“Que el fraude electoral jamás se olvide”

A pesar del poder de los medios

El afán por transformar positivamente la realidad, en México y en buena parte del mundo, se enfrenta al enorme poder de los medios masivos de comunicación, en su mayoría controlados por el gran capital y las oligarquías de derecha. Ya en 1820, el Libertador Simón Bolívar sentenciaba: “Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza” refiriéndose a la actitud sumisa de una parte importante de la población que, principalmente desde el púlpito, era constantemente bombardeada con la calumnia que presentaba a los dirigentes de la insurgencia como emisarios del demonio y enemigos de las buenas conciencias. No era distinto lo que sucedía en la Nueva España, con Hidalgo y Morelos que fueron estigmatizados y anatematizados, con el resultado de no haber contado con la esperada respuesta de los criollos en su lucha por la independencia, la que no pudo consumarse sino hasta que los poderosos la adoptaron ante los cambios liberales que se registraron en la metrópoli.

Viene a cuento lo anterior no sólo por apuntar a la efemérides bicentenaria, sino para consignar la experiencia de larga data, en lo tocante al control de las mentalidades desde los centros de poder. Hoy, con los avances de la tecnología, tal control adquiere características de verdadera aberración criminal. La dominación por el engaño llega al grado de que el dominado lame agradecido la mano del que lo sojuzga; incluso, lo defiende ante quienes pretenden liberarlo. Es así que en el engaño, un sector importante del pueblo empobrecido asume posiciones conservadoras y vota por el mantenimiento del estado de cosas que le daña. Las experiencias electorales de los últimos dos años confirman lo anterior: el PRI apostó al conservadurismo y cosechó importantes ganancias electorales; las leyes antiabortistas en varios estados, apoyadas por el otrora partido de la revolución, lo confirma. La competencia electoral no aborda los temas de fondo y se reduce a la confrontación de imágenes mediáticas de los candidatos. La autoproclamada izquierda moderna, anhelante de las migajas del poder, también optó por la apuesta conservadora y se alió con la peor de las derechas para participar en el juego.

En estas condiciones la lucha de las fuerzas progresistas está obligada a multiplicar el esfuerzo, comenzando por la necesidad de cambiar la mentalidad artificialmente conservadora de los sojuzgados. Desde luego que la postulación de un proyecto alternativo de nación es primordial, pero de nada va a servir exponerlo ante mentalidades refractarias al cambio. De nada nos sirve la simple protesta por la manipulación mediática, aplicada como excusa para aceptar el fracaso. Es preciso vncrla ahora, para estar en condiciones de corregirla después y desde el poder conquistado por el pueblo. No es factible corregirla ahora para, después, tomar el poder.

La lucha en estas condiciones es en extremo desigual, pero no es insólita. La Revolución Mexicana se hizo a contracorriente de la manipulación de las conciencias; el régimen de Lázaro Cárdenas lidió permanentemente contra los del poder económico y sus aliados clericales. Más actual, López Obrador obtuvo el triunfo electoral en el 2006 en abierta oposición de los mismos dueños del poder real, al grado que se vieron obligados a recurrir al expediente del fraude. En América Latina se han registrado verdaderos procesos de emancipación, rebasando y venciendo al poder mediático que, no obstante, no ceja en su feroz campaña de hostigamiento golpista. Venezuela es claro ejemplo de la viabilidad de esta lucha. No menos feroz fue el combate contra Lula en Brasil, o contra Evo o Correa. Ha sido una guerra sin cuartel, pero los progresistas la van ganando.

Para confirmar el optimismo, diría el añorado Monsi, el hecho de que el proyecto alternativo y la movilización que lo sustenta estén vivos, a pesar de toda la campaña en contra, dice que ha sido eficaz el trabajo con y desde la base del pueblo; que la pequeñas y grandes asambleas constitutivas de comités en todos los rincones del país están rindiendo frutos. Especial mención merece el entusiasmo con que fue recibida la decisión de AMLO de apuntarse para competir por la presidencia en las elecciones del 2012, no porque hubiese duda al respecto, sino porque da inicio formal a la lucha electoral. La tarea ahora es convertir el entusiasmo en acción arrasadora para convencer a los pusilánimes y a los escépticos, a los que abrigan los miedos que les infunde la caterva de propagandistas al servicio de la mafia en el poder. El único real antídoto al fraude electoral es lograr una contundente victoria y defenderla con valor y honestidad en todas las casillas.

El próximo domingo estamos convocados para acudir al Zócalo de la Ciudad de México a la asamblea informativa en que se presentarán los documentos básicos del proyecto de nación y se informará del estado actual de la organización. Es un reto de enorme significado y servirá de termómetro para medir la vigencia de la capacidad de convocatoria, más aún cuando es de suponerse que el Gobierno del Distrito Federal no aporte su apoyo al acto. Vamos solos pero vamos muchos. Allá nos vemos.

gerdez999@yahoo.com.mx



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Gerardo Fernández Casanova


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