(Faucoult) del siglo XX y la Sociedad en desarrollo en este siglo, la Sociedad del Rendimiento, que convierte a la persona en un "empresario de sí mismo", productora de cansancio, agotamiento, depresión y burnout. En la Psicopolítica, la buscada y ansiada libertad del siglo XX, que era reprimida por algunos poderes, ahora te seduce, te invita a compartir, comunicarte y participar, conduciendo a las personas a una autoexplotación voluntaria inadvertida.
Lo decolonial, busca desmontar la jerarquía colonial que subalterniza e inferioriza al otro, al nosotros, negando su condición de igualdad, sustentándose en "no reconocimiento y falta de igualdad del otros, el nosotros. La ignorancia y muerte de la alteridad, como pensamiento paliativo del Ser, que sufre de miedo al dolor y rechaza todo lo negativo, lo conflictivo, creando una zona de confort paliativo, que elimina la alteridad real.
Develando la emocionalidad del Ser
Para comprender e interpretar la emocionalidad del Ser, necesario es pasearnos por el sustento biogenético de nuestras emociones y cómo lo biogenético es moldeado por la experiencia del devenir de la vida, las vivencias, experiencia, saberes y conocimientos en un contexto territorial e histórico social. Lo Temperamental (la herencia), existe como base genética que influye en nuestro estado de ánimo y nuestra reactividad emocional. Los genes juegan un papel en la regulación de neurotransmisores clave como la serotonina (asociada al bienestar) y la galanina (involucrada en la respuesta al estrés). Esto no determina nuestro destino emocional, pero establece una predisposición biológica, sobre la cual se construye lo Caracterial (la socialización, el devenir de la vida), socialización, que comienza en la familia y se expande a la escuela y la cultura, es donde interiorizamos las normas, valores y significados que dan forma a la expresión de nuestras emociones básicas y nuestro comportamiento humano, generando un sujeto colectivo histórico y social.
La filosofía de Chul Han, también nos invita a conocer la relación dialéctica entre vida contemplativa, de la filosofía clásica y la vida activa de la sociedad actual, hipercompleja, de la productividad y el rendimiento, en modos de existencia contemplativos y modos de existencia activos. Los seres humanos tenemos cuatro emociones básicas, ontológicas: Amor, Rabia, Tristeza y Miedo, que el proceso de socialización permite aprenderlos como modos existenciales de vida contemplativa, asociado a lo temperamental. Mientas que lo socio-cultural, la vida activa, asociado a lo caracterial los transforma en modos existenciales de comportamiento humano.
El Amor, como base biogenética de vinculación afectiva contemplativa, se transforma en modo existencia cultural de vida activa en Entusiasmo, Alegría, como energía dirigida a un propósito o meta. Esta conexión es un motor de proyectos en el mundo.
El Miedo como alerta innata, se transforma en modo existencia cultural de vida activa en Temor como respuesta socialmente modulada a una amenaza específica. Como alarma biológica se canaliza hacia un objeto social, exigiendo una valoración y, potencialmente, en acción.
La Rabia como impulso puro reactivo, se transforma en modo existencial cultural de vida activa en Enfado, como emoción socialmente matizada y a menudo reprimida. El impulso inmediato es modulado por las normas sociales, pudiendo generar una acción calculada o una frustración internalizada.
La Tristeza como estado de recogimiento y duelo, se transforma en modo existencial cultural de vida activa en Melancolía o Depresión como auto-reflexión profunda o estado patológico. La retirada contemplativa para procesar una pérdida puede derivar en una patología de la inacción o en un "estado de ánimo" productivo para el arte, la ciencia, la cultura en general.
A partir de las reflexiones anteriores, es posible establecer relaciones entre ambos marcos teóricos a saber: Byung-Chul Han describe la figura del "empresario de sí mismo" como el ideal neoliberal. Este sujeto es "amo y esclavo a la como síntesis personal, y su autoexplotación es más eficaz porque se vive como realización personal. El sistema logra que dirijamos la agresión contra nosotros mismos, generando fatiga y depresión en lugar de rebelión.
La SMCD critica la noción del sujeto autónomo y autosuficiente del proyecto moderno-colonial, que encarna el "Tener-Estar". Frente a esto, propone un sujeto definido por el "Ser" en relación y el "Amar" como vínculo comunitario y convivencial. Ambos discursos, el de Chul Han y el de SMCD, identifican una psicopatología. Mientras Han diagnostica sus consecuencias psíquicas en el seno de las sociedades hipermodernas, la perspectiva decolonia de la Salud Mental Colectiva, ofrece una alternativa desde formas de subjetividad relacionales y comunitarias, prefigurando una "comunidad de los cansados" que Han mismo vislumbra.
Byung-Chul Han argumenta que el poder ya no funciona principalmente mediante la prohibición disciplinaria, sino a través de una "psicopolítica" que se sirve de la libertad. Este poder "amable" nos invita constantemente a comunicar, compartir y participar, haciendo que nos "autoexplotemos" creyendo que nos realizamos. La transparencia es un instrumento clave de este poder asimétrico.
La SMCD analiza el poder desde el patrón de poder colonial, que opera mediante la subalternización e inferiorización sistemática de ciertos grupos. Este poder no es "amable", sino que niega directamente la humanidad y la igualdad del otro. Aquí surge una tensión productiva. La psicopolítica de Han describe un poder inmanente y descentralizado, mientras que la lógica colonial históricamente ha sido un poder jerárquico y visible. Se podría pensar que la psicopolítica es la forma que adopta el poder en el capitalismo neoliberal globalizado, que metaboliza y aprovecha las estructuras coloniales previas de racismo y exclusión.
Byung-Chul Han, en su análisis de la alteridad paliativa, sostiene que existe una algofobia generalizada, un miedo al dolor, al conflicto y a todo lo negativo. Esta sociedad elimina la alteridad (lo otro, lo diferente) porque resulta "dolorosa" para el sistema de rendimiento. Se crea un "infierno de lo igual" donde ya no hay un afuera. La SMCD se sitúa en el centro la negatividad del conflicto colonial y la herida histórica. No busca anestesiarla, sino reconocerla, elaborarla colectivamente y, a partir de ese dolor, construir una nueva ética del encuentro. El reconocimiento del otro como igual es un acto que necesariamente confronta el dolor de la historia y la diferencia.
Ambos pensamientos convergen en la necesidad de no eliminar la negatividad. Frente a la alteridad paliativa que anestesia, la perspectiva decolonial insiste en que el camino hacia una salud mental auténtica pasa por elaborar el dolor histórico de la subalternización e inferiorización. La alteridad, que Han echa de menos, es justamente, lo que la ética decolonial exige reconocer sin subalternizar e inferiorizar.
El análisis realizado en los párrafos supra revela que la filosofía de Byung-Chul Han y la SMCD, aunque surgen de tradiciones distintas, mantienen un diálogo extremadamente fértil. Convergen en una crítica radical al sujeto aislado del neoliberalismo y en la búsqueda de horizontes comunitarios y relacionales para la salud mental. Se tensionan en su análisis del poder: la psicopolítica explota la libertad, mientras la matriz colonial la niega desde su base para subalternizar e inferiorizar.
Una teoría crítica robusta debe considerar ambas caras del poder contemporáneo. Se complementan en la reivindicación del dolor y la negatividad. La algofobia de la alteridad paliativa es el reverso de la incapacidad para reconocer el dolor del otro subalternizado e inferiorizado. Superar esta condición requiere, como diría Han, salir del "infierno de lo igual" y, como propone lo decolonial, construir un "nosotros" heterogéneo a través del reconocimiento y la justicia.
El pensamiento de Chul Han ofrece un diagnóstico agudo de la patología de la sociedad hipermoderna, mientras que la SMCD proporciona claves prácticas y epistémicas para una cura colectiva que parte desde los subalternizados e inferiorizados, los cuerpos y las historias que el sistema de rendimiento busca volver invisibles o simplemente anestesiar.
Los sujetos en la Sociedad del Cansancio
Según la teoría de Byung-Chul Han en "La sociedad del cansancio", el sujeto contemporáneo es principalmente un "sujeto de rendimiento" que se autoexplota hasta el agotamiento. Aunque Han no define explícitamente una tríada de "sujeto apático, empático y antipático", se nos ocurre, ampliaría la categorización del sujeto de la sociedad del cansancio, es posible extrapolar estas categorías a partir de su diagnóstico de la sociedad.
Para ello, es necesario la siguiente aclaratoria, Chul Han describe un cambio de paradigma social que es crucial para entender estas figuras. Del Paradigma Inmunológico al Paradigma Neuronal: La sociedad del siglo XX (de la "negatividad") se organizaba como un sistema inmunológico. Sujetos como el Antipático son arquetipos de esta era: dividen el mundo entre "amigo" y "enemigo" y reaccionan con violencia para expulsar o eliminar aquello que es extraño o diferente
La Sociedad Neuronal y el Exceso de Positividad, la sociedad actual, del rendimiento, se rige por la positividad. Ya no hay un "jefe" externo que explote, sino que el individuo es amo y esclavo de sí mismo. El mandato social ya no es "debes", sino "puedes". Esta positividad ilimitada, al no encontrar resistencia externa, se vuelve contra el individuo y genera una violencia neuronal, que Han denomina "infartos psíquicos".
El Sujeto Apático y el depresivo, es el resultado patológico de esta sociedad. Es el "fracasado" que ya "no puede más" en una guerra consigo mismo. Su apatía es el agotamiento extremo de quien está sobresaturado de estímulos, opciones y exigencias de ser él mismo, frente a este panorama, Han valora la capacidad de escucha, la atención profunda y la vida contemplativa. El Sujeto Empático recupera la "negatividad" en un sentido positivo, la capacidad de ser interrumpido, de hacer una pausa, de abrirse a lo otro y al "nosotros".
Chul Han y su filosofía del Sujeto de rendimiento de la sociedad del cansancio y los sujetos apático, empático y antipático que proponemos, no considerados por Chul Han, pero podemos hipotetizar desde su planteaminero filosófico de la sociedad en la que vivimos, están regidos por un principio. El sujeto de rendimiento, positividad del "poder hacer" y auto-optimización; el sujeto apático, exceso de positividad; agotamiento del yo; el sujeto empático, negatividad del "sujeto inmunológico"; reconocimiento del "nosotros"; el sujeto antipático, negatividad de la inmunología; división entre "amigo" y "enemigo".
En cuanto a la relación con los otros, el sujeto de rendimiento, es narcisista y aislado; los demás son competidores o espejos; el sujeto apático, desvinculado e indiferente, imposibilidad de conectar; el sujeto empático, abierto, receptivo, capaz de comunidad y amistad; el sujeto antipático, defensivo y hostil; repele o elimina al "extraño".
Estado psíquico, el sujeto de rendimiento, depresión, burnout y agotamiento interior; el sujeto apático, vacío, hastío y alienación profunda; el sujeto empático, atención profunda, capacidad de escucha y contemplación; el sujeto antipático, agresividad y paranoia; vive en un estado de alerta.
Manifestación social, el sujeto de rendimiento, autoexplotación que vive como libertad (amo/esclavo, víctima y verdugo), el sujeto apático, inacción y retraimiento, "no poder más"; sujeto empático, capacidad para la comunidad y la acción común; el sujeto antipático, violencia inmunológica; exclusión de lo diferente.
Reflexiones Finales
Podemos sostener que las emociones básicas: Amor, Miedo, Rabia, Tristeza constituyen la materia prima sobre la que se edifican estados emocionales más complejos, y que estos estados emocionales más complejos, están profundamente influenciados por la tensión entre la vita activa y la vita contemplativa que describe Han.
La clave no está en asignar cada emoción a un bando, sino en entender cómo cada una puede ser secuestrada por la lógica de la acción de la vida activa o, por el contrario, cultivada en el espacio de la vida de contemplación. La depresión, el enfado crónico, el temor generalizado y el entusiasmo vacío pueden ser síntomas de una vita activa desbocada. Recuperar la capacidad de sentir la tristeza, el miedo, la rabia o el amor en su estado más contemplativo podría ser un acto de resistencia en la sociedad del cansancio.
Byung-Chul Han nos presenta una sociedad donde la autoexplotación ha reemplazado a la represión externa. En este marco, el "sujeto de rendimiento" es la figura dominante, y la apatía es una de sus consecuencias patológicas más graves. Frente a ella, la empatía y la comunidad aparecen no como una simple virtud moral, sino como una forma de resistencia filosófica y existencial contra el agotamiento impuesto por el capitalismo neoliberal