Colectivos: Los Cabilleros del Siglo XXI
A mediados de los años setenta del siglo pasado, en pleno primer gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP), se desarrolló el movimiento de los trabajadores textiles por el derecho a la libre organización sindical en el entonces Dtto. Federal y el Edo. Miranda. Hartos del sindicalerismo hamponil de la entonces CTV, y su sindicato por rama de industria Sutratex, los trabajadores textiles buscaron en la Unión de Trabajadores de la Industria Textil, UTIT, sindicato afiliado a la CUTV, el derecho a impedir que sus contratos colectivos fuesen miserablemente vendidos, en detrimento de sus condiciones de vida y trabajo.
Aquella lucha amenazaba los intereses de los patronos y los del gobierno adeco de CAP quienes, para enfrentarla, para derrotar en trabajadoras y trabajadores su decisión de organizarse en defensa de sus derechos, tenían la necesidad de aterrorizar a quienes pretendiesen salir de sus garras. Los cuerpos de seguridad del Estado, Policía Metropolitana y Disip fueron, por supuesto, utilizados a mansalva para reprimir las manifestaciones que se hacían cada vez más frecuentes, pero, en los primeros momentos de la lucha, cuando buscaron abortarla en su nacimiento, sacaron a los cabilleros. Conocidos en todo el país desde finales de los años sesenta, por ser frecuentemente utilizados para definir a cabillazos las elecciones sindicales cuyos resultados no agradaran a sus jefes de la CTV, los cabilleros eran la cara sucia del sindicalismo venezolano.
Como su nombre lo indica, en nuestro caso textil, los cabilleros eran matones a sueldo que hacían vida en la Casa Sindical del Paraíso, macolla de la CTV, los cuales eran movilizados para apostarse a la puerta de las empresas donde estaban ocurriendo los movimientos para organizarse en UTIT, y esperaban la hora de salida para arremeter a cabillazos contra los trabajadores, preguntando quiénes eran los de UTIT, algunos llevaban cadenas con candados en la punta para blandirlas contra el piso y generar terror. La represión que el gobierno de CAP y los patronos textiles no querían hacer con los cuerpos represivos del Estado oficialmente constituidos, para que no pudiera decirse que el gobierno adeco reprimía el libre derecho a la organización sindical contemplado en la Ley del Trabajo, se la hacían estas expresiones de paramilitarismo vulgar, los cabilleros, que no era una barajita nueva, y si no, que se lo pregunten a los Tonton Macoutes de Duvalier en Haití. El, expresidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, hoy condenado a casa por cárcel, también sabe de eso. Lo que no se puede hacer porque mancha, pero que de todas maneras hay que hacer, para que quede claro quién es el que manda, lo hace gente que no compromete oficialmente a las instituciones.
El gobierno de Maduro-PSUV, en el siglo XXI, tiene sus cabilleros. El pasado 5 de agosto, más de cincuenta madres de quienes son nuestros muchachos presos políticos post-28 de julio de 2024, acompañadas de representantes de diferentes organizaciones populares de Derechos Humanos, realizaban una vigilia frente a la sede del TSJ. El fiscal general de la República, Tarek William Saab les había indicado que era una magistrada de la Sala Penal del TSJ la que tenía los expedientes, revisados por la Fiscalía, de los muchachos privados de libertad y de sus derechos humanos elementales. La vigilia era para que se concediera la audiencia, negada durante toda la tarde, que permitiese a las madres de nuestros presos hablar con la magistrada del TSJ. Siguiendo un guion poco original, en un momento determinado, sobre las 7p.m, la presencia de la PNB y la GNB que estaba destacada frente al TSJ desapareció. La iluminación perimetral del TSJ se apagó y, sobre las 8 pm, se escuchó el estruendo de una numerosa banda de motorizados, todos con parrillero o parrillera, todos salvo excepciones vestidos de negro y encapuchados, que se lanzó sobre la vigilia que realizaban las madres de nuestros muchachos presos, tumbando y arrastrando las carpas con que se protegían, exhibiendo las pistolas con que las amenazaban para que se fueran, golpeando, empujando, arrastrando a mujeres y niños, deteniendo a algunos de los hombres familiares de las madres y padres también, robando celulares, carteras, documentos, llaves. Sembrando el mayor terror posible. Al igual que las “Camisas Pardas” de Hitler en su momento, quienes no lo habrían hecho mejor, los esbirros no identificados también insultaban a las madres de nuestros presos llamándolas traidoras a la patria.
Humilladas, dispersas, correteadas unas a la av. Urdaneta, otras hasta La Hoyada, cuando creían que el atropello del que habían sido objeto era el capítulo final del peloteo del que habían sido víctimas de una institución a otra, las heroicas madres de nuestros presos no tenían idea de que las velas de su vigilia habían encendido la conciencia nacional.
En la tenebrosa situación que atravesamos, la declaración publicada al día siguiente de los hechos, 6 de agosto, por Reinaldo Iturriza, ex ministro del Poder Popular para las Comunas (2013-2014), y ex ministro del Poder Popular para la Cultura (2014-2016), constituye un alegato ético que ilumina la esperanza. Como ciudadano, Reinaldo Iturriza se hace eco de la denuncia y la difunde por la gravedad que reviste, pero como chavista y militante revolucionario se interroga sobre si es lícito el silencio en una circunstancia semejante. Esa interrogación suspendió la emisión del programa “Con el mazo dando” correspondiente a ese día. Tan pendeja no debe ser. Esa interrogación gravita sobre el conjunto de la sociedad: ¿es lícito el silencio, es lícita la indiferencia? Pero en el universo chavista es aún más lacerante. ¿Es posible arremeter a golpes, patadas y amenazas con pistola, contra medio centenar de madres desarmadas e indefensas, que buscaban la audiencia con la magistrada del TSJ que el Fiscal les había dicho, en el nombre de la revolución bolivariana?
La baraja fascista del paramilitarismo, o su versión parapolicial, es vieja y se llamó las Camisas Pardas con Hitler, los Tonton Macoutes con Duvalier, las Autodefensas Unidas de Colombia con Uribe Vélez. ¿Cómo se llama el paramilitarismo del gobierno de Maduro-PSUV?
Por estar trabajando lejos de Caracas, será imposible asistir, pero llamo a todas y todos a hacer presencia en desagravio a las agredidas madres de nuestros muchachos privados de libertad, que tendrá lugar este viernes 8 de agosto, a las 2 pm, frente a la sede de la representación de la ONU en Altamira.
´´El Comité de Madres en Defensa de la Verdad se lo merece´´, 7 de agosto 2025