“Que el fraude electoral jamás se olvide”

López Obrador y Ebrard

   Considero oportuno y pertinente analizar las rutas de López Obrador y de Marcelo Ebrard hacia la elección presidencial del 2012. Está perfectamente definido que ambos representan alternativas viables para ganar la presidencia de la república, así como también que ambos la procuran. Los dos se han comprometido a que prevalecerá la candidatura del que esté mejor posicionado para ganarle al PRI y al PAN, convencidos de que, de llegar a la elección separados, la derrota estará asegurada. Desde la prensa y los medios electrónicos se atiza el fuego en busca del rompimiento, con la aviesa intención de provocarlo, habida cuenta de su afán de imponer a su delfín Peña Nieto. El riesgo de que ello suceda no es despreciable, más aún cuando las huestes respectivas comienzan a participar con ataques al otro. Me parece importante hacer una llamada de atención entre los que militamos en cualquier forma del progresismo de izquierda para, con madurez, competir con intensidad, pero evitar la guerra: el real adversario es el conservadurismo de derecha representado por el PRI y el PAN.

       Yo les creo a ambos cuando dicen estar dispuestos a declinar a favor del que esté en mejor posición para ganar. Lo que no creo es que eso suceda antes de que se inicie la campaña electoral, dado que no existen los instrumentos que lo puedan evaluar en ese momento. Creo que será hasta ya avanzada la campaña cuando se pueda medir con mayor claridad la preferencia del electorado, cuando el dos, decline a favor del uno, como cuando Heberto Castillo declinó a favor de Cuauhtémoc en el 88 o como el propio Ebrard lo hizo en el 2000 en la elección de Jefe de Gobierno del DF.

       El pasado domingo, en una reunión de evaluación de los comités municipales en Cuernavaca,  escuché una importante definición de AMLO: no se trata simplemente de ganar la presidencia, sino que el triunfo se corresponda con una muy vigorosa movilización popular para poder gobernar y lograr las transformaciones requeridas, contra las que se aferrarán los hoy privilegiados; mencionó, a manera de ejemplos: el caso de la reforma fiscal para que todos paguen con justicia; la cancelación de las importaciones de alimentos para lograr la soberanía en la materia; la recuperación de las áreas concesionadas a la minería extranjera que no paga ni impuestos ni derechos; la cancelación de los contratos por los que se ha enajenado la riqueza petrolera y la terminación  de las exportaciones de petróleo crudo; la generalización de los beneficios sociales para la alimentación, la educación y la salud; la reducción drástica de los sueldos de los altos burócratas, entre otras medidas de fondo. Estas definiciones radicalizan el discurso lopezobradorista y lo aplaudo; por ellas es que es mi candidato.

       Por su parte Ebrard es un hombre inteligente y ha adoptado la postura de buscar la negociación con los factores reales de poder, lo que no le permitiría realizar la transformación que el país reclama pero, al menos, podría lograr que no se profundice el deterioro. Tiene claro que, para ganar la elección, necesita contar con el apoyo de AMLO y también tiene claro que éste cumple sus compromisos políticos, como quedó de manifiesto en el apoyo que le brindó para ganar la Jefatura de Gobierno del DF en el 2006.

       Para cada uno de ellos, el otro es el plan B y eso representa una excelente estrategia política. De la oligarquía no puede menos que esperarse que pondrán toda la carne en el asador para impedir el acceso del pueblo al poder por la vía de AMLO; el inefable Fox confiesa que cargó los dados a favor de Calderón, pero este malandro podría cargar sus “juguetes” (sus pistolitas, pues) para el mismo fin, posibilidad no desechable ante las dotes de criminal que ha exhibido durante estos cuatro años de desgobierno. Por su parte, Ebrard pudiera quedar atrapado por la estrategia de alianzas de la actual directiva del PRD (en caso de que lograra continuar) debiendo tener perfectamente claro que el PAN jamás apoyará a un candidato vetado por la jerarquía católica (asunto que, por cierto, enaltece la figura de Marcelo) de manera que corre el riesgo de quedarse sin partido que lo respalde. En estos términos para los dos proyectos es importante contar con un plan alternativo.

        Me pareció correcta la forma en que Federico Arreola, cercano colaborador de Andrés Manuel, marcó las diferencias entre los dos proyectos sin perder la forma respetuosa para hacerlo. No será  fácil, pero se tendrá que aplicar la mayor inteligencia para evitar que la competencia devenga en guerra; que se ataquen y denigren de manera irreversible. Todos debemos estar en el entendido de que, en su momento, nos veremos en la circunstancia de ofrecer el apoyo al antes impugnado.

       Andrés Manuel es un patriota a carta cabal. Marcelo es un político comprometido con la causa progresista. Entre todos debemos exigirnos respeto, para que gane México.

   gerde999@yahoo.com.mx



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Gerardo Fernández Casanova


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