Santiago de Chile, 10 dic (PL) Unos ocho millones de chilenos con derecho a voto se preparan para acudir mañana a las urnas, donde elegirán a su cuarto presidente desde que el dictador Augusto Pinochet entregó el trono en 1990.
En los comicios, que estarán resguardados por más de 20 mil integrantes de las Fuerzas Armadas, serán elegidos también los 120 diputados de la Cámara Baja y 20 de las 38 bancas del Senado, que por primera vez no contará con miembros "designados".
Aunque el presidente Ricardo Lagos se apresuró el pasado septiembre a declarar terminado el denominado proceso de transición hacia la democracia, los chilenos se rigen aún por una Constitución que, en su esencia, es la misma que impuso Pinochet en 1980.
Las elecciones tienen lugar mediante un llamado sistema binominal, negociado con la dictadura en 1989 por las agrupaciones que hoy integran los dos principales bloques electorales, que excluye del Parlamento a importantes sectores de la sociedad.
En virtud de esa Ley (18.791), los partidos que integran el pacto de izquierda Junto Podemos Más, que en los pasados comicios municipales alcanzaron el 10 por ciento de votos, no pudieron elegir ningún representante, y probablemente ahora tampoco puedan lograrlo.
En estos comicios compiten cuatro candidatos a la presidencia, que por modificaciones constituciones tendrá un mandato de cuatro en lugar de los seis años que regían anteriormente: uno por la coalición de gobierno, dos por la oposición de derecha y uno por la izquierda.
Si ninguno de ellos alcanzara mañana el 50 por ciento más uno de los sufragios -algo que se vaticina con mucha fuerza- habría que ir a una segunda ronda electoral, prevista para mediados de enero, entre los dos aspirantes más votados el domingo.
A juzgar por las últimas encuestas, la oficialista Michelle Bachelet, una medico socialista de 54 años, tiene las mejores opciones de convertirse en la primera mujer que en la historia del país accede a La Moneda.
Hija de Alberto Bachelet, un general de la Fuerza Aérea que murió a consecuencia de las torturas a que fue sometido por sus ex compañeros de armas por oponerse al golpe militar de 1973, la aspirante oficialista cuenta con un respaldo cercano al 41 por ciento.
Con un virtual empate en segundo lugar de preferencias aparecen Sebastián Piñera y Joaquín Lavín -quienes compiten por primera vez entre sí por el liderazgo de la extrema derecha opositora-, cada uno con un poco mas del 20 por ciento de intenciones de voto.
Con alrededor del 7,0 por ciento aparece Tomás Hirsch, de 47 años -el más joven de los postulantes-, que aspira por Junto Podemos Más, bloque integrado por comunistas, humanistas, cristianos de izquierda y una treintena de organizaciones de base independientes.
Aunque las autoridades vaticinan una masiva concurrencia a las urnas de los 8,2 millones que tienen derecho al sufragio, más de tres millones de chilenos con edad de votar no podrán participar en estos comicios.
De ellos, unos 2,2 millones lo constituyen jóvenes de 18 a 29 años que han rehusado inscribirse en los registros electorales, una tendencia preocupante en la sociedad chilena. El voto es obligatorio en Chile, pero el registro es voluntario.
Otros 870 mil son los residentes en el exterior, que en su mayoría abandonaron el país durante la dictadura militar (1973-1990), a los cuales la ley electoral prohíbe votar. Aunque el tema ha sido discutido en el Congreso, los sectores conservadores -que son mayoría- se oponen.
Desde la medianoche del viernes las Fuerzas Armadas controlan todas las plazas del país para resguardar el orden y la seguridad, y cuidar las 32 mil 957 mesas de votación instaladas nacionalmente.
Mañana, día de los comicios, regirá la ley seca en todo el país y hasta cuatro horas después de las votaciones no podrán funcionar teatros, cines, recintos de espectáculos, eventos deportivos y culturales.
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