¿En que se apoyará el Socialismo del Siglo XXI?

A pesar del enorme impulso que ha recibido la noción revolucionaria del socialismo en las últimas décadas, tanto en Venezuela como en nuestra América, gracias a la gestión y a la audacia de Hugo Chávez para contravenir lo que se anunciara como el fin de la historia, ésta -a diferencia del llamado socialismo real- no tiene moldes únicos, tipo camisa de fuerza, que pudiera limitarlo, impidiéndole desarrollar todas las potencialidades intrínsecas a lo que es, y debiera ser, su motor principal: la participación y protagonismo de los sectores populares. Quizás en ello radique su mayor fortaleza, más cercana a la idea de revolución, por el dinamismo que implica la movilización de las masas, convertidas en actores sociales del proceso revolucionario en marcha. Sin embargo, algunos aspectos se pasan por alto, creyéndose que es suficiente paliar las injusticias sociales, pero sin profundizar en las reales causas que las originan. Por ello se observa una convivencia contradictoria entre reformismo y revolución que escasamente ha suscitado la necesidad de dilucidarla, tanto en la práctica como en la teoría, ateniéndose a las situaciones mixtas creadas en China y Vietnam, con un régimen político socialista (o comunista) y un régimen económico que permite la práctica capitalista.

En este último caso, muchos neosocialistas se niegan a admitir como valederos los aportes intelectuales e ideológicos de Carlos Marx, Federico Engels y demás teóricos del socialismo, aduciendo que éste fracasó como modelo de sociedad, pero sin ahondar objetivamente en cuanto a las causas de este aparente fracaso. Los mismos ignoran el contexto histórico en que se dio aquella experiencia política y eso le sirve de base para resistirse a la posibilidad de hacer una verdadera revolución socialista al creer que se repetirían las mismas desviaciones de la Unión Soviética y otras naciones nominalmente socialistas. De ahí que la propaganda contrarrevolucionaria esté explotando ese miedo irracional al socialismo, con los mismos viejos argumentos del siglo XIX cuando irrumpiera en el escenario mundial esta alternativa revolucionaria al capitalismo, lo cual deja mal situados a los revolucionarios auténticos al no presentar razonamientos que revelen de forma adecuada y sólida lo que significa el socialismo entre las masas populares a las cuales está dirigido esencialmente.

Esto nos plantea la búsqueda urgente de las bases sobre las cuales se apoyará el socialismo como posibilidad real de cambio de la sociedad capitalista existente. En un primer momento, como en el caso de Venezuela, según expresión de Wladimir Ruiz Tirado, “si queremos ir al socialismo, se trata de construir un nuevo Estado y ésta no es cualquier empresa en un país donde los diversos movimientos y sectores de la sociedad pujan por el reparto de la renta petrolera. Precisamente, el traspiés sufrido por la revolución el pasado 2D tiene que ver con esa contradicción histórica existente entre una propuesta de reforma que intentaba modificar el modelo capitalista de Estado por otro, cuyo norte estaba cimentado en contenidos democráticos y sociales distinto y diferentes a él, pero sin tener claramente definido con qué fuerzas políticas y sociales apoyarse”. Este traspiés -insuficientemente asimilado y explicado, por demás- debiera motivar la activación, formación y movilización de una nueva dirigencia política revolucionaria, calificada y capaz de darle la orientación revolucionaria requerida a los sectores populares, de manera que éstas lleguen a interiorizar y a forjar como propias las ideas del socialismo.

No basta con esbozar qué tipo de socialismo se quiere, si éste carece de los pilares que harán posible su interpretación y desarrollo, sin plantearse cambios que lleguen a transformar efectiva y eficientemente el orden establecido, lo cual representa simplemente reformismo. El viejo Estado burgués, lo mismo que la cultura dominante y las relaciones sociales, de poder y de producción, tienen que erradicarse definitivamente en función de consolidar la revolución socialista que se predica. Para lograrlo, es imprescindible que el pueblo alcance una conciencia revolucionaria plena y ejerza un poder constituyente en permanente movimiento, sin institucionalizarse, siendo éstos los cimientos primordiales sobre los cuales se sustente el socialismo del siglo XXI.-

mandingacaribe@yahoo.es


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Homar Garcés


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