Cuento relatado por un idiota: Segunda acusación constitucional contra Trump

/"Lo que ya hemos visto es otro ejemplo compulsivo de la elite liberal gobernante norteamericana con el propósito de hacer un enfermizo y desacreditado chiste sobre lo que queda de su propio colapsado y en bancarrota sistema político."/

La primera acusación constitucional contra Donald Trump en el año 2019 no fue ninguna tragedia. Todo el tiempo fue una farsa. La segunda acusación constitucional por la cual fue exonerado durante la noche del día sábado 13 de febrero ni siquiera estuvo a la altura del caso. Se trató solo de un hipo, un falso evento. El más solemne trámite dentro del sacrosanto proceso constitucional de Estados Unidos ni siquiera llegó al nivel de entretenimiento de una lucha al desnudo en el barro.

Durante la semana en la que se realizó el Segundo Gran Juicio de Acusación Constitucional, Washington no era ningún lugar fascinante para que este se llevara a cabo. El cielo estaba gris, hacía frío, -5 grados Celsius la mayor parte del tiempo. Había una leve caída de cancina y sucia nieve en el suelo. La ciudad se encontraba desierta. Mutaciones más virulentas del Covid-19 procedente del Reino Unido y Sudáfrica se dijo que ya estaban presentes.

Las calles estaban vacías, no había protestas ni rayados murales, ni consignas como tampoco concentraciones a favor o en contra de Trump. A nadie le importaba nada. El estado de la ciudad fue como un eco del estado fantasmal, desértico y vacío de la ciudad durante la inexistente inauguración presidencial de Joe Biden el 20 de enero pasado. Una vez más, todo lo que sucedió fue que alguien grabó en el Capitolio una nota mal redactada mencionado "acusación constitucional" y todo lo que siguió después fue solo una obra teatral caótica, muy mal actuada por un conjunto de niños autistas.

Ningún ser humano echó un segundo vistazo de verdad para condenar o exonerar a Trump, no se lanzaron fuegos artificiales para celebrar su sobreseimiento. Ni siquiera un solo liberal cometió un suicidio ritual, trató de auto inmolarse a lo bonzo frente al Senado y ni siquiera se molestó en lanzar un tomate o huevo podrido contra ningún senador republicano que votó por el sobreseimiento. Nunca fue real. No tuvo importancia. A nadie le importó nada.

No obstante, se supone que algo significa la acusación constitucional. Richard Nixon renunció el año 1974 antes de hundirse en la grasa de ballena bajo su inmisericorde brillo. Bill Clinton, de quien se sospechaba ampliamente de ser culpable de mucho de su repertorio constitucional solo por haberle mentido al público que había dormido con una ingenua pasante jovencita.

Con toda certeza George W. Bush se hizo acreedor a una acusación constitucional por su incompetencia sin precedentes en muchas áreas. Él quebró al país. Destruyó las libertades civiles. Fracasó al no impedir el asesinato de cerca de tres mil norteamericanos el 11 de Septiembre. Ignoró las defensas anti inundación en Misisipí y en consecuencia la ciudad de Nueva Orleans se anegó matando así a miles más. Desató interminables e innecesarias guerras contra Irak y contra Afganistán. Él es responsable de la muerte de miles de jóvenes soldados norteamericanos y decenas de miles más que quedaron mutilados de por vida, sin ninguna razón.

Sin embargo, las mayorías demócratas que dominaron ambas cámaras del congreso durante los últimos dos años de la presidencia de Bush, nunca tuvieron la valentía o la decencia para atreverse a acusarlo constitucionalmente por cualquiera de estas terribles y vergonzosas acciones.

Barack Obama, sucesor de Bush de manera despreocupada presidió la destrucción de la democracia en Ucrania arriesgando incluso una guerra nuclear con Rusia. Comprometió a Estados Unidos en una carrera armamentista nuclear a un costo de 1,5 billones de dólares por treinta años. Desató guerras, rebeliones, anarquía y caos en Yemen, Siria y Libia matando a millones más de personas. Los republicanos que controlaban el Congreso tampoco, nunca se atrevieron o se molestaron en acusarlo constitucionalmente .

Esta inexistente y fallida segunda acusación constitucional contra Trump confirma lo que ya el mundo sabía a partir de la primera y fariséica acusación del año 2019. La acusación constitucional como solemne herramienta para la conservación de la democracia, depone a un dirigente nacional indigno o no significa absolutamente nada en los Estados Unidos de América.

Como el resto de la bien amada y todavía muy ampliamente reverenciada constitución norteamericana, cuenta con más de 230 años de antigüedad, la acusación constitucional ha devenido en un ejercicio carente de todo significado y en agotados y arcaicos clichés. Nunca nadie se atrevería a emplearla para nada que fuera realmente importante. Tanto los republicanos como los demócratas han demostrado en repetidas ocasiones durante los últimos treinta años que todos ellos están sumamente asustados.

La envejecida, absurda, senil y baboseante elite política demócrata en Washington fue conducida una vez más hasta el borde del precipicio político por la portavoz Nancy Pelosi, el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer y el "experto" de la casa de representantes el congresista Adam Schiff,

Pero aun así, ellos lo respetarán y sin pensarlo seguirán a Gadarene Swine, incapaces de hacer otra cosa.

Los demócratas fueron incapaces de desacreditar o siquiera dañar políticamente a Trump, eso si revelándose como estúpidos y tontos malintencionados tratando de acusar constitucionalmente a un presidente carente de poder que ya había sido separado de su cargo. Fallaron al no documentar de manera plausible cualquiera de sus acusaciones en su contra. Hicieron una mofa del poco entusiasta y apresuradamente mencionada alusión al bipartidismo y sepultando las enemistades políticas en su ya olvidado discurso inaugural.

También le entregaron a los republicanos un perfecto precedente para acusar constitucionalmente a Biden y a la vicepresidenta Kamala Harris en caso ellos recuperen el control del Congreso el año 2022 suponiendo que el destartalado sistema político norteamericano logre sobrevivir hasta entonces.

Por lo tanto, el resultado de la segunda acusación constitucional contra Trump fue catastrófico para los demócratas. Este fue una repetición del desastroso y enrevesado inicio de su gobierno el año 2009 y más aún pre anuncia el rápido aislamiento y colapso del régimen de Biden.

Hace aproximadamente dos mil años, el loco niño emperador de Roma, Calígula, le declaró la guerra al dios Neptuno recogiendo conchas marinas de las playas de Francia y Bélgica. Calígula tuvo más credibilidad y éxito que la Pelosi, Shumer y Schiff. Por lo menos él consiguió las conchas marinas.

Lo que recién hemos visto es un ejemplo compulsivo de la elite liberal gobernante norteamericana haciendo un enfermizo y desacreditado chiste de lo que queda de su propio colapso y totalmente quebrado sistema político.

¿Qué fue de la Segunda Acusación Constitucional contra Donald Trump? Shakespeare nos brinda la respuesta en su Obra Escocesa hace más de 400 años atrás.

Era una sombra ambulante, un pobre actor

Que se pavonea e inquieta por su momento en el escenario

Y luego, ya no se le escucha más. Se trata de un cuento

Relatado por un idiota pleno de ruido y furia,

Que no significa nada.

Nota.- Sus comentarios y opiniones acerca de este artículo serán bienvenidos en

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Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona



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