Hace apena unos días, murió en La Habana, Assata Shakur, nombre de guerra de la líder negra norteamericana Joanne Deborah Byron.

Esta mujer representó una resistencia poco común al dominio y explotación de un imperio: luchó dentro de su territorio por los derechos civiles de su "raza", sin descuidar la relación indisoluble de esa batalla con la de los obreros industriales, las luchas en otros países, las mujeres, homosexuales y otras minorías oprimidas.

Su lucha no se redujo a un solo método de acción, aunque se le recuerda más por sus acciones armadas desde del partido Las Panteras Negras.

Esta organización anti racista de resistencia armada, expresó, dentro de Estados Unidos, la radicalización juvenil desatada en el hemisferio, que se corporizó en unos 24 grupos armados en la década de los 60. Esta nueva militancia reaccionaba al impacto político y emotivo del triunfo de la Revolución Cubana entre 1959 y 1961 cuando Fidel dirige la derrota de EE.UU. en Playa Girón.
Pero Assata Shakur no redujo su rebeldía a la lucha armada. también fue militante social en un sentido amplio. En su Autobiografía cuenta su activa participación en la construcción de varias organizaciones comunales en barrios habitados por familias negras. De ellas, destacan el Instituto Juvenil Intercomunal y el Servicio de Noticias Intercomunal de la población negra. Ambos ganaron prestigio por su calidad profesional y proyección social. El Instituto Juvenil, por ejemplo, gano en 1977 el premio al nivel más alto en la educación primaria en los Estados Unidos.

Demasiado para un imperio, pero poco para el despliegue de creatividad militante de su organización, siempre que no olvidemos que ese reconocimiento ocurrió en un momento muy estable de la economía y la gobernabilidad yanqui. Podría asimilarlo. Hoy sería impensable.

Por esos años no había señales del despeñadero imperial que presenciamos hoy, como explican especialistas tan diversos como Jeffrey Sachs, Richard Walldorf (economistas), Douglas McGregor o Lawrence Wilkinson (coroneles retirados).

Los cuatro fueron asesores principales en gobiernos previos del imperio norteamericano, pero han roto con Donald Trump por razones sobre todo morales, excepto Walldorf el más radicalizado hacia la izquierda.
Hay otros, pero estos cuatro simbolizan un momento imperial opuesto al que enfrentaron Assata Shakur, su generación y su partido Los Panteras Negras.
En 1979 fue capturada muy herida en un enfrentamiento armado en el que murieron un policía y un militante negro. Para los tribunales solo murió un policía y aprovecharon para condenarla a cadena perpetua. Ella era ya la figura dominante de la organización, llamada el "Alma de los Panteras"
Pero eran tiempos de militancia heroica. Tres años después, tres de sus camaradas la rescataron de la cárcel sin disparar un solo tiro, algo que valdría una película, si Hollywood no perteneciera a sionistas y blancos.

La cancillería cubana informó de su deceso a los 78 años el pasado 25 de septiembre. De inmediato, la prensa de Miami reconstruyó la noticia de Shakur como una bandolera protegida por Cuba. En mayo de 2025 fue reclamada por Marco Rubio. Obama hizo lo mismo en su reunión con Raúl Castro. El FBI le puso un precio de 2 millones por su captura.

En 1988, un reportero de la NBC la entrevistó en La Habana, por cuyas calles alborotadas solía caminar libremente con su majestuosa figura de hermosa mujer negra de imponente figura. Ella relató el incidente con la policía y le confesó cuánto fue abusada y violada en la decena de cárceles por donde la "ruletearon" antes de condenarla.

En la edición emitida por el canal para la TV norteamericana, el reportero jugó al periodismo de las "dos campanas" y contó que, "Unos la recuerdan con una heroína… otros como una villana…".

De su versión judicial? nada. De su dimensión humana? Nada. De la causa racial terrible de su lucha y exilio forzado… nada.

Entre los pocos medios que la recordaron y homenajearon a esta luchadora que desafió a su propio imperio, destacamos el reportaje de La Base, emitido por canal Red de España y no mucho más.