Delincuencia mediática

A travesando la Sierra Morena, en la Extremadura española, no podemos evitar el corto desvío para visitar a Fuente Obejuna, el pueblecito medieval que exaltó, a través del teatro, Lope de Vega. En una pequeña plaza, cerca de la iglesia, aún se puede sentir el rumor del pueblo cuando al unísono respondía a la pregunta de la autoridad judicial: "¿Quién mató al comendador?" Y la respuesta: "Fuente Obejuna, señor".

Una conciencia social envalentonaba a la comunidad para dar repetidamente una misma respuesta, involucrando a todos los vecinos, sobre la muerte del tirano y trascendió en el tiempo ese hecho heroico, porque la moral arraigada en los pueblos los hace eternos, como en la invencible Numancia, en Cartago, en la República Española, en nuestros pueblos indígenas.

Desgraciado el pueblo que carece de esa conciencia, que se le escapan del alma el amor y la comprensión y los reemplaza por sus bajas pasiones, por los vicios del espíritu, como ocurre con alguna parte de la población venezolana que encuentra la fuerza para vivir en el odio, en el deseo de venganza y, por lo tanto, en la destrucción. Hoy constatamos esta realidad cuando se discute el asesinato como un medio para dirimir las controversias y el magnicidio como una solución política. El desvarío por parte de la sociedad venezolana es una verdadera tragedia, cuyas consecuencias son impredecibles, pero en todo caso, una monstruosidad.

El delito que se comete constantemente en la información, al mentir o tergiversar las noticias, por parte de dueños de medios, destruye la moral de los pueblos y atenta contra la dignidad del ciudadano. Pero una nación no puede vivir permanentemente en medio de hechos ilícitos. La ley y el castigo han sido concebidos justamente para combatirlos. En el caso de Venezuela, donde la delincuencia mediática ha desbordado toda racionalidad, el Gobierno tiene que reaccionar. Es hora de reparar el error cometido en los momentos del golpe de Estado en abril de 2002, cuando se ha debido legislar, aprovechando el derrumbe de la delincuencia mediática, para adecentar los medios de comunicación social.

Abogado


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Manuel Quijada


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