Caracas es Caracas; lo demás, es monte y culebra

A más de sesenta días de haberse implementado el programa de cortes programados de energía eléctrica a escala nacional, en estas cálidas tierras zulianas, vuelve a cobrar valor aquel viejo adagio: Caracas es Caracas; lo demás, es monte y culebra.

Bastaron sólo horas de racionamiento eléctrico para la ciudad capital que afectó centros hospitalarios, unidades de diálisis, unidades de cuidados intensivos, bancos, restaurantes, las muy concurridas salas de bingo y moles, edificaciones estas últimas que para el caraqueño son casi que vitales, para que su “sociedad civil” explotara en ira, con amenazas de guarimbas y protestas del movimiento burgués universitario de la Santa María, La Metropolitana y la Simón Bolívar; todas estas difundidas por los medios de comunicación, escuálidos en su totalidad, para que el gobierno nacional, en boca del propio presidente de la república en una nocturnal incursión televisiva, por demás informal, llamara telefónicamente a “El Señor de la Noche” para anunciar la suspensión de los cortes de electricidad para la ciudad capital por temor a tanta amenaza desbordada.

Desde entonces, se anunció que se iba a reconsiderar y reprogramar dichos cortes para la ciudad de Caracas, pero que para el resto de la geografía nacional; es decir, para el monte y culebra, el programa de racionamiento se mantendría con todo su rigor. Así ha sido; así se ha cumplido.

Desde que tenemos uso de razón ¡y mire usted que de eso hace ya bastante tiempo! los del “interior”, término con el cual peyorativamente nos llaman los del exterior; es decir, los caraqueños, hemos visto como desde el poder central; ahora más central que nunca, han manejado nuestras vidas.

Caracas, no sólo es la capital de Venezuela; Caracas es la mandamás de Venezuela; la sucursal del cielo; capital en donde no se va ni la luz.

Con la única excepción del general Juan Vicente Gómez que fijó residencia en la ciudad jardín de Venezuela; la veraniega Maracay, todos los demás gobernantes de la patria de Bolívar, han fijado como lugar de residencia y asiento del Poder Ejecutivo, la ciudad de los techos rojos; hoy más rojos que nunca; y desde allí, se han tomado y se siguen tomando la mayoría de las decisiones que afectan las regiones del “interior” o la “provincia”, como también nos suelen llamar los capitalinos.

Es así entonces, como desde una ciudad que mantiene una temperatura media anual de 22,5 °C siendo la media del mes más frío (enero) de 21 °C y la media del mes más cálido (mayo) de 24 °C lo que da una amplitud térmica anual escasa, de sólo 3°C, ubicada geográficamente en un valle; a la falda de un pulmón vegetal como lo es el cerro “El Ávila” –y me disculpan mi ignorancia, pero no sé escribirlo de otra manera- se ha establecido para toda Venezuela, probablemente desde una oficina muy fría, que aquel consumidor que exceda los 500 KwH mes, es un “alto consumidor” de electricidad, sin tomar en cuenta las condiciones climáticas del resto del montizal (perdón, provincias) y sin tomar en cuenta el número de personas que en un determinado momento pudieran conformar un núcleo familiar. ¿Habrase visto tanta arrogancia?

El Zulia, conocido por su actividad petrolera y por la calidad de su gente; la de más alta calidad del mundo, se conoce además por sus altas temperaturas. Ampliamente conocida como “la tierra del sol amada” en alusión al poema del famoso poeta y escritor marabino Udón Pérez, título que se ha difundido por estar asociado a su clima soleado en casi la totalidad del año, Maracaibo es una de las ciudades de Venezuela donde se registran las más altas temperaturas. Maracaibo posee un clima cálido, severo; solo atenuado por la influencia moderadora del lago, desde donde entran los vientos alisios. El promedio de temperatura de registros históricos hace diez años era de 29 °C agravado aún más por el recalentamiento global.

Maracaibo posee uno de los mayores niveles de consumo per cápita de energía eléctrica de América Latina, debido a que la arquitectura que ha predominado en la ciudad desde los últimos 40 años no se adapta a las características climáticas propias de una ciudad tropical-costera, lo que conlleva a la utilización de grandes sistemas centralizados de enfriamiento para hacer agradables los ambientes cerrados, todo esto a un enorme costo económico y ambiental poco sostenible en el tiempo.

De hecho, en forma jocosa, se ha dicho que Maracaibo es la ciudad más fría del planeta, porque de donde sale un marabino hay un aire acondicionado encendido a millón y donde entra, se repite la misma situación porque las condiciones climáticas de temperaturas promedio anuales están en la actualidad rondando los 32°C.

Por tanto, no se puede pretender que un zuliano sea considerado de alto consumidor de electricidad, a la par de un habitante de los andes venezolanos o de la ciudad capital a no ser, que desde la capital se pretenda que el zuliano también subsidie el consumo eléctrico del capitalino arrogante.

Por lo pronto, sólo nos queda la resignación; en tanto, el caraqueño puede seguir pasando esta crisis energética sin cortes de electricidad, y seguir disfrutando de su uso subsidiada por los de la provincia y mantener su rutina diaria sin mayores contratiempos; incluso, durante sus horas de esparcimiento y el resto del país, el monte y culebra, que vayan a llorar al valle.

¡El que tenga oídos, que oiga!


elieceralvarado@hotmail.com


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Eliécer Alvarado

Médico y revolucionario.

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