El cultivo de la planta del opio es una de las actividades agrarias más desconocidas y secretas.
En España, según informan fuentes del Ministerio de Sanidad, están autorizadas para su utilización farmacológica alrededor de 6.000 hectáreas de adormidera, explotaciones que están en manos de entre 500 y 600 agricultores. Asimismo, y según algunas fuentes consultadas, los rendimientos por hectárea oscilan entre 1.300 y 1.500 kilos.
Por comunidades autónomas, en Castilla la Mancha podrían estar autorizados 67 contratos que aglutinan una superficie de 3.400 hectáreas, según fuentes de la Consejería de Agricultura de esta Comunidad, mientras que en Andalucía podrían existir alrededor de 2.000 hectáreas. El resto, lo concentra Castilla y León.
Uno de los medicamentos de mayor uso producidos a partir de la planta de la adormidera es la codeína, eficaz en el combate de la tos —ejerce un ligero efecto analgésico—, aunque también tiene otros fines. En el opio se encuentran más de 70 alcaloides, de los cuales destacan la morfina, papaverina, tebaína, narcotina y narceína, aunque en los laboratorios también puede fabricarse la heroína.
Derivados legales
Los derivados naturales del opio constituyen los analgésicos más eficaces y se utilizan con frecuencia para disminuir los dolores agudos que provocan intervenciones quirúrgicas, quemaduras y fracturas, siendo además un alivio al sufrimiento en fases últimas de enfermedades incurables. Fue precisamente ante la demanda de la industria farmacéutica, por la que se autorizó en España el cultivo de opio, hace más de tres décadas.
Por ello, es un cultivo que está fuertemente controlado por las autoridades públicas. En virtud de tratados nacionales e internacionales, el opio es fiscalizado y controlado estrechamente, de tal modo que sólo una mínima parte se autoriza con fines médicos, según explican fuentes consultadas del Plan Nacional Sobre Drogas, adscrito el Ministerio de Interior.
España se ha comprometido con diversos foros a marcar de cerca a esta planta, entre ellos con la propia Organización de las Naciones Unidas y con la Junta Internacional de Estupefacientes. Así, realiza un seguimiento al detalle tanto a través del Ministerio del Interior —Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado— como de Sanidad —la Agencia del Medicamento—, con la máxima colaboración de los propios laboratorios que utilizan esta materia prima para la elaboración de sus compuestos farmacológicos.
En el país sólo existe una empresa autorizada para cultivar la adormidera, Alcaliber, que contrata la producción a diferentes agricultores de las comunidades autónomas de Andalucía, Castilla León y Castilla La Mancha, a partir de la cual se obtienen los componentes químicos que se exportan en su mayor parte.
Esta firma ha controlado desde sus inicios el mercado del opio, desde la siembra hasta la recolección de la planta, y es la encargada de enviar la materia prima, apreciada por la industria farmacéutica, al Ministerio de Sanidad, que a su vez se encarga de distribuir a los laboratorios autorizados para utilizarla.
Según arguyen fuentes relacionadas con este cultivo y que no desean ser citadas, la demanda de este cultivo en España, uno de los países productores de referencia de la adormidera legal, junto a Francia, Turquía, Australia e India, está muy estabilizado. Por su parte, puede considerarse como residual el cultivo, puesto que sólo se autorizan extensiones que puedan cubrir perfectamente la demanda, sin generar excedentes.
Y todo, a pesar de que muchos agricultores estarían interesados en introducirse o aumentar sus explotaciones, ya que la rentabilidad, entre 100 y 140 de las antiguas pesetas, aproximadamente, por kilo, son muy superiores a cualquier otro sector agrícola.
Las comunidades deben, por otro lado, elevar certificados a Alcaliber sobre la idoneidad de parcelas. Así lo apuntan fuentes de la Consejería de Agricultura de Andalucía.
Del último informe elaborado por el Departamento regional se desprende que la superficie total para la que se solicitó aptitud de cultivo durante la campaña 2002-2003 ascendió a la cantidad de 2.598,44 hectáreas, que se distribuyen en 17 términos municipales de la provincia (Alcalá de Guadaira, Arahal, Aznalcóllar, Carmona, Écija, El Coronil, La Campana, La Rinconada, Morón de la Frontera, Utrera o Dos Hermanas, entre otras). En los últimos ejercicios, las peticiones presentadas por Alcaliber en las que se solicitaba dicho certificado para la “papaver somniferum” no han dejado de aumentar, de modo que en la campaña 1999-2000 tan sólo eran 1.464,31 hectáreas y en 2000-2001, unas 2.026,77, casi 424 hectáreas menos que en la última campaña contabilizada por la Administración regional.
En otras comunidades se ha intentado introducir el cultivo, pero a nivel experimental. Es el caso de Aragón, que a través del Servicio de Investigación Agroalimentaria (SIA), puso en marcha explotaciones de adormidera, aunque en toda esta legislatura (1999-2003) ya ha desaparecido, según confirman desde la Consejería de Agricultura regional.
Existe un gran celo en la administración, que elude dar detalles sobre este cultivo, y también entre los profesionales, que no quieren ser relacionados con la adormidera y que exigen permanecer en el anonimato.
Cosecheros atípicos
En Albacete, un importante grupo agrario cultiva 110 hectáreas de adormidera, además de otros cultivos tradicionales, aunque reconoce que los resultados económicos son tan positivos, que les gustaría aumentar su cupo.
“Queremos más, pero no nos lo permiten”, aseguran desde esta empresa, que añade que en esta provincia son muchos los agricultores que dedican una parte de suelo a este cultivo, con explotaciones que oscilan entre las 80 y las 200 hectáreas.
Apunta entre las ventajas de introducirse en el mercado de la adormidera la seguridad que ofrece, con precios asegurados desde el inicio de la campaña, así como la elevada rentabilidad.
Además es Alcaliber quien se encarga de conseguir los permisos correspondientes al agricultor, así como la propia siembra y recolección, y de asesor al productor. Tras el proceso agrónomico y de transformación industrial se obtiene morfina y derivados que serán vitales para tratamientos contra el dolor en todo el mundo.
Rígido control
La Administración, a través de los ministerios de Sanidad e Interior, someten a un estricto control a todo el proceso, desde la plantación hasta la recolección, para evitar que este producto escape de los circuitos de la legalidad. Así, la empresa explotadora Alcaliber facilita tanto a los pequeños como a los grandes agricultores los documentos oportunos de autorización, en los que se hace constar ubicación y extensión de este cultivo, información que debe obrar en poder de los ministerios de Sanidad e Interior.
En la época de recolección, se efectúa con cosechadora, como si de un cereal se tratase, aunque el mecanismo de corte es específico —Alcaliber lo tiene en sus manos hasta el momento de realizar esta actividad—. El control es tal que para evitar cualquier pérdida de producto e impurezas en el suelo, los rastrojos se queman, evitando así que se pueda comercializar irregularmente.
Transporte
El transporte de la paja y el grano, según informan fuentes consultadas relacionadas con este sector, se realiza en camiones precintados hasta su lugar de destino, escoltados y con una imprescindible tarjeta especial expedida por la Delegación de Sanidad de la Comunidad Autónoma o de la provincia, que deberá además supervisar la recolección —por su parte, el Ministerio del Interior debe vigilar que este proceso se desenvuelve con normalidad—.
Una vez elaborada la morfina, ésta es guardada en cajas fuertes hasta que se procede a la distribución a los centros farmacéuticos. Por su parte, la Agencia del Medicamento se encarga de comprobar que la cantidad de productos elaborados corresponde estrictamente a la materia prima. A juicio de los expertos, la adormidera tendrá que ampliarse en el futuro la demanda de la industria farmacológica.
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