El talk show de ARS

L a política y el mercadeo están diametralmente opuestos. Un producto es eso, algo que se promociona y se edulcora al máximo para su posterior venta. Las empresas dedicadas al marketing sitúan su objeto con precisión, ante la competencia en el mercado, van y vienen con sus ofertas, aprovechándose de las propuestas subliminales enquistadas por mucho tiempo en la mente de los débiles consumidores.

Una cosa es la publicidad comercial y otra la propaganda política. Las diferencias entre ambas, tiempos ha, quedaron dilucidadas. El que las confunda, yerra por acción. Las sofisticadas técnicas publicitarias del siglo XX, en ocasiones, han sido utilizadas para vender candidatos.

Podemos recordar el libro Cómo se vende un presidente y la demanda que siempre han tenido los llamados "asesores de imagen" en tiempos de campañas políticas. El producto lleva al consumo y éste es finito.

La política demanda acción y reflexión, contraposición de ideas. Dialécticamente vista, se requiere de un pivote que le dé sustento.

Pensamiento y proyecto político se hermanan para dar sentido a una lucha.

Las propuestas no pueden caer en el vacío ni quedar en lo superficial. La confrontación y el debate permiten curtirse en política. La sonoridad de la palabra extiende el pensamiento hacia la acción social. Su impacto persigue traspasar lo inmediato y perdurar en el combate ideológico.

Sin ideología no hay política.

Se requiere de algo más que consignas efectistas y vacías.

No valen ademanes maniqueos ni poses de maniquí. Tampoco suman posturas asépticas ni gestos inocentes. Aquello de "yo estoy, pero no soy" es un error garrafal. La cara asesoría de expertos no funcionó ni resultó. En política jamás se debe subestimar al contendor y menos en el campo de las ideas.

Ha ocurrido un hecho sin precedentes en la historia política del país. La Asamblea Nacional aceptó recién en su seno el debate de jóvenes representantes de diferentes tendencias políticas. Los estudiantes de las universidades privadas dieron la espalda. No confrontaron. Se retiraron.

Escenificaron parte de un guión, tal como quedó develado. Los jóvenes bolivarianos cazaron, en lo mejor del término, el debate y ganaron.

En política no hay show que valga, y menos publicitario.

Periodista/Prof. universitaria


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Asalia Venegas S.


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