Desde hace una década la Patria de Bolívar sufre un asedio económico, político, socio cultural por parte del Imperio Hegemónico de los EE.UU y sus aliados venezolanos y de otras nacionalidades de Nuestramérica y la Unión Europea, a través de un Decreto Presidencial del para entonces Presidente de los EE.UU. Hussein Barack Obama, quien declaró que Venezuela se constituía en una "amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de la nación norteamericana" Decreto por demás violatorio del Derecho y la Diplomacia Internacional e injerencista de nuestra Soberanía Nacional, operativizado mediante Medidas Coercitivas Unilaterales (MCU), conocidas popularmente como "sanciones y guerra económica".
En las últimas doce semanas un asedio naval en el Mar Caribe, lindante con nuestros limites territoriales, usando la vieja retórica de la "lucha contra las drogas" y acusando de ser los líderes de los "carteles de la droga" al Presidente Constitucional de la República de Venezuela y otros altos dirigentes del gobierno nacional y de otros poderes públicos de la República, sin evidencias nacionales e internacionales, de ningún tipo, más bien informes de la ONU que niegan tales narrativas mentirosas.
Ante tales situaciones graves por demás, el gobierno nacional ha iniciado una serie de iniciativas informativas al pueblo y la comunidad internacional y acciones para la seguridad y defensa integral de la Patria, con grandes repercusiones tanto nacionales como internacionales en favor de la República. El lunes próximo pasado 3 de noviembre del año en curso, en una intervención en el Quinto Congreso Extraordinario del PSUV el Presidente Maduro nuevamente llamó a la organización y movilización del pueblo como poder popular, este artículo tienen el propósito de reflexionar críticamente sobre ese llamado presidencial, desde mi perspectiva como ciudadano venezolano, que me considero pueblo, me alisté, que participa en la medida que se lo permiten sus posibilidades, en la comunidad donde reside y preocupaciones que espero que no sean universales, sino más bien, locales y debido también a mi ignorancia del acontecer organizativo de estas movilizaciones en el ámbito nacional.
Mi preocupación es, la paradoja del pueblo movilizado sin conciencia de clase y solida identidad cultural nacional, en tiempos de crisis, no basta la organización y movilización del pueblo, necesaria es una solida formación histórico cultural, que forje una identidad cultural nacional y ciencia clasista; hay que convocarlo a reconocerse en su historia, en su territorio, en las relaciones de poder y en su identidad cultural nacional. Sin conciencia de clase, ni identidad histórica, la movilización puede convertirse en una coreografía sin sujeto.
El pueblo como categoría ética-política: Enrique Dussel
Para Dussel, desde la Filosofía de la liberación, Ética de la liberación, Política de la liberación, el "pueblo" no es simplemente una suma de singularidades, sino el sujeto histórico oprimido que se enfrenta a las estructuras de dominación global. Afirmaba que el pueblo emerge como exterioridad ética frente al sistema de dominación moderno/colonial. Esto permite superar la visión instrumental del pueblo, como masa electoral y restituirle su condición de actor de la historia y portador de dignidad. El pueblo no es el conjunto de los pobres: es la comunidad política de los negados que luchan por afirmar la vida, pueblo como "potentia", que delega su poder político originario mediante el voto popular a la "potestas", institucionalidad pública, que debe gobernar obedeciendo al pueblo,
El pueblo como significante político: Ernesto Laclau
Para Laclau en La razón populista, Hegemonía y estrategia socialista, "el pueblo" es un significante vacío que articula demandas sociales dispersas en una cadena equivalencial y advierte, sin un proyecto simbólico identitario que las sostenga, esa articulación puede disolverse en populismos efímeros o instrumentalizados. El pueblo necesita narrarse a sí mismo; sin relato, no hay hegemonía.
Siguiendo a Laclau, nuestra preocupación es que convirtamos la movilización sin conciencia de clase, ni identidad histórica en populismo que moviliza afectos y emociones, sin transformar estructuras, movilizaciones que las hacen funcionales a las movilizaciones de la derecha apátrida, movilizaciones sin conciencia de clase ni identidad histórica, que se parecen a la cultura popular "que tienen amigos por montones, pero, en ella se colean sapos y tiburones....", diría nuestro gran Francisco Pacheco.
La identidad histórico-cultural nacional: Iraida Vargas y Mario Sanoja Obediente
Ambos autores han insistido en que no existe un proyecto emancipador sin arraigo histórico-cultural. Desde su lectura de la arqueología social venezolana, el pueblo es un continuidad histórica que atraviesa modos de vida, resistencias, saberes y territorialidades. Vargas y Sanoja rescatan la idea de que la identidad nacional no es un adorno simbólico, sino la base material de la conciencia social.
El pueblo no se improvisa: se construye con formación histórico social y cultural, para configurar una identidad cultural nacional robusta en sujeto colectivo, memoria histórica, arquetipos universales e imaginarios colectivos, que lo hagan impermeable a las guerras psicológicas y guerras cognitivas actuales, que tratan antes de conquistar nuestros territorios geográficos y nuestra riquezas minerales y energéticas, la conquista de los territorios mentales, les allana el camino. Necesaria es una formación, organización y movilización del pueblo sustentada en una praxis social permanente desde una teoría político revolucionaria que nos identífique histórico culturalmente y una práctica cargada de conciencia crítica y clasista.
Los procesos políticos que olvidan las raíces histórico-culturales del pueblo terminan por generar alienación y desarraigo, facilitando la indiferencia, apatía, deslealtades y fragmentación en las filas de un pueblo sin claridad de conciencia.
La conciencia de clase como mediación política y cultural
La conciencia de clase no es solo económica, sino también cultural, histórica y simbólica. Sin conciencia de clase, la identidad se vuelve folclórica; sin identidad, la conciencia se vuelve abstracta. Ambas deben integrarse en una praxis educativa, comunicacional y política de largo aliento.
El sujeto colectivo popular e histórico consciente no nace de la propaganda, sino de la educación liberadora, la subjetividad decolonializada y la memoria histórica colectiva, lo arquetipal como inconsciente colectivo y lo imaginario social como barreras inexpugnables contra la guerra psicológica y la guerra cognitiva, para evitar la continuidad de seguir siendo colonizados y colonializados.
Reflexiones finales propositivas: hacia una pedagogía política de la conciencia popular
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Urge un reencuentro entre pensamiento crítico, cultura y acción política.
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La comunicación popular, la educación y la cultura deben articularse para formar conciencia histórica de pueblo, más allá de la simple lealtad partidista
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Es necesario fortalecer procesos de subjetivación colectiva que reconozcan al pueblo como sujeto histórico y no como recurso electoral.
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Solo un pueblo que se piensa y se siente como sujeto colectivo histórico podrá reinventar el horizonte de lo posible.