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Esta última Hojilla, de la Segunda Etapa, tal cual como lo ha definido Mario Silva, el pasado sábado (8 de febrero de 2025), ha provocado conmoción en mucha gente que lo ve como un maestro, un guía, un visionario. Me llaman o me mandan mensajes desde Estados Unidos, España, Colombia, Argentina: "- ¿Es posible esa vaina? Necesitamos La Hojilla, carajo". En medio de las más terribles convulsiones, que desde 2004 viene sufriendo nuestra patria, La Hojilla ha constituido un asidero para descubrir la verdad, para ver más allá de lo que se nos muestra y presentimos, y a la vez para encontrar alivio en las profundas heridas que sufre el pueblo. Uno se planta frente a La Hojilla y encuentra paz, buen humor, serenidad, comprensión o entendimiento, esperanzas y alegrías. Así, pues, que tranquilos, hermanos del alma.
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Hay gente a la que se le ha jodido la vida por ese anuncio del sábado pasado porque para ellos, Mario es su oráculo, un santo ácrata o comunista al que le consultan con sus penas y dudas, al que le piden incluso milagros. Cuando me preguntan qué ha sucedido, por qué esa pausa (porque el pueblo anda muy pilas), les respondo: "-Calma, calma, señores, que el hombre se está preparando con nuevas armas, necesita dominar mejor la avalancha de controles mediáticos, técnicos cuya nefasta intención es avasallarnos, doblegarnos… Necesita tiempo para prepararse mejor". Lo que sucede es que uno, en estas luchas revolucionarias, se crea un círculo familiar (política y filosóficamente hablando), en el que se acaba compartiendo las mismas pasiones, los mismos sentimientos y valores, y hay algunos puntos de iluminación esenciales, ¡vitales!, y Mario es uno de ellos. En el caso de los medios, imaginamos que siempre vamos a tener al frente, ese HERMANO INSPIRADOR, sereno, ducho en tantas batallas, allí, aconsejandonos, alentandonos, educándonos, haciéndonos ver los entresijos más complejos y difíciles por donde se nos pueden meter y atacarnos los eternos enemigos de la patria.
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Pero también es cierto que las nuevas tecnologías están arrollando a los viejos formatos, y no podemos seguir disparando con chopos cuando están atacando nuestras mentes con misiles y ráfagas cibernéticas ultra-secretas y devastadoras. Urge una actualización de todas nuestras plataformas comunicacionales, en momentos en que los viejos métodos, como la prensa escrita, radio, televisión, ya no están dando la talla para informar y para formar a los pueblos suficientemente. Hay que crear batallones armados ahora con Inteligencia Artificial, en alianza con China y Rusia.
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El trabajo de Mario ha sido único en este país, él nació para esa batalla con condiciones únicas para el estudio de la guerra cognitiva, porque como él mismo lo dice, llegó por sus propios medios, sin estudios, como un verdadero demiurgo de la comunicación… Menos mal que no se formó para esta batalla en una universidad, porque lo habrían dañado, porque su dimensión se habría reducido, enclaustrado, deformado por el formalismo rancio y cutre que se imparte desde las academias. Mario se declara un autodidacta en su trabajo, como lo han sido en esencia los grandes creadores. Autodidactas fueron Bolívar y Sucre en la política y en la guerra. Autodidactas fueron en las letras Argenis Rodríguez y Francisco Umbral, por ejemplo. Como dice Simón Rodríguez, la verdadera universidad está en la experiencia.
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Yo he visto a Mario trabajar durante horas y días enteros para hacer sólo un programa de televisión. Me tocó verlo, en un cuartucho de la Avenida Urdaneta, donde editaba sus videos durante horas, teniendo al frente una fila de monitores pequeños, los cuales manejaba con destreza, analizando con acuciosidad docenas de eventos para obtener la mejor manera de presentarlos. Él es extraordinariamente exigente consigo mismo, jamás se va por las ramas y deja las cosas a la buena de Dios. Cuando trabajaba, profundamente absorto y concentrado en sus investigaciones, no existía ninguna otra cosa para él. Por eso dice que nunca dejó en manos de otro lo que él tenía que llevarle al televidente. Todo tenía que pasar por sus manos, y a mí no me parece eso un error sino más bien una virtud. Todo lo que se muestra en La Hojilla lleva su sello, su impronta, su estilo, su originalidad.
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Porque he de recalcar lo que he dicho otras veces: Mario es un artista, un escritor, un pensador, un hombre culto, conocedor de los clásicos de la literatura y de la música. Y todo eso le ha servido en su trabajo de La Hojilla, y así sostener su programa con la misma inspiración, creatividad, con el mismo pulso original y agudo, durante más de veinte años. Conservo un libro suyo, el cual imprimimos en IMMECA (Imprenta de Mérida) en 2006, "Cuentos comunistas", en cuya portada aparecen Bolívar, José Martí, Antonio Gramsci, Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y Carlos Marx. En la presentación del autor se lee: "Mario Silva nació en Ciudad Bolívar porque no había más remedio… A duras penas, en medio de jolgorios y parrandas, matinés y carnavales en El Callao, logra graduarse de bachiller (obteniendo en buena lid y para siempre su título de "Bachiller Marginal"). De allí nunca más pondría un pie en ningún centro de estudios… terminaría enterrado en una editorial durante años, practicando la escritura en informes de ventas, debe, haber, sueldos, caja, distribuciones, supervisiones, cierra, abre, sin vacaciones ni capital acumulado, nunca revertido a quienes necesitaban llevar comida a su casa".
Para la publicación de "Cuentos comunistas", pusieron mucho empeño y dedicación todo el personal de IMMECA: su director Humberto Martínez, en el Concepto Gráfico, Yolfred Graterol; en la diagramación Lilyan Carolina Matos; en la corrección Iris Bühler y Melissa Fernández. Esa edición fue dedicada a Giandomenico Puliti: "Que la impunidad no se haga rutina". He aquí un extracto del prólogo que le hicimos: Mario fue uno de los primeros en darse cuenta de que el enemigo más brutal contra la revolución bolivariana eran los llamados medios de comunicación privados. Entonces tomó para sí uno de los trabajos más complejos y difíciles cuál era la de retrucarles con sus propias imágenes para desmontarles sus trucajes y hacer consciente al pueblo del modo como se urden tras cámara los engaños, las falacias y el terror mediático. Por ello "La Hojilla" por televisión caló tan hondo en el pueblo, aunque debió haber existido en realidad toda una estación de televisión con 24 horas de programación con una Hojilla desgarrando el cortinaje tras el cual se mueven los criminales, mafiosos y lacayos del imperio norteamericano…".