Siria, de la primavera al invierno químico

Los acontecimientos en Oriente Medio están cargados de una alta complejidad; donde se combinan múltiples alianzas y conexiones geopolítica, de difícil lectura en la política del mundo Occidental, acostumbrado a una versión dicotómica de amigo/enemigo – dictadura/democracia. El caso sirio es una evidencia de como las potencias crean el curso de una guerra; replicando el viejo argumento de “armas de destrucción masiva” utilizadas contra Irak hace una década, que llevó a la devastación y el saqueo de su cultura milenaria.

Para la globovigilancia occidental, se trata del feliz derrumbe de regímenes autoritarios y, la expansión de la “democracia” liberal; que en ninguno de los dos países señalados ha implicado cambios favorables en comparación con su pasado. El retroceso en los niveles más básicos de la subsistencia humana, es ejemplo de que la intervención militar extranjera no resolvió los problemas internos, al contrario, agudizó las contradicciones creando condiciones ideales para la exportación de un modelo de inestabilidad política a toda la región.

La llamada “primavera árabe” no fue el producto de las redes sociales ni el anhelo de occidentalización del mundo árabe. En países no árabe la movilización ciudadana ha tenido repercusiones sin precedentes: jóvenes contra el neoliberalismo turco se plantaron simbólicamente en la defensa del parque Getzi; miles de indignados en Europa, se han sumado a jornadas de protestas contra el derrumbe del Estado de Bienestar; en Brasil se ha exigido mayores cambios a una izquierda entrampada en el desarrollismo y, en los Estados Unidos Ocuppy Wall Street es una expresión de ese malestar global.

Siria es el centro de la presión de los países del Golfo que junto a las potencias Occidentales: Francia, Reino Unido y Estados Unidos, llevan años financiando a grupos extremistas para hacerse del control geo-estratégico regional e imponerse también sobre la oposición no armada de Al Assad , que se niega a la intervención extranjera. Castigar a Siria con bombardeos selectivos, equivale a la aplicación de la zona de exclusión aérea, que permitió a los anti-gadafistas imponerse en la guerra Libia cuando su derrota se acercaba; sería minar las alianzas con Hézbola en Líbano y la pérdida de un aliado fundamental para Irán.

La caída de Mursi en Egipto adicional a la grave crisis económica y, el rechazó de sectores populares no identificados con la conservadora Hermandad Musulmana, encontró apoyo en sectores del Salafismo (Influenciados por Arabia Saudí), que chocaron contra la reactivación de las relaciones con Irán. Las posiciones antagónicas de la “revuelta” terminaron en la restitución del ancien régime representado por el retorno de los militares al control político del país.

El tablero geopolítico con los militares Egipcios al mando, parece darle respiro a Occidente en su contención a Irán, golpeando a Hamas en Gaza en favor de Israel; que continua con los asentamientos mientras distrae a la opinión pública con las negociaciones de paz. La guerra en Siria lleva más de dos años y, a pesar del esfuerzo logístico a nivel exterior, no han alcanzado el triunfo los actores armados que se dividen en el Ejercito Libre Sirio (ELS) con desertores y, fuerzas de Al Qaeda que combinan hombres provenientes desde el Cáucaso ruso hasta mercenarios libios o saudíes, favorecidos por los amplios corredores en las fronteras, que intentan crear un Califato fundamentalista, que desplazaría a los alauita (de cercanía Chiíta) de Siria y otras minorías ante el integrismo sunita.

Hezbolá ha entrado en combate en Siria al lado de Al Assad, en tanto Irak, ha mantenido una posición contra los rebeldes que también se extienden hasta Bagdad. Turquía (con la mayor parte de la población Kurda, que es una variable importante para los países del cuadrilátero fronterizo) y Catar se opusieron al derrocamiento de Mursi en Egipto, pero mantienen posición diferente para Siria. Una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU sería técnicamente imposible con la capacidad de veto de China y Rusia que han manifestado oposición a una intervención militar; sólo resta esperar si el gatillo de Obama termina por encender el polvorín de Oriente Medio mientras se juegan las cartas del control energético y del mediterráneo.



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José Fortique


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