser la última; y decir “'¡No, no más abuso a la inteligencia humana ni más escarnio sobre nuestras vidas!”

El presidente Hugo Chávez, que ha propalado una certera frase en las reuniones de esta índole donde ha asistido (“los gobiernos andan de cumbre en cumbre y los pueblos de barranco en barranco”) confirma que asistirá por unas horas al evento de Cartagena.  Se espera que sea para dinamitar de una buena vez el ánimo rastrero de seguir prestándose para escenificar reuniones insólitas como las de este tipo en nuestras tierras.  Se espera que pongalos puntos sobre las letras en el tema de la Cuba excluida (por una de las partes miembros) y de las Islas Malvinas.  “¿De qué vamos a hablar, pues ─ya se le oye decir─, de los cráteres de la luna o de la kriptonita en una reunión sobre Suramérica, América Latina, Indoamérica, Centroamérica, en fin, las Américas?  ¡Hablemos de nosotros!”

Y asiste Chávez por dos razones:  una de compromiso político, por no dejar colgando su esfuerzo de aproximación con Juan Manuel Santos, de Colombia (su “nuevo” amigo); y la otra por aquello de combatir al enemigo con sus propias armas, con los derechos de palabra en sus propias reuniones:  no se puede combatir la indignidad de una organización si no se acude a ella para ejercer en el derecho de palabra su denuncia. 

Notas:

¹ Cumbre de las Américas {en línea]. - http://www.summit-americas.org/defaults.htm. - [Consulta:  12 abr 2012]

² “Cumbre de las Américas” [en línea]. – Wikipedia. - http://es.wikipedia.org/wiki/Cumbre_de_las_Am%C3%A9ricas. - [Consulta:  12 abr 2012]

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Oscar J. Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

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