Apunte rápido sobre el temporal: puede ser más peligrosa la gente que la nieve

Escribo bajo la impresión de la noticia que leo en El País, Edición América de hoy, domingo 5 de enero. Dice que el Noreste estadounidense está bajo un temporal de nieve, que las autoridades llaman a no salir de sus casas, que las escuelas y muchos servicios han sido suspendidos y que hay temperaturas que alcanzan los -20 grados centígrados.

Hasta aquí nada extraño para mí. Hace ya días, desde que llegué a Detroit, que está nevando. Día sí, día no. La nieve acumulada a veces alcanza casi el palmo. Casi cada día Fred y yo, al igual que los vecinos, tenemos que limpiar la nieve de la entrada de la casa. Hay que hacerlo porque si no se hiela y entonces cuesta más. Cada día, cuando entramos a casa, dejamos las huellas de nuestras botas en el parquet de la casa. Por suerte es un buen parquet, de roble americano, y no se estropea.

Pero lo que me choca es el acento que se pone en el tiempo, en el efecto que tiene la Naturaleza en el ser humano, en su peligro. En efecto, la Naturaleza este año está actuando más severamente sobre animales, plantas y seres humanos. Es posible que tenga que ver en ello el cambio climático. En eso el ser humano es bastante responsable.

Es cierto también que hay que tomar muchas precauciones. El periódico informa de una docena de muertes por congelación. Aquí en Detroit he notado lo frío que puede sentirse uno cuando está a -10. Y si sopla un poco de viento, entonces ese frío se multiplica por dos. Mi nariz, mis orejas, mi cara, mis manos, han notado esa sensación de entumecimiento. Y he tenido que darme la vuelta a casa tras caminar sólo medio kilómetro, en medio de un sol brillante.

También el riesgo de quedarte tirado en la carretera es un gran peligro. Si tienes un coche “de verano”, o sea de mala calidad, viejo, o mal cuidado, puedes pasarlo muy mal. Incluso si tienes un buen coche puedes sufrir un accidente y tener que pasar horas bajo cero.

Pero para mí, el peor peligro lo representa el tipo de sociedad que construye aquí el capitalismo. La sociedad donde cada uno procura para sí mismo, sin importarle los demás. O...para mostrar el lado más humano de esta sociedad... donde un ser humano teme del otro hasta el punto de que prefiere dejarlo abandonado a su suerte antes que arriesgarse a ponerse él en un hipotético peligro.

Un caso reciente de asesinato de una joven muestra hasta dónde llega esta situación. Se trata de una joven negra que había bebido bastante alcohol y tomó su coche en estado de embriaguez. Tuvo la mala suerte de chocar con otro coche aparcado. Una vecina del lugar cuenta que la vio llevándose las manos a la cabeza tras bajar del coche y ver lo que había pasado. Luego la vio que se dirigía hacia una casa y no vio más. Resulta que la joven llamó, al parecer bastante desesperada y en estado lamentable, a casa de un hombre blanco. Este parece que la vio por la mirilla, fue a buscar un arma, abrió la puerta y la mató de un tiro en la cara. Luego llamó a la policía. Contó al juez que había tenido miedo.

Lo malo no es pues en sí el temporal. Lo malo es que no haya solidaridad humana en casos como estos. Que te puedas encontrar en una calle, perdido, o sin dinero, o sin transporte, y no puedas llamar a ninguna casa porque no te abrirán. O, peor, te pueden matar. Lo malo es que seas viejo, estés viviendo solo y puedas quedarte sin comida, sin calefacción, sin medicinas, en medio de un frío intenso y paralizante, y nadie te ayude.

No es que todo sea así en Detroit. He encontrado más signos de solidaridad y de simpatía en gente negra y pobre que en gente blanca. Aparentemente al menos, son más abiertos. Los latinos también son más alegres. Quizás en una ciudad con 85% de gente negra, los blancos se sientan cohibidos. Pero conozco gente blanca maravillosa, verdaderamente amiga de cualquier ser humano.

Pequeños núcleos de gente diversa, de razas diversas, de generaciones diversas, están trabajando en Detroit para reconstruir la solidaridad ciudadana, humana. Entonces los temporales puedan ser incluso una ocasión para relacionarnos, para comunicarnos. Como ocurría por estas tierras, en Michigan, antes de la industrialización, entre la gente que las habitaba, campesinos, cazadores.   Aprovechaban el invierno, cuando los ríos están helados y la tierra no se hunde, para visitar a sus parientes, a amigos, a vecinos. Y pasaban semanas y largas veladas contándose sus historias a la vera del fuego. Y cada casa tenía una o más habitaciones destinadas a quienes las visitaban. Ahí está la esperanza: volver a establecer la convivencia fraternal.



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Alfons Bech

Militante obrero, y revolucionario marxista. Miembro de de la CCOO, la federación sindical más grande de España. Activista político de L?Aurora y EUiA.

 albech12@gmail.com      @alfonsbech

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