Una maquinaria cultural revolucionaria

Sendas asambleas han realizado los trabajadores y creadores culturales; intelectuales y artistas, a propósito de organizar la maquinaria cultural revolucionaria para acompañar al candidato, Hugo Chávez, a la reelección el próximo diciembre. En el Ciclo Festivo de la Navidad, en pleno inicio del Adviento, Venezuela concurre a otra elección presidencial. La primera inferencia, que nos invade, que nos toma por asalto, es que, en el menor de los casos, la relación numérica de votos sea 60 a 40 por ciento a favor del pana de Sabaneta.

El gran logro que pudiera, eventualmente, alcanzar esta oposición, sería acumular una masa de electores, la cual echaría por la borda, sin ningún tipo de escrúpulo político, luego del referéndum revocatorio. Resulta alarmante como esta oposición, con todos sus matices, algunos democráticos y el resto, básicamente: golpistas, torpes, guarimberos, pro yanquis y meritoriamente torpes, perdiera 4 millones de votos escuálidos. Ello constituye un record inédito en la historia mundial de los procesos electorales.

En Venezuela, las elecciones indican, históricamente y de alguna manera, que el candidato que se coloca sobre el 30 por ciento del electorado llega a presidente. Nos resulta, también, un tremendo fenómeno electoral que Chávez con todo el proceso que hemos vivido, todavía se mantenga con un nivel porcentualmente altísimo. Así lo dicen todas las encuestas. La gente de la cultura, que sabe de fiestas populares, también quiere participar en este sarao electoral y estamos apostando a la reelección de Hugo Rafael Chávez Frías.

Tres ejes se proponen para la construcción de un aparado cultural: un eje electoral, que implica participar en la campaña, acompañar al candidato en los distintos recorridos, organizar las diferentes instancias propuestas para movilizar al electorado, buscar y conquistar los votos., tomar culturalmente la calle, entre otro montón de actividades de necesaria realización. En pocas palabras, hacer la actividad propiamente electoral. Recordemos que ni siquiera Chávez pudo llegar al poder con golpes de Estado. Votos y más votos, abundantes, eso pertenece a nuestra cultura democrática. Lo hemos dicho: nosotros, los venezolanos, hasta para beber hacemos elecciones.

Lo anterior va unido a otro eje: el organizativo y concretamente se refiere a la construcción de una Maquinaria Cultural Revolucionaria, que garantice votos pero que, también, haga propuestas, diseñe políticas culturales, elabore una teoría cultural revolucionaria, la cual oriente la gestión pública cultural bolivariana. Ello nos conduce inevitablemente a un tercera biela: el eje del debate: conceptual, epistemológico, fundamental, histórico.

El eje del debate abarca las líneas estratégicas que sobre las políticas culturales es necesario poner en la palestra. Tópicos como la promoción y la difusión de la identidad y la diversidad culturales; el desarrollo endógeno y económico de la cultura, la formación y capacitación permanente cultural, las relaciones nacionales e internacionales culturales, la investigación cultural, el presupuesto participativo cultural, el patrimonio cultural, tangible e intangible, la comunicación social, tanto institucional e industrial-masiva como la alternativa, comunitaria y popular, los espacios e infraestructuras culturales y la contraloría social de la gestión pública cultural, entre otros.

No podemos dejar a un lado un tema tan sosyalado, incluso por los políticos de la izquierda gravitacional: la legislación cultural. El desarrollo de los derechos culturales constitucionales, la organización de los poderes públicos culturales que implica la nueva institucionalidad cultural del aparato del Estado sobre la base de un modelo democrático de participación popular requiere una legislación cultural revolucionaria. Por ello participamos en la elaboración de una Ley Orgánica de Cultura que contribuya, resueltamente, a la conformación de la nueva estructura social.

En este proceso electoral siempre recordaremos aquella entrega de Ludovico Silva, intitulada: El Puñal de Cicerón, a propósito de poeta, Virgilio, el gobernante, Julio César y el filósofo, que en este caso sería Marco Tulio Cicerón, quien citaría un verso de Pacuvio: Ibi bene ibi patria. En otras palabras, “donde se esta bien, allí está la patria”.


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Efraín Valenzuela

Católico, comunista, bolivariano y chavista. Caraqueño de la parroquia 23 de Enero, donde desde pequeño anduvo metido en peos. Especializado en Legislación Cultural, Cultura Festiva, Municipio y Cultura y Religiosidad Popular.

 efrainvalentutor@gmail.com

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