La pandemia de la COVID-19 desnudó verdades incómodas: los sistemas de salud de la mayoría de los países colapsaron, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no asumió la rectoría mundial, Donald Trump sin evidencia científica usó la pandemia como arma geopolítica contra China, millones de vidas fueron despreciadas por la lógica del mercado farmacéutico y Directivos de organismos financieros internacionales llegaron a afirmar que “sobraban” 2.000 millones de personas en el Sur Global. En medio de este panorama, surgió una respuesta política, académica y social que no plantea “parches asistenciales”, sino una transformación profunda: la Salud Colectiva Decolonial, con planteamientos transformadores y evidencias científicas probadas, por más de cuatro décadas, no tomadas en cuenta por gobiernos y la OMS. Esta corriente científica en salud, vincula la crisis civilizatoria del capitalismo con cinco siglos de colonialidad, y propone gestión en salud territorial, participativa y corresponsable, que garantiza el derecho a la vida y la salud, un modelo de cuidados integrales institucionales y comunitarios, basado en la dignidad de los pueblos, la territorialidad, la autonomía y la determinación social de la salud/enfermedad.
De la enfermología pública a la Salud Colectiva: La salud pública tradicional en los Ministerios de Salud de Nuestramérica se sostiene en un paradigma funcional al capital y a la sociedad de mercado: segmentación, privatización y subsidio a aseguradoras privadas. Consecuencias: 30 % de la población sin acceso regular a la atención en salud y medicamentos, 240 millones con coberturas mínimas de su protección social y una dependencia externa del 85 % en vacunas, medicamentos y productos biológicos, Gonzalo Basile (CLACSO), a denominado esta perversa situación “desciudadanización sanitaria”.
Colonialidad y salud: cuerpos y territorios transmutados en mercancías: La colonialidad no solo es falta de financiamiento, sino una forma de concebir el cuerpo y la enfermedad. La medicina tradicional, que atiende al 80 % de los pueblos en las zonas rurales de Nuestramérica, fue desplazada o folklorizada, imponiéndo modelos individualistas foráneos a su cosmovisión. La Amazonía y las selvas del estado Bolívar, devastadas y sus ríos contaminados por minería ilegal, mientras sus pueblos padecen malaria, dengue, tuberculosis y desnutrición.
Crisis civilizatoria y salud: Según la Red CLACSO, el 35 % de las muertes en la región se vinculan al cambio climático inducido: sequias, huracanes inundaciones Los gastos de bolsillo en enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión crecen al doble del PIB per cápita, mientras enfermedades endémicas como el dengue, malaria, tuberculosis, continúan desatendidas. El “progreso” importó enfermedades de lujo sin erradicar las de pobreza.
La apuesta decolonial y el Plan de la Patria 2025–2031: El Plan de la Patria articula la Salud Colectiva Decolonial con la Constitución Bolivariana. No se busca un modelo único, sino un pluriverso de sistemas que respeten características territoriales, convivenciales y culturales; desde los principios de: la vida como valor supremo, la salud como derecho social y la autodeterminación de los pueblos. “Queremos ser nosotros mismos”, desde nuestra historia de resistencia, no imitar modelos ajenos. El Plan de la Patria debe ser el punto de inflexión para transformar el Ministerio de Salud desde la enfermología pública hacia la Salud Colectiva decolonial.
Retos y horizonte: El camino a seguir enfrenta ataques externos: medidas coercitivas unilaterales, bloqueos fenanciero y económico, asedio naval a nuestras costas; internas: resistencia a las transformaciones, ineficiencias, no perder privilegios ni zonas de confort, que funcionan “aguas abajo” del despacho ministerial, como un Estado profundo, que impide la eficiencia ministerial. Sin embargo, el giro epistémico transformador ya es irreversible. Por primera vez desde 1492, Venezuela puede aportar al mundo, una transformación radical del modo de entender y practicar la salud para los pueblos, pero, se requiere una formación académica a toda prueba de los líderes del Sistema Público Nacional de Salud y de una construcción sólida desde las Áreas de Salud Integral Comunitarias (ASIC), como territorios de transformación radical en la gestión participativa y corresponsable de los procesos de salud/enfermedad territorial, mediante la promoción de salud como calidad de vida, prevención de los procesos territoriales nocivos a la vida y la salud, los ciudades integrales y la participación de un pueblo formado, organizado y movilizado en defensa de la vida y la salud, como pueblo conocedor e investigador de los procesos críticos que todo territorio tienen para la vida y la salud, para intensificar la protección de la naturaleza como sustento de todas las formas de vida. Los próximos cinco años ser