En los últimos días¸ la prensa privada opositora y los pseudo líderes que adversan al proyecto Chavista, han confluido en la petición (absurda e inmoral, claro está) del otorgamiento de una medida humanitaria a Ivan Simonovis, uno de los ex comisarios de la Policía Metropolitana del tristemente célebre Alfredo Peña, quien fuera condenado por un Tribunal (y confirmada su sentencia por una Corte de Apelaciones) a treinta años de presidio por la comisión de los delitos de cómplice necesario en la comisión de delito de homicidio calificado, cómplice necesario en el delito de homicidio calificado frustrado, cómplice necesario en el delito de lesiones personales graves en complicidad correspectiva y cómplice necesario en el delito de lesiones personales leves.
Como hemos indicado, el hecho ilícito cometido por Simonovis, lejos de ser un delito de opinión (difamación, injuria, calumnia), es un crimen que atentó contra la vida de varias personas que, en atención a la naturaleza del cargo que desempeñaba para el momento de la comisión de los mismos, estaba legalmente obligado a resguardar. No se trata, como pretende hacerlo ver la mayoría de la prensa privada, de un delito menor o de una simple falta, no. Hablamos de delitos que trajeron como consecuencia la muerte de personas inocentes, por razones políticas. El preso político no es Simonovis (ni siquiera era político para el momento de la comisión de los delitos), pero los muertos, si son políticos. Ellos murieron por estar presentes en una marcha apoyando a un proyecto político. La prensa y las redes sociales se contaminan de discursos y mensajes que abogan por la solicitud del otorgamiento de una medida humanitaria que, atendiendo a una patología tan común como la osteoporosis, dejaría impune la muerte de varios Venezolanos.
La hipocresía de los opositores, que como títeres carentes de personalidad y criterio repiten los titulares de la prensa privada, se colige con meridiana claridad pues por una parte condenan la criminalidad en Venezuela y piden un cese a la impunidad, pero simultáneamente, solicitan que se relaje la condena que pesa sobre un delincuente como Iván Simonovis. Cuando usted, venezolano opositor, pide la libertad de ese asesino, tácitamente está abogando por la libertad de un “pran”, está apoyando la falta de castigo a los criminales venezolanos y, de igual modo, indirectamente está pidiendo clemencia para todo aquel que tenga malestar físico o una dolencia y que esté en la cárcel por la comisión de un delito. ¿Haría usted lo mismo si la víctima de las acciones de Simonovis hubiera sido un familiar suyo?, ¿pediría una medida humanitaria para el asesino de su madre, de su hermana, de su hijo?. Respóndase internamente. Y reflexione, eso sí, reflexione.
Toda la alharaca mediática proviene de una carta redactada por la hija de Simonovis, dirigida a la Vicepresidencia de la República, la cual fue publicitada por la prensa privada hasta el cansancio. Aparte del sufrimiento de la niña, por ser hija de un criminal y, porque de paso no puede compartir con él a diario, se suma el hecho de que, gracias a su inmadurez, está siendo usada. Si, usada. A Globovisión no le importa que ella pueda estar con su padre, ni le importa el resquebrajamiento de esa familia, no. A Globovisión (y menciono solo a este medio por ser el que mejor representa la nauseabunda política comunicacional antichavista) única y exclusivamente le interesa hacerle daño al Gobierno, perjudicar su imagen y obtener provecho político de ese perjuicio. La niña, más temprano que tarde, pasará de moda y más nadie hablará de ella. Ese uso indiscriminado con fines lucrativos del sufrimiento ajeno debería haber sido obstaculizado por las instituciones con atribuciones para la defensa de los Niños, Niñas y Adolescentes, por tratarse de una púber que aún carece de la capacidad de discernimiento para saberse utilizada por una corporación con influencia mediática en cierto sector de la población. Adicionalmente, se destaca que esa protesta es muy cómoda, es “chic” pues. ¿Cuántos pobres con familiares privados de libertad desearían tener la oportunidad de ser recibidos en la Vicepresidencia de la República para que sus inconformidades y requerimientos sean escuchados? Evidentemente que muchísimos. Mucho más si esa visita es recibida de muy buena manera (tal como la misma hija de Simonovis reconoció) y divulgada por la mayoría de los medios privados de Venezuela. En cambio, los pobres con familiares privados de libertad tienen que “calarse” y sufrir el día a día de la cárcel, protestar con el resentimiento de un sistema que durante años convirtió a las cárceles en sitios de canibalismo y perversión, incluso soportar los designios de los “pranes” quienes, mediante amenazas a los internos, manejan la vida de éstos y sus familias. Prácticamente son sus dueños.
La diferencia de ambos casos es una: A los medios privados, les importa la ganancia política que pudiera dejar el show de la hija de Simonovis. A un pobre no le está permitido eso, no le darían ese apoyo, no lo televisarían tanto. El pobre es útil en la medida que este perjudique a la imagen de Chávez, no el pobre como persona en sí, sino como instrumento de la política; la política sucia, claro está. En ese sentido, el pobre es inexistente para ellos. El pobre, no es “trending topic” en twitter.
La hipocresía opositora, que se llena la boca pidiendo cese a la impunidad, está aletargada por la imposición mediática de la lástima a favor de Simonovis, sin que muchísimos conozcan la razón por la cual está preso. El opositor de a pie, desconoce que Simonovis, para ser sentenciado tuvo todas las posibilidades de defenderse, alegar y probar a su favor, esto es el llamado debido proceso. Su sentencia fue dictada por un Tribunal unipersonal y confirmada por un Tribunal colegiado. Pero, esa hipocresía va más allá, pues hablan de la existencia de un gobierno de facto, que desconocen a Nicolás Maduro como Vicepresidente, pero es a él a quien le dirigen la misiva pidiendo la inaplicable compasión. Hipocresía, hipocresía.
Todos estos hechos, a muchas personas, deben hacerlos reflexionar. Simonovis está preso por ordenar asesinar, no por opinar. Es cómplice necesario de la perpetración de varios homicidios, de manera que sin su intervención éstos no habrían podido cometerse. Esa hipocresía opositora que, por un lado pide compasión y por otro lado vocifera la necesidad de inclemencia, es la misma que critica la decisión de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia dictada el 10 de Enero del presente año y, una década atrás, apoyó la disolución de los poderes legítimamente constituidos y la imposición a dedo de un presidente de facto.
Esa hipocresía opositora es nuestro día a día, no permitamos impunidad, pues para que haya paz, necesariamente debe haber justicia. La hija de Simonovis, al menos tiene a su padre vivo, pero los familiares de las víctimas de Simonovis darían cualquier cosa por tenerlos vivos, aunque sea presos. Gracias a ese criminal, ya no pueden tenerlos.
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