Causa indignación ver el desfile de barbaridades que el columnista Ramón Alberto Escalante (RAE) descarga sobre el tema del carbón y en especial sobre un “manifiesto del Sindicato Zuliano de Trabajadores del Carbón –organización que no previó ni corrigió los gazapos de los que el señor Escalante no se da por enterado, lo que demuestra, si es que alguna vez lo vio, que es mal observador o si no, que se lo contaron- en el cual protestan contra la demonización de sus actividades”. (El documento en cuestión salió en los días de la visita presidencial a la región, cosa que no valora RAE, pero que provocó –quien quita- la salida accidentada o apurada del mismo).
Indignación porque el racismo y la xenofobia alcanzan un
grado escandaloso, aunque acusa a los “románticos ecologistas” de ser ellos los
racistas y de operar, además, tarifados desde el extranjero, siguiendo aquí los
argumentos que esgrime en baja y alta voz el Gral. Martínez Mendoza. Quiere hacer
creer y no dirá jamás RAE que la prensa regional ha sido silenciada
–ciertamente embozalada- por la imagen corporativa de Corpozulia, cuando se
trata de intentar desmontar el andamiaje publicitario que alienta y da vivas
por la actividad carbonera. No dirá ni reconocerá que las marchas y actividades
contra el carbón llevadas a cabo aquí en Maracaibo, pero sobre todo en la
ciudad de Caracas, en las que participan una gran cantidad de colectivos y
organizaciones populares –acusadas de recibir financiamiento de
Lamentablemente, seguimos siendo un país donde
Sobre la “satanización” de los carboneros, arrampla RAE empleando una retórica que causa asco. Omitiendo testimonios, desafiando informes científicos, pasando por alto los pronunciamientos del Ministerio, con una ignorancia supina que demuestra a todas luces que desde aquel 1 de abril de 2005 no se ha preocupado por indagar la verdad en lo más mínimo, porque para decir lo que dice le bastan las mentiras propaladas por los medios propagandísticos de Corpozulia, ignorando feliz e indocumentado lo que en verdad ocurre porque lo interesa es aportar un infundio más al costal sólo que en la prosa edulcorada de un columnista que no conmoverá jamás ni le interesa hacerlo, porque su visión es antípoda del camino que este país viene forjando desde y con las comunidades organizadas, los cimientos del Poder. Afirma, decía, de manera racista, que el indígena no sabe qué es la neumoconiosis!!!, (“O es que la gente suele saber qué es la “neumoconiosis”, dice textualmente), como si a los enfermos le interesara el nombre de la enfermedad como a él, un letrado académico de los que abundan, formados en Universidades desconectadas desde su mismo nacimiento de la realidad, para luego concluir, haciendo gala de un silogismo falaz, que serán señalados como si de leprosos se tratara. El artículo se sostiene, por si no fuera poco, sobre este aspecto y convoca a sanciones por xenofobia y racismo. El cinismo desborda, pero no se queda ahí. Más adelante afirma, del mismo modo que Globovisión cuando intenta amedrentar las conciencias impresionables de amas de casa desinformadas, sus víctimas predilectas: “¿Imagina usted, estimado lector, querida señora, la conmoción de un niño marense cuando escucha hablar que en su familia hay “neumoconiosis”?”
Luego acusa a los románticos ecologistas de radicales y
extremistas (copiando por demás la jerga del Pentágono) y tras esa imagen que
debería convocar al horror de las mentes “centradas” y “ecuánimes” (posición
política de las que hace gala nuestro politólogo, reciente candidato a
Por si no fuera poco, y otra vez en el afán de manipular la
opinión pública como lo hacen los medios de la derecha, quiere persuadirnos de
que los hermanos indígenas le interesan, y hacia allí, hacia la conciencia que
se da golpes de pecho pero en el fondo desprecia, no ve, no reconoce y quiere
para siempre invisibles, apunta cuando dice “¿no será más bien un argumento
segregacionista contra la única industria zuliana que emplea básicamente
indígenas? ¿o es que sólo por su condición de guajiros tienen que ser
contaminantes, depredadores, enfermos y destructivos?” El politólogo renunció a
entender, olvidó o se hace el pendejo ante la realidad de este mundo
capitalista, que empleó mano de obra desarraigada y desaculturada para poder
sostener y acrecentar su sociedad y modelo económico excedentario. No sabe ni
quiere saber que las comunidades indígenas son esencial, culturalmente autosuficientes
y que valores como el ahorro, la familia, la propiedad y el trabajo, vale
decir, el proyecto liberal (como el que desean los de “Rumbo Propio”,
movimiento secesionista que se agazapa en la región visitada puntualmente por
el embajador norteamericano), no son los suyos y que desde 1492 están en guerra
contra los atropellos, el genocidio y la muerte que ofrece, vende y compra
Sigue RAE devanando el hilo de mentiras tratando de poner el mundo de cabeza, con aquella vieja táctica de la escuela que consiste en acusar rápido y de primero al otro de lo que yo hice para encubrir mi travesura.
Causa indignación, pero más asombro que el artículo lo haya leído en las páginas de Aporrea, donde un discurso sesgado, falso y de claros ribetes palangristas, circula para beneplácito de la derecha corporativizada que pretende usar como escudo humano no a los hermanos indígenas, sino esa visión construida por el fascismo etnológico del “indolente y dócil salvaje”. ¡Y no me vengan con el cuento de la pluralidad!
El modelo de desarrollo que propugna y destila un artículo como el de Ramón Alberto Escalante es para decirlo con todas sus letras, contrarrevolucionario. Sí. Abramos el debate. Son dos modos de concebir el destino del planeta los que pugnan. Vida o Muerte. Y no se trata de vacuo maniqueísmo. El plan desarrollista sostenido sobre este modelo energético está acabando con el mundo. Necesitamos otro desarrollo. ¿O la consigna “Otro mundo es posible” también está irrigada de petróleo y carbón, como únicos modos concebibles? El Socialismo del Siglo XXI exige replantear el modelo energético y la acertada estrategia de nuestro Presidente, al emplear el petróleo como un arma política, digna y soberana, y a favor de los pobres, de Venezuela, Sur América, el caribe y hasta de los propios EEUU- contra el Imperio y Corporaciones sedientos de combustible, y que hizo hace unos días pronunciar a Bush sobre la necesidad de no seguir dependiendo del petróleo en clara referencia a la política petrolera de Chávez, debe servir como un compás no de espera sino de acción revolucionaria encaminada a la eventual, necesaria y urgente sustitución de una mentalidad y cultura minera que distorsionó por completo al país entero, en su estructura y apariencia visibles como en su interior, por una nueva cultura, una nueva economía, una nueva sociedad.