6 de mayo de 2025.- Una cápsula espacial olvidada, lanzada en los albores de la Guerra Fría, está a punto de cerrar un capítulo de 53 años en el cosmos. La sonda soviética Kosmos 482, diseñada para conquistar Venus pero atrapada en órbita terrestre desde 1972, caerá a nuestro planeta entre el 7 y el 13 de mayo, con el 10 de mayo como fecha más probable, según proyecciones de la NASA y astrónomos independientes.
Este vestigio de la carrera espacial, con su robusto módulo de descenso de 495 kg, podría sobrevivir parcialmente al ardiente reingreso atmosférico, dejando fragmentos en algún punto aún desconocido del globo.
El destino final de Kosmos 482 es un misterio. Su órbita, que abarca desde los 52° norte hasta los 52° sur, cubre un vasto cinturón que incluye desde Europa Central hasta el sur de Argentina, pasando por Asia, África y Australia. Aunque el 70% de la Tierra está cubierto por océanos, lo que hace probable un impacto en el mar, los expertos no descartan que restos de la sonda, diseñada para resistir las extremas condiciones de Venus (462 °C y 100 atmósferas), alcancen tierra firme a unos 242 km/h, capaces de formar un cráter de hasta 4 metros.
“El riesgo para la población es bajo, pero no inexistente”, advierte el astrónomo holandés Marco Langbroek, quien ha seguido la órbita de la sonda. “No contiene materiales radiactivos, y la probabilidad de que caiga en una ciudad es mínima, pero su estructura de titanio es tan resistente que algunos fragmentos podrían llegar al suelo”. Si ocurre sobre una zona poblada, los observadores podrían presenciar un espectáculo celeste: un meteoro brillante y lento, iluminando la noche como un eco del pasado soviético.
Un viaje truncado
Kosmos 482, parte del ambicioso programa Venera de la URSS, tenía como misión explorar Venus, siguiendo los pasos de su exitosa gemela, Venera 8, que aterrizó en el planeta en 1972. Sin embargo, un fallo en su cohete dejó a Kosmos 482 varada en órbita terrestre, bajo el nombre encubierto de “Kosmos”, usado por los soviéticos para ocultar misiones fallidas. Durante décadas, la sonda fue una sombra silenciosa en el espacio, hasta que en 2011 el astrónomo Ralf Vandebergh la redescubrió, capturando imágenes que revelan su forma alargada, posiblemente por un paracaídas parcialmente desplegado.
El artefacto no es un desconocido en la Tierra. En 1972, tras su lanzamiento fallido, fragmentos de la sonda, incluyendo esferas de titanio, llovieron sobre Nueva Zelanda en el curioso “incidente de las bolas de Ashburton”, dañando cultivos pero sin causar víctimas. Ahora, 53 años después, Kosmos 482 regresa, y su caída está siendo monitoreada por organismos internacionales y plataformas como Heavens-Above, que ofrecen predicciones para avistarla en el cielo nocturno.
¿Un peligro o una cápsula del tiempo?
La sonda, cuya órbita actual es de 156 x 394 km, está sujeta a las fuerzas impredecibles de la actividad solar, que podrían acelerar o retrasar su reingreso. Aunque su paracaídas, diseñado para descender en la densa atmósfera venusiana, probablemente esté inutilizable tras medio siglo en el espacio, su resistencia estructural la convierte en una candidata a dejar un legado tangible. “Si fragmentos sobreviven, podrían ser como una cápsula del tiempo, un testimonio de la ingeniería soviética y la carrera espacial”, señala Langbroek.
Para los amantes del cielo, Kosmos 482 ofrece una última oportunidad de conectar con la historia. Si el reingreso ocurre en un área visible, será un recordatorio fugaz de los sueños y fracasos de la exploración espacial. Mientras tanto, la comunidad científica y los curiosos esperan, con los ojos puestos en el cielo, el desenlace de esta odisea cósmica.
¿Dónde caerá Kosmos 482? Solo el tiempo y la atmósfera lo dirán.