Aclaratoria a mis críticos, quienes no soportan que critique

La izquierda es todo un principio, una actitud, una visión del mundo, una ética Universal. En general, existe sólo una izquierda, y no importa en qué lugar del mundo se encuentre. La izquierda francesa, esa que menciono en mi artículo precedente (http://www.aporrea.org/internacionales/a119879.html), no es por cierto la que se conoce, la "oficial", ni la aburguesada que se espera de un país rico. La que todos conocen está representada por el lamentable Partido Socialista francés, comparable a Copei, o AD, y cuyo próximo candidato será nada más y nada menos que el actual presidente del Fondo Monetario Internacional (para que tengan una idea)...

Muchos suponen, de todas maneras, que una izquierda francesa debe ser necesariamente burguesa. Lo peor es que no tienen la culpa. Pero no es así, hay otra, muy sólida, e íntimamente relacionada con la Revolución Bolivariana.

Perdón... qué puede importar, habrá quienes aún así la seguirán descalificando: individuos que prefieren sus prejuicios a toda forma de conocimiento objetivo, y que se conforman en el imperturbable confort de la ignorancia. ¿Cuándo ponen ésto en evidencia? Cuando les tocan sus vacas sagradas, así sea con el pétalo de una flor (es decir, con argumentos poco banales).

Lo cierto es que no soportar una crítica razonada dice mucho de la condición revolucionaria de cualquiera.

Aunque la izquierda francesa no tenga la menor importancia para muchos (es más, aunque no la conozcan), hay que recordar la influencia que la misma tiene históricamente en el pensamiento bolivariano y en la gesta de independencia latinoamericana. El humanismo de Miranda, Rodríguez y Bolívar no salió de la nada. Eso fue hace mucho tiempo, cierto, pero hoy la izquierda francesa, virtualmente inexistente por muchísimos años, recien renace de sus cenizas. ¿Y saben qué? La Revolución Bolivariana, curiosamente, ha sido ahora la inspriración y la fuerza determinante para este —aún balbuciente— renacimiento del socialismo francés. Aquel que nos legó su dimensión más profunda con Jean Jaurés, asesinado en 1914, y cuyos retazos apenas sobrevivieron en Trotsky y algunos otros, para luego extinguirse gradualmente en las entrañas del siglo XX.

Resumamos: esta nueva izquierda francesa está también en contra de la intervención extranjera en cualquier parte del mundo, y apoya la auto determinación de los pueblos (lo digo en caso de que eso le importe a cualquier revolucionario en cuanquier parte del mundo). Lamentablemente, Chávez, el líder de la Revolución Bolivariana, inspiración obligada y referencia para la nueva izquierda en todas partes, no sólo mantiene esta posición antiintervencionista, sobradamente sensata, sino que también apoya a Kadhafi. Algunos revolucionarios no quieren ver esto, y otros, para no verlo, simplemente se autoproclaman kadhafistas (pero sin informarse ni querer saber nada sobre Kadhafi, al cual tienen gratuitamente por antiimperialista, revolucionario y socialista).

Ese es el gran problema. Por eso atacan y descalifican a cualquiera que señale ésta y cualquier otra contradicción de Chávez: porque sólo quieren ver a través de sus ojos, y nunca informarse "demasiado". Resultado: terminan siendo los verdaderos traidores de la revolución, y los indignos humanoides que ningún líder humanista requiere para vencer en ninguna batalla.

Siempre he apoyado y sigo apoyando los aciertos de Chávez, tal como lo he expresado en su momento, y cada vez. Porque sólo puedo, por ética, apoyar aciertos, no desaciertos. Si ustedes en esta revolución quieren que se apoye siempre a Chávez, esperemos a que sea perfecto. Yo hago también pública mi opinión cuando se equivoca. ¿Qué problema hay con esto?

¿Cuando hay algún descarrilamiento, a quién le corresponde encarrilarnos de nuevo? ¿A la oposición?

La crítica —lo dice el propio Chávez— es una necesidad. Por eso, sólo quienes lo defienden hasta en sus errores lo traicionan; no quienes formulan críticas argumentadas, que por el solo hecho de exponer la verdad sólo pueden ser positivas. Sí, positivas, en todo momento. Las críticas lo son, no los desaciertos, no los errores. ¿Es que tenemos un cerebro para comprender esto?

Por eso, no podemos renunciar a un derecho y una herramienta tan importante para nuestra propia "salud" revolucionaria como la autocrítica, y quedarnos sólo con los aciertos. Puede ser muy reconfortante sentirse perfectos, pero no lo somos.

La oposición nos llama focas, borregos. ¿Quién, o mejor dicho, con qué se les calla la boca?

La Revolucion Bolivariana debe estar siempre por encima de toda complascencia ética e intelectual, y se hará más fuerte y duradera mientras no le huya a la sinceridad que tanto merita. No se apoya a algo tan elevado como nuestro proyecto socialista, como nuestra filosofía humanista, como se apoya a un equipo deportivo: aplaudiendo sus goles y cambiando de tema durante los del adversario (sobre todo si los de éste ocurren gracias a los errores de quienes apoyamos). El humanismo socialista está más allá de estas solidaridades superficiales y nominales, pues su fin no es tanto ganarle a otros como permanecer en todo momento lo más cerca posible de la verdad, la cual representa el verdadero triunfo, y no es un balón.

También la mente debe mantenerse libre para poder leer apropiadamente cualquier escrito. Mi crítica puntual a la posición de Chávez respecto a Libia no significa olvidar ni desconocer las atrocidades cometidas en Palestina, ni otras similares por el imperio. Eso sí es descontextualizar una opinión, y evadir la verdadera crítica expuesta. Tal vez antes de clamar "unidad, unidad, unidad", deberíamos exigirnos "objetividad, objetividad, objetividad", sin lo cual no iremos muy lejos —así vayamos unidos—.


xavierpad@gmail.com


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Xavier Padilla


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